Reivindican la guerrilla de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en las Jornadas Alarconianas

Con sus sones, huapangos y zapateados sobre tarima, Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú enriquecen la oferta artística y cultural de las Jornadas Alarconianas.

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8 mayo,2019 7:36 am
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Con sus sones, huapangos y zapateados sobre tarima, Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú enriquecen la oferta artística y cultural de las Jornadas Alarconianas.
Taxco, Guerrero, 8 de mayo de 2019. En la tierra de Juan Ruiz de Alarcón y como modernos juglares, el poeta y huapanguero Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú hicieron rugir de emoción al público al ritmo de sones, huapangos y zapateados sobre las tarimas.
En Taxco refrendaron su calidad como músicos y bailadores tradicionales, con un caudal interminable de interpretaciones que la gente gozó y compartió con cada una de las décimas que se hilaron con filigrana a vuelo de pájaro.
A más de 40 años de trayectoria, el conjunto apareció con sencillez, pero imponente con la carga creativa y la tradición musical con la que han conquistado al mundo para cantar repetidamente “México es magia y es tradición”.
“Soy lámpara de Aladino y propiciador de sueños, juglar sin amos y dueños y frente a mi muerte airada son una hermosa coartada los huapangos arribeños/ yo soy, decirles quiero un híbrido trovador, y al público espectador, hoy aquí pedirles quiero denle a Taxco de Guerrero un aplauso por favor”, arrancó en su presentación.
El poeta huapanguero llamó a unirse a la fiesta a uno de sus acompañantes, quien saltó gustoso al escenario cual juglar trashumante y soltar “se ilumina mi sendero, estoy feliz, conmovido, y un fuerte aplauso les pido para Taxco sí, Guerrero/ mi saludo atentamente, vengo de la Sierra Gorda”, dijo en alusión a la zona geográfica de Guanajuato, de donde son originarios, y que se conforma también por Querétaro y la zona media de San Luis Potosí, donde se baila, se canta, se improvisan versos y se pregona la picaresca.
A su peculiar estilo y con la libertad que los ha caracterizado en sus giras, el León Mayor se fue hacia la concurrencia con lo que consideró los “temas de fundamento”: “quiero decirles que en el país están sucediendo cosas que no habían sucedido y a mí como trovador, que tengo 40 años como huapanguero, me llenan la garganta y el corazón de ganas de decir: México es grande y es mi país y tiene el alma como sandía, pero no falta un solo día, que cada vez me siento feliz”.
Sin embargo, ante el panorama de violencia, muertos e inseguridad que lo han marcado en los últimos años con gobiernos panistas y priistas, soltó hilarante que “vientos de cambio, leves aún, siembran frescura y es buen presagio/ marca y señala la cicatriz, que es muy profunda, pero ya libres de la coyunta”, con la referencia a la ola del “gran sufragio” masivo de julio pasado que detonó la llegada del nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Y se siguió con “todos quisiéramos en Almoloya a Peña Nieto y tantos corruptos, pero no pueden los exabruptos súbitamente sanar la ampolla, hay que echar tino, enfriar la choya, aun si hay sobrada fuerza motriz/ paz con justicia, no impunidad”, sentenció al sonar festivo de los violines y las guitarras.
En su visita a Guerrero, Guillermo Velázquez y sus leones no dejaron pasar que “nada termina si no hay semilla y ahora hay miradas esperanzadas, gracias a muchas vidas tronchadas, voces, coraje, valor que hoy brilla, a los cojones de la guerrilla, Lucio, Genaro, al patriotismo que no es barniz, al voto vivo y a la matriz de tantas luchas y rebeldías, que sigan vivas hasta estos días”.
El canto, música, décimas y el auténtico zapateado para lo que expresó aquí “la fiesta nos dignifica” con la singular presencia en el escenario de las Jornadas Alarconianas, donde media plaza los tributó a placer, recalcó que el huapango arribeño es arraigo y tradición, como en Guerrero con los gustos, sones y chilenas en el que indicó “hay una fuerza festiva, que viva Taxco Guerrero”.
En su mensaje y tras el repertorio musical que interpretaron Guillermo Velázquez, con una pequeña bandera que ondeaba en su guitarra, afirmó que esta música sigue arraigada y vinculada a las fiestas y a los quebrantos de la gente, a la que pertenecen como artistas, esto no es una música de folklor, con olor a difunto, es una música viva, como lo es la música tradicional mexicana.
Los Leones de la Sierra de Xichú se mantuvieron alegres, sin cortapisas, con la apropiación de un espacio en que conquistaron nuevos públicos y mantuvieron en otras generaciones su estatura como grandes felinos del pueblo y juglares de los nuevos tiempos. Así se fueron.
Texto: Claudio Viveros Hernández / Foto: Especial
 
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