El Negrito Poeta/ 2 y último

José Gómez Sandoval

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11 julio,2018 6:45 am
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José Gómez Sandoval
Pozole Verde
 
El pie es forzado
El pie forzado, consistente –decíamos– en una frase octasílaba que, por su particular irreverencia, ponía en riesgo la lengua y (tratándose de la época colonial) la vida del poeta. Para salvar el duro trance, éste tenía que recurrir al calambur, al retruécano y a cuanto permiso le diera el lenguaje para darle entrada a la frase que le habían propuesto pícaramente. Así, José Vasconcelos, el Negrito Poeta, hizo culpa de otros que renegar de Dios es bueno, e ingeniosamente puso a Dios en la punta de un cuerno. Con ganas de que cayera en pecado lo invitaron a que redondeara un cuarteto con la frase: es falso que existe Dios, y el Negrito rezongó:
¡Blasfemia horrible y atroz!
¡Miente el que así ha discurrido!
Para los que no han nacido
es falso que existe Dios.
A veces, para cambiarle sentido a un pie forzado al Negrito le basta incrustarle una coma y acordarse de que en las iglesias Santo Domingo mantiene un perro a su costado. Sucedió cuando le propusieron: Santo Domingo es un perro:
En esa opinión no hay yerro,
habla usted desengañado,
pues lo que tiene a su lado
Santo Domingo, es un perro.
Desde que aparecieron los Calendarios de Blanquel se cuenta que después de una procesión religiosa el mero virrey le propuso que trovara: el sacramento no es nada…, y que el Negrito palabreó:
Si la hostia en el relicario
no estuviese consagrada,
digo, sin ser temerario:
el sacramento no es nada…
Picarillas
Dicen también que buena parte de sus cuartetas más chistosas eran groseras, “muy peladas”, lo que les habría impedido ser publicadas. En nuestro tiempo las que siguen son apenas pícaras:
Los enemigos del mundo
que el hombre suele tener
son, en la verdad me fundo:
suegra, cuñado y mujer.

No puedes ser buen casado,
aunque tengas mujer bella,
si tienes, en unión de ella,
a su suegra y tu cuñado…

Yo tres cosas busco y hallo,
buenas y de duración,
¿queréis saber cuáles son?
Mujer, relox y caballo.
Soy de Clara
¿Conoció esposa, se enamoró alguna vez el Negrito? A ciencia cierta no lo sabe ni Fernández de Lizardi, pero en cuartetas rimadas el repentista dejó indicios de que alguna vez el amor lo flechó: ¿Con que estás enamorado? –que le preguntan–, y el Negrito: Ojalá no lo estuviera. / Por un objeto adorado / ardo de amor en la hoguera. Pero ¿de quién? Ella se llamaba Clara:
Si alguno me preguntara,
con voz clara, de quién soy,
le respondería desde hoy
que mi afecto lo declara.
El Negrito sabía… Que carbón que ha sido brasa / con facilidad se enciende; / así es el amor que prende / por cuanto corazón pasa.
Contra curas tacaños y ambiciosos
En el corazón del clericalismo colonial, harto, como buena parte del pueblo, de los abusos de los curas, con dedicatoria especial para un prelado mercedario apellidado Gavilán, sonríe irónicamente:
Admirado me he quedado
de ver convertido el pan
en Jesucristo encarnado
en manos de un Gavilán.
¿Que otro cura mercedario, de apellido Eras, se pasaba de tacaño? Recrimina el Negrito:
Cuando Comendador eras
no eras nada liberal;
que ahora que eres liberal
eras lo mismo que Eras…
En el mismo sentido se expresa de otro sacerdote “cododuro”: ¡Inocente sacerdote / que te arrojas a las aras! / ¿Cómo has de imitar a Cristo / si a la indigencia no amparas?
A un prelado que prolonga el sermón y la misa le aventó: Un padre largo y prolijo / en el sacrificio cruento, / faltó al Concilio de Trento / en toda misa que dijo.
Los jesuitas, a quienes se les llamaba teatinos (erróneamente, pues el adjetivo correspondía a los frailes de la Orden de San Cayetano), no escaparon a la ironía rimada del Negrito. Agárrase éste de su fama de “ambiciosos”:
Tres cuartos para las tres
dan en el relox vecino;
y lo que más me admira es
que siendo relox teatino
dé cuartos sin interés.
Al jesuita que, en una discusión, llamó bestia al Negrito, le fue así:
No se tome la molestia
de argüirme con desatino,
pues nunca un padre teatino
ha pasado de una bestia.
Puntualmente ese es el fruto
de la ignorancia supina;
siempre la lengua teatina
sale con bestia, con bruto.
Unos mueren por hartura, otros por debilidad
Una hojeada internáutica, tardía, de El Negrito Poeta mexicano, el libro de Nicolás León que, después de los Calendarios, parece ser piedra de toque para historiadores y simpatizantes del Negrito, obliga a aclarar que cuando “alguien” le preguntó: ¿Eres el Negrito Poeta? y éste respondió: aunque sin ningún estudio, / que a no ser por esta jeta / fuera otro padre Zamudio, ese “alguien” era el mismo padre Zamudio, apreciado por su sabiduría y sus dotes poéticas.
León ha recogido casi todas las rimas del Negrito y las ofrece en el amplio contexto de la sociedad colonial. Dice el investigador que el Negrito era pobre, que se mantenía haciendo flores de papel para canastas de dulces que salía a vender en las calles (Hago flores y las corto / en los jardines de Apolo (o sea: es poeta): las que no deshoja Eolo / y respeta el tiempo absorto). Cuando un fraile, excedido en carnes y peso, le reprochó que estuviera tan flaco, contestó el Negrito:
Calle su paternidad
en nada hay regla segura;
unos mueren por hartura,
otros por debilidad.
Curas y pobreza abundan en la historia personal y poética del Negrito. Qué andas haciendo, le preguntó un cura amistoso, y:
Reverendo padre maestro
yo siempre versificando,
y diariamente buscando
el cotidiano pan nuestro.
Que disque el sacerdote dijo: De la misma opinión soy.
Y el Negrito, aprovechando la ocasión:
Hay en el convento espumas:
tenéis jaula, mesa, plumas,
el sobrante… dánoslo hoy.
El patriota indignado
Jesús Romero propone al Negrito como “uno de los representantes más genuinos de su tiempo y del sentir popular de todas las épocas de nuestra historia”, destacando al patriota, “al hombre que siente la necesidad de hacer una patria suya, libre de influencias económicas absorbentes extranjeras; en aquel tiempo eran nada más los españoles, hoy, por desgracia, son muchas razas que vienen a México a enriquecerse con el sudor de nuestros campesinos y de nuestros obreros”…:
¡Triste América, hasta cuándo
se acabará tu desvelo;
tus hijos midiendo el suelo
y los extraños mamando!
Los “mexicanos” trabajaban para los latifundistas, el clero o los capataces “hispanos”. Ante la falta de oportunidades, se quejó: Todo aquí la gente hispana / lo tiene en sueño profundo; / en mi concepto está el mundo / en una paz octaviana… Más directamente proclamó:
Estamos los mexicanos
en bienes sin participio;
todo es para los hispanos,
y así es que en México estamos:
sicut erat in principio.
O como quien dice: Tal cual eran al principio, “es decir, cuando los españoles se hicieron cargo del gobierno de este suelo despojando a sus legítimos dueños”. Para Romero, las frases en latín que usaba el Negrito son las que había aprendido en oficios eclesiásticos. No sabía esa lengua, pero la rimaba:
 
Criollos, yanquis, gachupines,
gobierne quien gobernare,
y que gane quien ganare
nuestro mal non erit fines.
El que no se ahoga, se atasca
Nicolás León calcula que el poeta repentista murió alrededor de 1760. Romero imagina que “pasó los últimos días de su vida en la miseria y enfermo, casi implorando sustento por las calles”. Así explica por qué, al encontrarlo, alguien le preguntó:
–¿Qué haces aquí, Negro tuerto?,
el Negrito poetizó su desgracia:
–Lo que tú no has habrás pensado:
en este mar agitado…,
navegando para el puerto.
Que insiste su interlocutor:
–¿En medio de la borrasca?
Y que responde el Negro:
–Y en el piélago profundo;
pues en este mar profundo
el que no se ahoga, se atasca.
Al lecho de muerte de José Vasconcelos, el Negrito Poeta, llegó un fraile agustino, a confesarlo. Estos frailes usaban un traje talar negro y exhibían la cabeza rapada, “apenas si llevaban unos cuantos cabellos a guisa de cerquillo, que les daba un aspecto de zopilotes”. En cuanto lo vio, dijo el Negrito:
Ya la muerte viene a trote,
casi soy cadáver yerto:
yo soy tu caballo muerto
y tú eres mi zopilote.

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