Los guerrerenses

Florencio Salazar Adame

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21 enero,2020 5:08 am
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Florencio Salazar Adame

Se menciona una geografía abrupta que deja a los hombres en el atraso social… Una situación de violencia y luchas raciales. Manuel Orozco y Berra.

Cuando ocurren hechos trágicos, como homicidios a mansalva, inevitablemente pienso en lo que ha sido el devenir guerrerense. Nuestro ha sido el escenario de luchas armadas, levantamientos sociales y constantes actos de violencia. Pareciera que las posibilidades de tener condiciones de vida dignas se mantienen en la perspectiva de algo que puede ser, pero que por algún motivo, una y otra vez, se han frustrado.

Como sociedad la nuestra ha mostrado valor para enfrentar la injusticia y la desigualdad social, causas de la falta de oportunidades para que los guerrerenses vivamos mejor. Habitamos una entidad agreste, de contrastes, en la cual conviven diferentes modos de ser, distintos temperamentos y culturas diversas.

Ciertamente somos una sociedad multicultural y pluriétnica, consecuencia de ese mosaico humano que son nuestras regiones. Al formarse el estado de Guerrero se tomaron partes territoriales que, en su conjunto, nos hacen ser los mismos pero diferentes. En realidad nos identifica nuestro gentilicio en plural: los guerrerenses.

Y los guerrerenses, como se ha dicho, somos guerrosos. El peyorativo indica que tenemos los nervios de punta y que por esto y por aquello estamos dispuestos a resolver nuestras diferencias a través de actos de fuerza. No en balde son célebres los corridos de gatilleros y las historias tejidas sobre ellos.

La tragedia nos acompaña y la violencia no nos abandona. Estas indeseables presencias no serán combatidas si no es a través de la observancia del Estado de Derecho y del cambio cultural.

Para que lo anterior ocurra se necesita la herramienta más poderosa del cambio que es la educación y debe ser una educación de primer mundo. Sólo así crecerá la capacidad de la sociedad para alentar el aprovechamiento de los recursos naturales, como los forestales, agropecuarios, minerales, paisajes turísticos, recursos ambientales y servicios de calidad.

El estado de Guerrero siempre ha sido visto de reojo por la federación. Han habido momentos significativos, pero éstos no se mantuvieron o se interrumpieron. Serían los casos de los gobiernos de Rubén Figueroa Figueroa, José Francisco Ruiz Massieu y del segundo periodo de Ángel Aguirre, en los cuales los presidentes de la República, de esos periodos, otorgaron recursos significativos a nuestra entidad.

No quiero omitir el trabajo de filigrana política, que con sus buenos modos y estilo conciliador, realizó el gobernador Alejandro Cervantes Delgado, quien careció de los recursos necesarios para pasar de la reconstrucción del tejido social al progreso.

Un programa que creó las condiciones para que la región de Tierra Caliente lograra su desarrollo, fue el dirigido con excepcional visión y cuidado por el general Lázaro Cárdenas. La Comisión del Río Balsas construyó presas, distritos de riego, escuelas, centros de salud, carreteras… Entonces, ¿qué pasó?

Los guerrerenses tenemos que crear conciencia para salir de la situación que vivimos. Es necesario hacer lo que nos corresponde para atraer programas de fondo, federales y del sector privado, orientados a dar más a los pobres y a ofrecer también más oportunidades a una numerosa clase media, que vive atenazada por la necesidad y el temor.

Por sobre todas las cosas, hoy y mañana, debemos mantener viva la esperanza.

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