En medio de la violencia, se empoderan las mujeres en colectivos de rap feminista

  Ciudad de México, 7 de julio de 2022. El miedo de crecer y habitar en Ciudad Juárez empujó a Susana Molina al rap y a nombrarse Obeja...

545 0
7 julio,2022 10:48 am
545 0

 

Ciudad de México, 7 de julio de 2022. El miedo de crecer y habitar en Ciudad Juárez empujó a Susana Molina al rap y a nombrarse Obeja Negra. Así, con b, por brava, bichota y pertenecer a los Batallones Femeninos con otras cantantes.

El feminicidio y la impunidad, el asedio del narcotráfico en la ciudad fronteriza a donde el ex presidente Felipe Calderón envió a la Policía Federal y a los militares en su guerra contra el crimen organizado, marcó su juventud.

Susana, muy joven, con 20 años, se unió a un círculo de formación política donde conoció a sus compas de Socialismo o Barbarie, y con esa propuesta política-artística es que su voz y su palabra subieron al escenario.

Encontró en la cultura del hip hop y su expresión musical, el rap, nacido en el Bronx neoyorquino, la catapulta para liberarse de penas y miedos y de apostarle al barrio y la comunidad.

Batallones Femeninos surgió en 2009 en Juárez a partir de un grupo amplio de mujeres como frente a la militarización y el feminicidio. Y, de ser corista con Socialismo o Barbarie, se empoderó junto a otras compañeras, como Lady Liz, Dilema y Siniestra.

Desafiaban los toques de queda para rapear en plazas públicas, rebeldes a “un gobierno que, si no las desaparecía, las quería temerosas en sus casas”.

Obeja Negra dice que ir de un lado a otro de la ciudad era como cruzar un campo minado por posibles retenes o revisiones irregulares simplemente por su aspecto.

Pero, con el rap, ese miedo se convirtió en algo liberador.

“Se dieron cuenta que no iba a ser sencillo pararnos”, cuenta en entrevista. Y ahí estuvieron sus madres y amigas para apoyarlas.

Ahora radicada en Ecatepec, ex trabajadora de la maquila, Obeja Negra es elocuente: “El rap crece como los hongos”. Y crece, precisa, a pesar de las condiciones adversas en sectores marginados por un sistema que alimenta su precariedad. “No es que hubiera nacido con mala suerte, sino que hay toda una estructura cayendo sobre mí”, sentencia.

Al venir de un sector popular y decepcionada del modelo educativo, no quiso ir a la universidad. Tenía renuencia a todo lo que viniera de la academia, posible de resumir en frase: “A tu feminismo le falta barrio”.

El 2014 marcó un hito al poder hablar ya del surgimiento de un rap feminista en el país, al calor de la Cuarta Ola del feminismo, pero también por situaciones concretas en el país.

Mientras los Batallones Femeninos rapeaban entre balazos en Ciudad Juárez, el colectivo Advertencia Lírika, de donde surge la rapera Mare, en Oaxaca, se abría paso en la represión del magisterio y la lucha por la reivindicación de los pueblos originarios.

Vagas Convoy, por su parte, colectiva de rap y danza urbana formada por Yedra, Flama y Romma, apela a la diversidad de género, al empoderamiento de la mujer y a la diversión.

Mientras que Flama reivindica la idea del hip hop de compartir conocimiento y mostrar su visión como mujeres jóvenes.

Y así también la rapera fronteriza Energyal, quien habla de Ciudad Juárez, donde habita, como un punto central de la violencia de género. Se remonta al asesinato, en 2001, de ocho mujeres en un caso conocido como Campo Algodonero, que derivó en la primera sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra del Estado mexicano por feminicidio.

Texto: Agencia Reforma / Foto: Especial

In this article