La precisión de Alfonso Cuarón en los detalles fue vital para crear la apariencia de los personajes, dice la vestuarista Anna Terrazas.
Ciudad de México, 22 de febrero de 2019. Con búsqueda de piezas en el mercado de La Lagunilla y en Tepito, en la Ciudad de México, así como la recreación de algunas, fue como se hizo el vestuario de todos los actores que aparecen en Roma, la multipremiada película de Alfonso Cuarón.
Anna Terrazas (Bayoneta, Aquí en la Tierra, Los adioses, Miss Bala) fue la encargada, junto a su equipo, de elegir cada uno de los atuendos que se ven a cuadro, escoger las texturas, los colores y probar que funcionaran para el contraste que se buscaba en las escalas de grises.
En un principio, cuenta, Cuarón aún no estaba seguro de que la película fuera a ser en blanco y negro, como resultó al final, pero siempre hubo investigación en bibliotecas, hemerotecas, en álbumes familiares, para recrear lo más exacto posible la forma en que la gente se vestía en los años 70, época en que está situada la historia.
“Me junté con Alfonso, me invitó a trabajar en su proyecto, me contó de qué iba y la segunda vez tuvimos una junta bastante larga, como de unas tres horas, en la que me fue contando escena por escena lo que pasaba. Yo iba en un cuaderno anotando y básicamente, después ese cuaderno se convirtió en nuestra biblia”, señala Terrazas.
Para el proyecto nadie trabajó con guión, por lo que uno de los principales retos fue acertar con la propuesta del cineasta mexicano, que se grabó de manera cronológica.
“Obviamente al principio con mucho susto porque nunca había trabajado sin un guión, pero Alfonso fue tan detallado en lo que pensaba escena por escena que fue una delicia y muy sorprendente trabajar así.
“Mucha gente le tiene pavor a no trabajar con un guión y creo que fue un gran experimento de Alfonso”, enfatiza la vestuarista.
Cada parte de las prendas que utilizan los personajes fue realizada con cuidado y para traducir el color a blanco y negro se valieron de tecnología, que de la mano de un fotógrafo, les permitía ver cómo serían los contrastes una vez que se filmara.
“Fue un gran aprendizaje para el ojo empezar a ver las cosas en blanco y negro, qué tonos traducen los verdes, amarillos y por el otro lado, al ser los 70, tuvimos mucha oportunidad de trabajar con texturas.
“Tratamos y fuimos precavidos de decir en dónde queremos enseñar cierta textura, cuánta queríamos ver en la familia, porque eso también nos da contraste. Fue muy detallado con todos los personajes, hacer cambio por cambio y ver que tuvieran el contraste perfecto en la parte de arriba, de abajo y que Alfonso estuviera de acuerdo con ello”, agrega.
El mayor aprendizaje, resalta Terrazas fue el aprender a trabajar con blanco y negro y entender desde otra perspectiva a México.
“Es un proyecto que me da muchísima emoción ver todo lo que está pasando, los resultados, habla de muchos temas esta película y creo que todos están muy atentos y es algo muy bonito”, explica.
Texto: Jonathan Hernández / Omar Gutiérrez / Agencia Reforma / Foto: Twitter
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