Desde principios de año, en las tiendas algunos productos como el pollo o el aceite aparecían de manera intermitente, lo que eran las primeras señales de problemas económicos, pero el primer anuncio que confirmaba que las cosas no iban bien lo dio Raúl Castro.
La Habana, Cuba, 22 de mayo de 2019. Cada vez que llega el camión con la carga de pollo congelado se organizan largas filas de personas en las puertas de las tiendas, no les importa esperar bajo la dureza del sol del Caribe ante el miedo a que no vuelva a venderse. Los cubanos prefieren tener el frigorífico de casa lleno para tiempos peores.
“¿Y si mañana no hay? Tienes que estar preparado porque tú comes todos los días”, dice a la agencia de noticias dpa Yankiel, un joven cubano que lleva más de una hora en la puerta de una tienda situada en una concurrida avenida de La Habana junto a un grupo de familiares: cada uno podrá comprar dos botellas de un litro de aceite de soya.
El Gobierno cubano aprobó la venta racionada de varios productos de higiene y alimentación, para garantizar el mayor acceso a la población y evitar el acaparamiento.
La ministra del Comercio Interior, Betsy Díaz, explicó en la televisión nacional que las medidas de regulación pretenden garantizar una distribución “justa y racional” de los productos.
Productos básicos como el pollo congelado, arroz, el huevo, frijoles o la salchicha, y artículos de higiene como jabón, detergente y pasta dental, son algunos de los que están limitados su venta.
Cada año el país importa unos 2 mil millones de dólares en alimentos, algo que se ha dificultado por los impagos a proveedores y el endurecimiento del embargo estadunidense que encarece las operaciones financieras.
Desde principios de año, en las tiendas algunos productos como el pollo o el aceite aparecían de manera intermitente, lo que eran las primeras señales de problemas económicos, pero el primer anuncio que confirmaba que las cosas no iban bien lo dio Raúl Castro.
“La situación podría agravarse en los próximos meses”, dijo Castro ante una reunión plenaria de la Asamblea Nacional celebrada el pasado 10 de abril.
“Hoy es otro el panorama en cuanto a la diversificación de la economía, pero tenemos que estar preparados para la peor variante”, matizó Castro.
La peor variante de la que habló Castro es el “Período Especial”, algo que provoca miedo entre la población, que después de tantos esfuerzos y sacrificios pensó que había dejado atrás la etapa en que se denominó así a la crisis económica que se produjo en la década de 1990 tras la caída del aliado soviético.
Durante el “Período Especial” no había electricidad en la mayor parte del día, mucha gente se iba a dormir con tan solo un vaso de agua con azúcar en el estómago y se produjo la crisis migratoria conocida como la de “los balseros”, por las precarias embarcaciones que usaban para llegar vía marítima a las costas de Estados Unidos.
“Dicen que volvemos al Período Especial, pero yo no sé cuándo fue que salimos de él”, dice Rosario Águeda mientras espera su turno para comprar los productos de la canasta básica en la bodega de su barrio.
Mediante una “cartilla de racionamiento”, todos los meses el Estado distribuye a precios subsidiados a cada cubano siete libras de arroz, cuatro de azúcar, medio litro de aceite de soya, un paquete de café, un paquete de espaguetis, 10 onzas de legumbres, cinco huevos y una libra de pollo.
A lo niños entre 0 y 14 años, les da mensualmente una libra de picadillo de carne y 11 onzas de pollo. Hasta los tres años se le garantizan 10 compotas de frutas y hasta que cumplen los 7 años también un litro diario de leche.
El objetivo es que todos los cubanos tengan un mínimo para subsistir sin caer en situaciones de extrema pobreza, mientras la economía nacional sufre problemas por la crisis que vive su aliada Venezuela, que provee diariamente con 50 mil barriles de petróleo, la mitad del combustible que necesita la isla, pero que en tiempos de bonanza llegó a enviar más de 100 mil barriles al día.
La crisis también se ve agravada por la política de la administración del presidente Donald Trump, que recientemente permitió a estadunidenses y cubanoamericanos las demandas contra compañías que hacen negocios con propiedades nacionalizadas tras el triunfo revolucionario de 1959. Esta medida genera incertidumbre entre los posibles inversores extranjeros.
“En caso de aplicarse las demandas, quien más va a sufrir es el pueblo cubano”, dijo a dpa Gabriel Escarrer, consejero delegado (CEO) del Grupo hotelero Meliá, el de mayor presencia en la isla.
Un buen indicador de la situación económica es el precio de la carne de cerdo, uno de los alimentos más comunes en los hogares cubanos. Desde inicio del año ha subido hasta llegar a casi tres dólares la libra (medio kilogramo), mientras los salarios se mantienen iguales, en una media de 30 dólares mensuales, y las tasas de cambio de la moneda nacional no han sufrido modificaciones.
El economista cubano Pedro Monreal evalúa en un 40 por ciento la pérdida de poder adquisitivo de la moneda cubana, por esa alza de precios que no tienen una respuesta salarial. Mientras, el Gobierno hace llamados a la población a resistir en esta dura situación.
Texto y foto: Guillermo Nova / DPA
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