Regresa Carlos Carrera a las películas de animación con “Ana y Bruno”

Desde el guión interesó a Guillermo del Toro y Dreamworks pero, explica el productor Pablo Baksht, se decidió que fuera realizada por un equipo mexicano.

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2 septiembre,2018 7:44 am
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Texto: Tatiana Maillard/ Foto: Internet
Ciudad de México, 2 de septiembre de 2018. El 31 de agosto se estrenó en salas cinematográficas Ana y Bruno, el primer largometraje de animación del director Carlos Carrera.
Carrera, director de El crimen del padre Amaro y La mujer de Benjamín, es conocido por los cortos animados El héroe (ganadora de la Palma de Oro en Cannes, 1994) y De raíz (2004). Con una duración de hora y media y un guión que fue escrito por el cuentista Daniel Emil, Ana y Bruno utiliza como base aspectos relacionados con el duelo y la enfermedad mental.
“Me gustaba la historia, porque bien podría haber sido una película de terror”, indica Carrera en entrevista con El Sur. No se equivoca. El guión atrajo a Guillermo del Toro y Dreamworks –el estudio de animación estadunidense– mostró interés en realizar la cinta y que fuese Del Toro quien la dirigiera. Sin embargo, como explica Pablo Baksht, productor de Ana y Bruno, desde un principio se decidió que la cinta fuera realizada por un equipo mexicano.
Ambientada en la década de los 50, la película relata cómo Ana, una niña pequeña, intenta defender a su madre de un monstruo que la atormenta. En el camino, traba amistad con una serie de personajes que resultan ser las alucinaciones de los pacientes de un hospital siquiátrico donde la práctica habitual son los electrochoques.
“Esta es una historia que contiene todo aquello con lo que me gusta trabajar: personajes imaginarios, locos, y vínculos emocionales entre seres humanos –dice Carrera–. Para un adulto es aburrido ir a ver una película denominada ‘infantil’, porque no se tocan estos temas. Yo todavía creo que la gente quiere ir al cine a ver historias con un contenido humano. Personalmente, me fastidia ver que las cintas repiten las mismas tramas, en las que enseguida adivinas el desenlace. Con Ana y Bruno no pasa eso. Entre muchas cosas, en esta cinta planteamos la subjetividad con la que se cataloga a alguien como mentalmente enfermo, y también planteamos los dolores de la pérdida por una muerte”.
El equipo creativo decidió que la historia transcurriera hace más de 60 años porque, explica Carrera, “lo que retratamos no funciona en la época actual. Los métodos para atender pacientes siquiátricos han cambiado y en estos tiempos, donde la velocidad y el uso de celulares han cambiado nuestras dinámicas, no se hubiera podido plantear un viaje como el que realiza Ana”.
Quién está sano, quién está enfermo
Sin embargo, acota el director, “queríamos que la enfermedad únicamente fuera el marco de una historia fantástica. No queríamos meternos con la crítica a las instituciones siquiátricas, o algo parecido. Sólo deseábamos poner sobre la mesa lo subjetivo que es considerar a alguien sano o enfermo. No planteamos un tratado de anti siquiatría, aunque sí nos interesa poner en duda qué está bien y qué está mal. Las enfermedades mentales definitivamente existen. Y sí, ha avanzado mucho el mundo de la siquiatría. Pero eso no es el centro de la historia. El centro es el amor de Ana y su madre”.
Por su parte, Pablo Baksht, director de Lo Coloco Films, productora de la cinta, cuenta a El Sur que la cinta tardó al menos 13 años en realizarse. “Hace más de una década que yo estaba interesado en producir una cinta de animación. Invité a Carlos Carrera al proyecto, pero los guiones no me convencían. Daniel Emil, que es un guionista que conozco desde hace varios años, se ofreció a ayudarme. Días después, tenía una historia de seis cuartillas que, cuando la leí, supe que tenía que llevar al cine”.
Por eso, se puso excesivo cuidado en el guión. Baksht dice que tardaron cinco años de reescritura, para lograr que el público no adivine los giros inesperados y las sorpresas dentro de la historia.
“Ver crecer el pasto en cámara lenta”
“Lo más importante siempre será la historia –enfatiza Baksht–. Hacer animación es un trabajo de locos, que requiere mucha inversión de capital –8 millones de dólares, en este caso–. Si la historia no es extraordinaria, el esfuerzo no sirve de nada”.
En esto coincide Carrera. “Es necesario remarcar que la animación que se realiza en México es de la mejor calidad, no sólo por los efectos sino por el contenido. No es casualidad que hayamos tardado mucho tiempo en realizar esta película. Rigoberto Mora –impulsor de la animación en México, fallecido en 2009– decía que hacer animación es ver crecer el pasto en cámara lenta. Es un proceso tardado. Y estamos satisfechos de los resultados”.
Después de tres años de trabajo, la película detuvo su producción durante dos años debido a la pérdida de uno de sus inversionistas. Logró concluirse en marzo de 2016, cuando las productoras Anima Studios e Itaca Films decidieron apoyar el proyecto.
El festival de cine de animación de Annecy, en Francia, seleccionó a Ana y Bruno para su exhibición en junio del año pasado y fue merecedora del galardón a Mejor Película en la primera edición de los Premios Quirino de la Animación Iberoamericana, que tuvieron lugar en Tenerife, España, en abril de este año.
En lo que resta de 2018, la cinta será estrenada en Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Argentina, así como en España, China y Rusia.
 
 

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