En el CMN, fortunas amasadas sobre la pobreza de los empleados

A decir de expertos en política salarial y laboral, los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios obtienen las mayores ganancias con grandes empresas que pagan sueldos de miseria...

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13 mayo,2018 7:43 am
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A decir de expertos en política salarial y laboral, los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios obtienen las mayores ganancias con grandes empresas que pagan sueldos de miseria y dan prestaciones incompletas. Es decir, crean empleos precarios pero no en proporción con su creciente riqueza, además de que son responsables de la colusión histórica con el Estado para mantener los salarios mínimos en niveles bajísimos.

Areli Villalobos / Agencia Proceso
Ciudad de México. A decir de expertos en política salarial y laboral, los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios obtienen las mayores ganancias con grandes empresas que pagan sueldos de miseria y dan prestaciones incompletas. Es decir, crean empleos precarios pero no en proporción con su creciente riqueza, además de que son responsables de la colusión histórica con el Estado para mantener los salarios mínimos en niveles bajísimos.
Para el director del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana, Miguel Santiago Reyes Hernández, el desplegado “Así no” que publicó el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) el pasado jueves 3, es “pura propaganda”.
El también investigador del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad, de esa universidad, afirma que la advertencia de esa élite empresarial es parte del “mito histórico” que el CMN ha fomentado y que consiste en que “nadie debe pelearse con ellos porque son los generadores de empleo”.
De acuerdo con el Informe del Observatorio de Salarios 2018, el club empresarial (clasificado entre las “empresas de más de 500 trabajadores”) genera 1.4 de cada 10 empleos, es decir, ocupa al 14% de los 38 millones de asalariados del país.
Reyes Hernández destaca dos factores relevantes: la mayoría de los empleos consisten en labores de subordinación, no son altos puestos. Al 20% de sus trabajadores no les pagan en su totalidad vacaciones y aguinaldo, ni cotizan para el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), que son las tres prestaciones mínimas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
En un informe reciente, el observatorio universitario encontró que las grandes empresas de los magnates del CMN violan “claramente la ley”, pues sólo pagan todas las prestaciones a 80% de sus empleados, de los cuales 60% se ve beneficiado con lo “mínimo y algo más”, como bonos y otras prestaciones.
El restante 5.2% no tiene ninguna prestación y 14.8% tiene sólo alguna de las tres prestaciones que por ley debe dar cualquier empresa generadora de empleos formales en México.
A decir del investigador, los integrantes del consejo tienen “muchos recursos” y no tendrían “ningún problema” para asegurar a todos sus trabajadores.
El Informe del Observatorio de Salarios de 2017 revela otro dato: 68% de los trabajadores de las empresas del CMN no alcanza el “salario mínimo constitucional”, que debería pagarse para que las personas vivan dignamente. El observatorio lo estableció en 638 pesos diarios.
La diferencia entre las percepciones de los directivos o accionistas y las de un empleado común es abismal. Por ejemplo, el informe dice que los accionistas de una empresa minera ganan un promedio de 13 millones de pesos al mes, pero pagan un promedio de 25 mil pesos a sus trabajadores.
El contraste es peor cuando se tiene en cuenta que la productividad mensual de dichas firmas –lo que cada trabajador genera– se estima en 462 mil pesos mensuales.
Trabajos indignantes
Las condiciones laborales son aún más difíciles para los jóvenes, apunta Reyes Hernández, porque el patrón argumenta su “falta de experiencia” para darles sueldos más bajos.
En el anexo estadístico del Informe del Observatorio de Salarios 2018 se establece que de un millón 423 mil 502 jóvenes de entre 15 y 29 años que laboran en empresas de más de 500 empleados, 22% carece de las tres prestaciones mínimas de ley y 9.1% no tiene ninguna.
Según el documento, también es el sector de la población asalariada de estas empresas que muestra los porcentajes más altos de trabajo sin contrato (28%), jornadas laborales superiores a ocho horas (23%), sin acceso a la seguridad social (21%) y no alcanza el salario digno (72%).
Samantha Cruz, de 24 años, estudiante de administración de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) campus Cuajimalpa, relata que durante su experiencia como “empleada general” durante un año y tres meses en la cadena de cines del millonario Alejandro Ramírez, fue la obligación de arrodillarse ante los clientes “para no molestarlos”.
Entre sus actividades en el Cinépolis VIP Samara, en Santa Fe, a veces le asignaban “correr”, es decir llevar la comida a los clientes hasta su asiento en la sala. Como parte del servicio, dice, “te arrodillas porque no puedes molestarlo; si estás parado obviamente tapas la película a los demás”.
Empleado general es la categoría con que se contrata al grueso del personal de Cinépolis, así se desempeñan en cualquier área: limpieza, cocina y atención al cliente en taquilla o en proyección. “No importa que no sepas nada de cocina, por ejemplo; sobre la marcha los mismos compañeros te van enseñando”. Todo esto por 28.47 pesos la hora, con lo que su salario suma a la catorcena 2 mil 200 y hasta 2 mil 500 pesos.
Los turnos en Cinépolis son “fijos” y de ocho horas, con un día de descanso entre semana –nunca en sábado y domingo– aunque las jornadas cambian cuando hay estrenos grandes.
El tiempo que trabajó ahí (de junio de 2016 a septiembre de 2017), Samantha tuvo aguinaldo, vacaciones y Seguro Social, pero no cotizó al Infonavit. Sin embargo, era la opción más viable.
Influencia histórica
El doctor por la Universidad de Texas y experto en el estudio del salario industrial en México del siglo XX, Marco Águila Medina, coincide: el empleo que las grandes empresas generan son una “parte pequeña” comparada con la ocupación total y con “los problemas de desocupación estructural del país”.
El también investigador y profesor de la UAM Xochimilco destaca que el sector empresarial ha jugado un papel determinante en la política salarial del país, pues su cercanía con la cúpula política, fortalecida desde el sexenio de Miguel de la Madrid, ha incrementado su capacidad para influir en los sueldos, en detrimento de la capacidad adquisitiva del sector obrero y de la autonomía de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami).
El académico advierte que, a pesar de que a nivel mundial estos consorcios son las que pagan los salarios “más altos” en el mercado –porque se asocian a las ganancias “excepcionales” que consiguen–, en México no ocurre lo mismo: para un trabajador que se desempeña en el mismo empleo y en la misma empresa que otro asalariado en otro país, el salario es más bajo.
“¿Por qué es importante para este consejo (el CMN) y la coalición gobernante que los salarios no crezcan? –plantea Águila Medina–. Si uno tiene una política de apertura comercial, un arma básica de competencias en el mercado mundial son los bajos salarios. El salario en México ha quedado estancado con la ayuda de la política del salario mínimo.”
La situación empeora, dice, porque ahora instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) influyen en la determinación del salario
mínimo.
Enfatiza que actualmente el nivel adquisitivo del salario está por debajo del que ganaba un mexicano en los setenta. El pasado 1 de diciembre la Conasami anunció un aumento de cinco pesos al salario mínimo, con lo que llegó a 88.36 pesos diarios.
Al respecto Reyes Hernández concluye: “Estos empresarios tienen posibilidades de ejercer cierta presión y lo pueden hacer, por ejemplo, desde sus mismos empleados. Eso se ha demostrado. No es que estés en contra de los empresarios, sino de la manera en que ellos han hecho su riqueza y han crecido”.

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