Paralizan la epidemia y clases por internet la sastrería de uniformes en la capital

Los uniformes y los trajes que los estudiantes utilizarían en los desfiles de primavera y las clausuras quedaron empaquetados. Las máquinas de coser de la costurería Mi Periquita...

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20 agosto,2020 5:02 am
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Chilpancingo, Guerrero, 20 de agosto de 2020. Los uniformes y los trajes que los estudiantes utilizarían en los desfiles de primavera y las clausuras quedaron empaquetados. Las máquinas de coser de la costurería Mi Periquita están quietas desde hace cinco meses y medio.

En marzo la tienda cerró por las medidas sanitarias contra el Covid-19. Hace ocho días volvió a subir las cortinas desde la 9 de la mañana, pero hasta ayer a las 12 del día nadie la visita.

La tienda se fundó en 1972 en un local de la avenida Alemán en el centro de Chilpancingo, –actualmente se ubica en la calle Justo Sierra– a iniciativa de María Magdalena Siler Ortiz, que a sus 73 años mantiene el gusto por la costura y la creación de vestuarios de personajes infantiles.

“Ha sido una historia, hasta hace poco”, dice con un semblante melancólico y ojos humedecidos. Ahora resiste su propia crisis, porque nadie va a clases a las escuelas y todo es por internet. Las máquinas de costura nadie las toca, porque no hay encargos de los uniformes de las 10 escuelas que elegían a Mi Periquita.

El desvelo, el ruido de las máquinas de coser, la lista de espera de los uniformes y la fila afuera de la tienda, era el día a día hace un año. Hoy la mujer con la ayuda de sus hijos limpia y acomoda las prendas que quedaron en los estantes. Nadie llega.

La señora María Magdalena dice que jamás imaginó ver el cierre de su taller que ha sido pilar para que su hija abriera otra sucursal en el barrio de San Francisco, aún tiene temor de que eso ocurra, pero con la falta de ventas no puede sostener el pago de salarios, la renta y los impuestos.

“Pensé que esto –la pandemia– iba a pasar rápido”.

Ella junto a sus empleados esperaban los mejores días de ventas para la costurería con la llegada de la primavera, desde inicios de marzo ya tenían una lista de pedidos para las actividades que los niños de los centros infantiles ocuparían.

Trajes de flores, tigres, mariposas, cerdos, pájaros, quedaron en los anaqueles. Algunos padres los dejaron pagados, pero ya no volvieron por la ropa ante el cierre decretado por las autoridades sanitarias. No fueron las únicas prendas que quedaron, también los trajes especiales para las clausuras de julio ya no fueron necesarios, y los pedidos se cancelaron.

Siler Ortiz imaginó reponer todo lo perdido junto a sus empleados con el regreso a las actividades escolares este agosto, pero el virus sigue permeando entre los habitantes y los contagios no paran. Las clases virtuales que inician el próximo lunes agudizaron la crisis de la tienda.

En el taller, ni ella ni sus empleados pueden adelantar los pedidos de uniformes porque cada año las escuelas cambian los diseños y prefiere no correr el riesgo de perder tela, “por eso tenemos que ser cautos para que no tengamos un problema mayor de inversión”.

Dice que los clientes de Chilpancingo han sido “nobles” porque la tienda es una de las que tenía mayor demanda hasta la llegada de la pandemia. El 70 por ciento de sus ingresos depende de la venta de los uniformes, y el 30 por ciento de la venta de trajes para festivales o cumpleaños, aunque prefirió no dar cantidades de lo que se logra coser.

En los últimos días ella se ha dedicado a confeccionar mascarillas, batas para médicos y enfermeras, pero los pedidos son insuficientes para poder mantener el local y los empleados que ahora permanecen en sus casas. Piensa recurrir a los apoyos del gobierno porque ya no puede sostener su negocio, e incluso dice que “si las cosas siguen así, vamos a cerrar”.

Texto: Jacob Morales Antonio / Foto: Jessica Torres Barrera

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