Barcelona, España, 28 de octubre 2017. El jefe de la Policía de Cataluña, Josep Lluís Trapero, se convirtió en una “estrella” mediática en agosto tras los atentados que dejaron 16 muertos y más de 130 heridos en Barcelona y Cambrils: encabezó la investigación que desmanteló la célula yihadista e informó día a día de las pesquisas.
Apenas dos meses y medio después de que su imagen profesional aportara calma en plena consternación por los ataques terroristas más graves de los últimos años en España, la larga trayectoria del “mayor” se estrelló esta madrugada contra un decreto que lo destituyó por su cuestionado papel en el proceso independentista en Cataluña.
“Sustituimos al mayor Trapero por su situación judicial”, comentó lacónico en Twitter el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que asumió hoy las competencias de esa cartera en el Gobierno catalán en medio de la intervención del Gobierno autonómico por parte de Madrid para frenar el plan independentista.
Trapero está imputado por un presunto delito de sedición -castigado con hasta 15 años de cárcel- debido al polémico papel de los Mossos d’Esquadra (la Policía autonómica) en el convulso proceso que llevó al referéndum del 1 de octubre en Cataluña y a la declaración independentista aprobada el viernes en el “Parlament” en Barcelona.
Su destitución cierra un capítulo en una larga carrera. Nacido en 1965 en Badalona (Barcelona), el mayor de los Mossos d’Esquadra se hizo policía hace más de 25 años. En 2012 se convirtió en jefe de la Comisaría General de Investigación Criminal y, un año después, en comisario jefe.
Su nombramiento en abril como máximo responsable de los Mossos se produjo en un momento clave del proceso independentista catalán, cuando faltaba apenas medio año para la fecha señalada por el Gobierno de la región para la convocatoria de un referéndum sobre la secesión, rechazado por el Ejecutivo español.
Trapero siempre se caracterizó por su independencia política y por no haberse manifestado a favor de ningún partido, pero con su fuerte corporativismo se ganó el aplauso de los separatistas catalanes.
Para la historia quedó su respuesta, convertida en tendencia en las redes sociales, cuando un periodista se marchó indignado de una rueda de prensa en la que informaba en catalán sobre los atentados.
“Bueno, pues molt bé, pues adiós”, dijo Trapero impasible. “Si me hacen la pregunta en catalán, respondo en catalán, y si me la hacen en castellano, respondo en castellano”, explicó.
En esa intervención, el jefe de los Mossos reveló el nombre del conductor que mató a más de una decena de personas en Las Ramblas, Younes Abouyaaqoub, y que días después fue abatido por la Policía.
Aunque su gestión de los atentados fue muy elogiada al principio, días después quedó ensombrecida por unas informaciones que aseguraban que la Policía de Bélgica había pedido datos a los Mossos sobre el “cerebro” de la célula yihadista, un imán marroquí, y que éstos respondieron que no sabían nada y no investigaron.
“La ciudadanía nos pone flores y otros nos ponen mierda”, dijo entonces en una dura crítica a los medios de comunicación.
Trapero siempre insistió en que los Mossos son Policía judicial y deben hacer cumplir la legalidad vigente, pero su papel en el turbulento referéndum independentista del 1 de octubre fue polémico por la presunta pasividad de sus agentes a la hora de cumplir con la orden de impedir la votación, suspendida por la Justicia española.
El mayor también quedó en el punto de mira por los incidentes del 20 de septiembre en Barcelona, cuando varios agentes de la Guardia Civil que registraban una consejería del “Govern” durante un operativo contra el referéndum quedaron bloqueados por manifestantes, que además destrozaron varios coches del cuerpo armado.
Hijo de un taxista, amante de los animales y de la cocina, Trapero es conocido como un hombre duro de trato, testarudo, inteligente y ambicioso. Rasgos que necesitará en la nueva etapa que inició hoy como ya ex jefe de los Mossos e imputado en la Justicia.
Texto: DPA/ Foto:
