El hartazgo se expresó ayer con fuerza en la primera jornada de huelga general que exige se retire a los carabineros de las calles. El ex presidente Lagos culpa a Piñera de calibrar mal el impacto de la presencia de los militares en las protestas. La declaración de toque de queda para la capital y otras regiones se mantiene vigente. Se reportan 360 heridos y 6 mil detenidos.
Santiago, Chile, 24 de octubre de 2019. Cientos de miles de personas salieron ayer a la calle para expresar su rechazo al presidente Sebastián Piñera y dejar patente que las reformas sociales que anunció en la víspera para apaciguar los ánimos no ha hecho sino avivar el descontento popular.
Si el objetivo de las protestas, que cumplen ayer seis jornadas en las que han muerto 18 personas de ellas cuatro extranjeros, era mostrar el rechazo por las desigualdades sociales, ahora apunta cada vez más directamente contra el mandatario chileno.
Se reportan, 4 mil 337 personas detenidas, según las cifras del martes anterior, de las cuales unas 800 fueron apresadas por no respetar el toque de queda.
Ni pedir perdón por no ver los problemas ciudadanos, ni anunciar mejoras en las pensiones, los salarios y el precio de los medicamentos le sirve de momento a Piñera para convencer a estas alturas a una población que se manifiesta cansada de promesas y huérfana de resultados.
Pese a dicho anuncio, más de 20 gremios llamaron a huelga general ayer y hoy para exigir, entre otras cosas, que se retire a los militares de las calles.
Un hartazgo que se ha expresado con fuerza en la primera jornada de huelga general convocada para ayer y que ha sido secundada de forma masiva desde que se levantaron los numerosos toques de queda que rigieron en la pasada noche, como en otras anteriores, en ciudades, provincias y regiones enteras desde la frontera con Perú hasta el Cabo de Hornos.
Los trabajadores procedieron con huelgas y manifestaciones planificadas, con al menos tres instalaciones propiedad del productor estatal de cobre Codelco interrumpidas a medida que los sindicatos alientan a los miembros a unirse a las protestas antigubernamentales que han azotado a Chile durante los últimos cinco días.
En tanto, el subsecretario del Interior de Chile, Rodrigo Ubilla, confirmó ayer que la cifra de muertos durante las protestas que comenzaron el pasado viernes en el país se elevó a 18. Cinco personas han muerto presuntamente a manos de agentes del Estado, los heridos sobrepasan los 360 y los detenidos los 6 mil, según la Fiscalía.
La iniciativa ha logrado reunir ayer unas 100 mil personas de toda clase y condición en la céntrica Plaza Italia de Santiago, y a decenas de miles en ciudades como Valparaíso, Concepción, La Serena o Curicó, que piden cambios más profundos que los anunciados por Piñera.
Pero el caos volvió a la capital cuando la policía lanzó agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que se acercaban a las inmediaciones del Palacio de La Moneda, la sede de la presidencia.
Los manifestantes repelieron la acción lanzando piedras y otros objetos a los agentes.
“¡Piñera, renuncia!”, gritó un manifestante con el rostro cubierto con un pañuelo.
Considerado uno de los países más ricos y estables económicamente de América Latina, Chile es ahora una postal de una nación sitiada.
La declaración de toque de queda para la capital y otras regiones se mantiene vigente.
El alza en el precio del pasaje de Metro prendió la mecha de un estallido social que primero le explotó al presidente en forma de incendios, saqueos y graves disturbios y luego tornó en masivas manifestaciones.
La reacción del mandatario fue decretar estados de emergencia y poner la seguridad a manos del ejército y decir que Chile está “en guerra contra un enemigo poderoso e implacable”, algo que le está causando aún más problemas y avivó las críticas de la población.
El ejército está siendo muy cuestionado estos días, en los que se difunden por redes sociales multitud de vídeos que muestran presuntos abusos cometidos por los uniformados.
El ex presidente chileno Ricardo Lagos (2000-2006) ha considerado ayer que el actual mandatario, Sebastián Piñera, calibró mal el impacto que el despliegue militar tendría en los manifestantes.
“Creo que no se evaluó suficientemente lo que era volver a tener militares en la calle”, dijo el antiguo mandatario en una entrevista concedida a la cadena local T13.
El golpe de Estado militar perpetrado por el general Augusto Pinochet en 1973 y la posterior represión a manos de los uniformados ha hecho que el rol público de la institución armada sea un tema sensible en la nación suramericana.
Texto: Redacción / Xinhua / Agencia Reforma / Europa Press / Foto: Europa Press
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