Kaepernick, un año sin jugar por defender los derechos civiles

El hombre que en 2013 condujo a San Francisco a la gran final del fútbol americano era uno de los mejores quarterbacks de la NFL, que esta temporada,...

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13 diciembre,2017 10:56 am
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Washington, 13 de diciembre 2017. La última vez que Colin Kaepernick saltó al césped en un partido de la Liga de Futbol Americano (NFL) fue el 1 de enero de 2017. Tampoco aquel domingo se había puesto en pie al sonar el himno nacional antes del inicio del encuentro que enfrentó a los San Francisco 49ers con los Seattle Seahawks.

La razón por la que actuaba así la había dado él mismo meses atrás: “No voy a levantarme para mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra y a la gente de color. Para mí, esto es mayor que el futbol y sería egoísta de mi parte mirar a otro lado”.

El entonces mariscal de campo del equipo californiano inició en agosto de 2016 un movimiento en el mundo del deporte estadounidense que continúa más de un año después, aunque ya sin él. Porque a Kaepernick ningún equipo lo contrató desde que en marzo dejó los San Francisco 49ers. La temporada que concluirá en febrero con el Super Bowl comenzó en septiembre.

El hombre que en 2013 condujo a San Francisco a la gran final del futbol americano era uno de los mejores quarterbacks de la NFL, que esta temporada, además, ha tenido a muchos de ellos lesionados mientras otros mostraban un bajo desempeño.

Kaepernick “está siendo boicoteado por la NFL”, sostuvo en noviembre el astros del baloncesto LeBron James, una de las voces políticamente más activas en el mundo del deporte de Estados Unidos. “No represento a la NFL. No conozco sus normas y regulaciones. Pero sé que Kap está siendo objeto de agravio”.

El precio a pagar por su activismo silencioso sobre el césped puede aún ser mayor: los 30 años que ya tiene son una edad avanzada para un deportista, sobre todo cuando lleva más de uno sin competir.

“Va a convertirse en el primer atleta estrella desde la era de Vietnam en perder su carrera por sus convicciones”, escribió la revista “Time” al designarlo como uno de los finalistas del título de Persona del Año. “El impacto de este acto en la carrera de Kaepernick ha sido letal”, certificó “Sports Illustrated”.

El himno nacional es sagrado en un país que tiene el patriotismo como uno de sus principales valores y que cuenta con un código para escucharlo que Kaepernick se saltó partido tras partido. Se escucha en pie mirando a la bandera; los civiles se llevan la mano al corazón y los militares hacen el saludo castrense.

El quarterback inició su protesta quedándose sentado en el banquillo. Luego hincó la rodilla en el césped y ya no la levantó. La sociedad estadounidense se dividió sobre el gesto y en los campos de futbol americano se escucharon fuertes los abucheos al mariscal de campo. La polémica fue enorme. El 52 por ciento de los estadounidenses exigía entonces, según las encuestas, que se obligara a los jugadores a ponerse en pie para escuchar el himno, frente a un 43 por ciento que creía que no debían ser forzados.

Dos tercios de los jugadores de la NFL son negros, pero el futbol americano es un deporte visto más por blancos. Ningún equipo ha dicho públicamente que haya desistido de pujar por Kaepernick porque su protesta genera críticas y puede ahuyentar anunciantes. Pero no son pocas las voces que dan por sentado que eso es lo que ha ocurrido y niegan el argumento que esgrimen algunos de que su desempeño había bajado.

“Aproximadamente 90 hombres están actualmente contratados como quarterbacks en la NFL, como jugadores principales o como reservas, y Colin Kaepernick es indiscutiblemente, indudablemente, de plano mejor que al menos 70 de ellos”, afirmó la revista “GQ”, que en noviembre lo eligió hombre del año. “Sigue siendo a día de hoy uno de los quarterbacks más talentosos sobre la Tierra. Y ha sido excluido del deporte que ama, boicoteado, por un simple gesto”.

Kaepernick es mestizo, hijo biológico de un padre negro que desapareció antes de que él naciera y de madre blanca que lo dio en adopción. Desde entonces es hijo de Rick y Teresa, un matrimonio blanco de Wisconsin, y el más joven de tres hermanos.

Su protesta comenzó en la estela de un verano que, además de por la campaña electoral estadounidense, había estado marcado por nuevos episodios de violencia policial contra hombres negros, los cuales desencadenaron fuertes críticas e incluso disturbios. Para entonces ya se había dejado crecer como reivindicación el pelo a lo afro.

“Tal vez debería buscarse un país que se adapte mejor a él”, dijo Donald Trump, en aquel momento candidato presidencial del Partido Republicano, cuando Kaepernick comenzó a no levantarse.

Un año después, ya como presidente, Trump llamó literalmente “hijo de puta” al mariscal de campo y a todos los que le habían seguido en su protesta, los acusó de antipatriotas y de no respetar a los militares que combaten por el país lejos de este e instó a los clubes a echarlos. Para entonces, Kaepernick llevaba ya seis meses sin equipo. Ni en aquel entonces ni después él ha hablado.

El movimiento que inició Kaepernick alcanzó su mayor apogeo tras las arremetidas de Trump: dos centenares de jugadores de la NFL no se pusieron en pie para escuchar el himno como respuesta al mandatario, y los incendiarios tuits que el presidente vertió generaron una reacción que hizo pensar que la protesta racial podría extenderse a la NBA.

LeBron James llamó a Trump “holgazán”. La situación se caldeó tanto que, cuando los Cleveland Cavaliers jugaron en octubre el partido de inicio de la nueva temporada de la liga de baloncesto, muchas miradas estuvieron en el que está considerado como el mejor jugador de básquet del mundo y no por su habilidad deportiva, sino por la posibilidad de que decidiera él también arrodillarse, dando inicio en las canchas de la NBA a una nueva protesta racial.

Para entonces, la percepción sobre las protestas durante el himno había variado. Ya eran más los ciudadanos que en las encuestas decía ser contrarios a forzar a los deportistas a escucharlo en pie: el 51 frente al 47 por ciento.

LeBron no se arrodilló aquella noche en el Quicken Loans Arena. Tampoco sus compañeros ni ninguno de los jugadores de los Boston Celtics, el equipo visitante. Pero todos entrelazaron sus brazos mientras sonaba el himno en una cancha a la que la estrella de los Cavs había saltado con unas zapatillas con la leyenda “equality” (igualdad) escrita en letras mayúsculas, grandes y doradas.

Al entrelazar sus brazos y no llevarse la mano derecha al corazón, lanzaron su mensaje pero no rompieron las reglas, porque en la liga de baloncesto las normas sí obligan a escuchar en pie el himno, mientras que en la NFL lo aconsejan.

La víspera de ese partido, Kaepernick denunció a través de su abogado la existencia de una confabulación en la NFL para que no pueda conseguir equipo y presentó una queja formal ante las autoridades competentes de esa liga.

“El objetivo de Colin Kaepernick siempre ha sido, y sigue siendo, ser simplemente tratado con justicia por la Liga en la que ha jugado al más alto nivel y poder volver al campo de juego”, dijo el letrado Mark Geragos. Este 1 de enero cumple un año sin pisarlo.

Texto: DPA/Foto: (@Kaepernick7)(Twitter)

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