Terra preta: La milagrosa composta de excrementos de elefante y biocarbón

Residuos verdes, hojas, virutas y bolsas con restos de plantas carbonizadas, que debido a su superficie grande y porosa puede fijar a largo plazo nutrientes y agua y...

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1 enero,2020 4:13 pm
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Residuos verdes, hojas, virutas y bolsas con restos de plantas carbonizadas, que debido a su superficie grande y porosa puede fijar a largo plazo nutrientes y agua y así hacer que los suelos sean fértiles de forma permanente

Berlín, Alemania, 1 de enero de 2019. Excrementos de elefante se amontonan en el recinto de generación de composta del Jardín Botánico de Berlín. Al lado, montañas de residuos verdes, hojas, virutas y bolsas con restos de plantas carbonizados, un tipo de carbón vegetal llamado biocarbón o biochar.

Con esos ingredientes Robert Wagner y otros investigadores de la Universidad Libre de Berlín fabrican una composta con el que buscan transformar suelos en tierra especialmente fértil.

El modelo de estos científicos son los pueblos del Amazonas que ya hace miles de años trabajaban con biocarbón. La tierra del Amazonas que aún hoy sigue siendo fértil se llama terra preta (tierra negra). El geocientífico Wagner también la llama “tierra milagrosa”.

Un componente decisivo de la mezcla que produce este compost es el biocarbón o biochar. Debido a su superficie grande y porosa, éste puede fijar a largo plazo nutrientes y agua y así hacer que los suelos sean fértiles de forma permanente.

El método tiene ya muchos seguidores en Alemania, sobre todo entre los jardineros aficionados y los agricultores ecológicos. Sin embargo, aún no llegó a la agricultura convencional.

Los científicos berlineses liderados por Wagner están probando actualmente cómo se podría implementar este método también en el zoológico Tierpark de Berlín, uno de los zoológicos paisajísticos más grandes de Europa. 

En el recinto de 160 hectáreas caen anualmente 16 mil metros cúbicos de hojas, aproximadamente 8 mil metros cúbicos de excrementos, 155 metros cúbicos de madera y 72 metros cúbicos de residuos verdes.

Hasta ahora estos residuos son eliminados por proveedores externos. En el futuro, la idea es convertirlos en valiosa composta y utilizarlo en las plantaciones y los arriates del parque.

“Ni bien el procedimiento se implemente a gran escala, esperamos lograr una economía circular sustentable en nuestro parque”, dice la directora Julia Kalisch, que también espera que esta iniciativa le suponga ahorros.

La fertilidad especial es sólo uno de los aspectos positivos de esta tierra compostada. “El biocarbón puede almacenar en el suelo durante varios miles de años carbono vegetal que de lo contrario, al descomponerse o quemarse la biomasa, sería liberado a la atmósfera como dióxido de carbono. Por lo tanto, el carbón también actúa contra el cambio climático”, explica Wagner.

En el Jardín Botánico de Berlín ya se utiliza la terra preta. En vez de que un proveedor caro elimine los residuos verdes y de comprar compost, los residuos se quedan y son convertidos en compost con carbón vegetal.

En principio, el biocarbón se elabora de manera parecida al carbón de leña que se utiliza para hacer asados. Pero en la fabricación del biocarbón el foco está puesto en su utilización posterior en el suelo.

En el Jardín Botánico el biocarbón lo fabrican los mismos investigadores en un contenedor azul, del tamaño de un garage. “En esta planta de carbonización, tiene lugar, en ausencia de oxígeno, la descomposición química de los restos vegetales, también llamada pirólisis”, explica Wagner. “Por un lado metemos los restos y del otro lado sale el carbón”.

El despliegue de energía es mínimo, dice Wagner. Además, las altas temperaturas de hasta 900 grados centígrados aseguran la eliminación de gérmenes.

Pero, a pesar de las muchas ventajas, el proceso aún no se impuso a gran escala. “Con esto se pueden mejorar suelos, pero por ahora sólo en pequeñas superficies, porque actualmente aún no hay instalaciones ni material de partida suficiente para la fabricación de carbón vegetal”, dice Berndt-Michael Wilke, presidente de la Federación alemana de Suelos, una asociación dedicada a la protección del suelo.

Una portavoz del Ministerio alemán de Medio Ambiente indicó que las autoridades ven el potencial de este método, pero son escépticas respecto de la posibilidad de aplicarlo a gran escala.

La vocera agregó que la gran cantidad de biomasa necesaria podría traer aparejados efectos perjudiciales para la naturaleza y el medio ambiente. Además, subrayó, fabricar el carbón tendría costos elevados.

También el Ministerio de Economía tiene sus reservas: “En general, desde el punto de vista de la nutrición de las plantas y la preservación y la promoción de la funcionalidad de los suelos, una aplicación amplia de biocarbón en grandes superficies de explotación agraria no está relacionada con ventajas, de acuerdo a la situación actual”, dijo una portavoz.

Muchos expertos ven sobre todo en la reglamentación que rige en Alemania sobre la aplicación de fertilizantes un impedimento para que se extienda este método. Esta determina que sólo se puede utilizar como abono carbón con un contenido de carbono en la materia seca del 80 por ciento.

Eso, según la organización ambientalista Amigos de la Tierra (BUND), sólo se consigue con duramen, o sea, troncos de árboles. “Pero la meta no puede ser talar árboles para fabricar biocarbón”, señala el documento de BUND.

“Desde el punto de vista científico, eso no tiene ningún sentido”, dice Wagner. Dice que son mucho más interesantes para la fabricación de biocarbón todos los demás residuos vegetales, que caen masivamente de los árboles, como por ejemplo las hojas, los residuos verdes o también la paja de los cereales.

También la Federación del Biocarbón lucha desde hace años para que el carbón hecho de restos vegetales se pueda utilizar en la agricultura. Según la integrante de la junta directiva Susanne Veser, “hay mucho material yermo que no es utilizado”.

Texto: Anja Sokolow (DPA) / Fotos: DPA

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