La otra cara del dinero: polémica por controvertidos mecenas en EU 

El multimillonario David H. Koch, que vive en una lujosa mansión en Park Avenue, gasta ingentes cantidades de dinero en causas republicanas, como impedir que se amplíe la...

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31 marzo,2018 7:00 am
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Texto: DPA / Foto: Twitter
Nueva York, 31 de marzo de 2018. Jerry Saltz es crítico de arte de la revista “New York” y desde hace poco también activista. En las últimas semanas ha tapado varias veces el nombre de David H. Koch en la explanada del Museo Metropolitan en Manhattan y, además, ha instado en las redes sociales a que sigan su ejemplo.
Koch, que se hizo multimillonario con el negocio del petróleo, el gas y los materiales de construcción, está considerado un ultraconservador y crítico con la ciencia. Pero como mecenas donó al Metropolitan 65 millones de dólares (unos 53 millones de euros) en 2014 para reformar la explanada del museo que ahora lleva su nombre.
Saltz tapó con pegatinas (stickers) la “Plaza David H. Koch”, convirtiéndola en “Plaza del negacionista del cambio climático”. Los vigilantes del museo lo vieron y retiraron la pegatina.
“Esta es la plaza del Museo Metropolitan. No tu plaza”, escribió el crítico de arte en Twitter. “Vamos a recuperar nuestros museos. Puedes donar dinero, pero no puedes comprar nuestro nombre”, añadió.
La explanada del Metropolitan, con sus plantas y su zona arbolada, no es el único lugar que lleva el nombre de este ultraconservador en una ciudad tan liberal como Nueva York.
También lo llevan el ballet de la ciudad de Nueva York en el Lincoln Center y la sección de dinosaurios del Museo de Ciencias Naturales en el Central Park.
El multimillonario, padre de tres hijos y que vive en una lujosa mansión en Park Avenue, gasta ingentes cantidades de dinero en causas republicanas, como impedir que se amplíe la cobertura del seguro médico. Y lo hace en una ciudad donde la mayoría vota al Partido Demócrata.
Las instituciones culturales en Estados Unidos dependen de acaudalados donantes. Las instalaciones públicas son escasas y los donantes son muchos, por eso el mecenazgo está muy anclado en la vida social del país desde su fundación.
El año pasado, en Estados Unidos se donó una cifra récord de 390 mil millones de dólares (316 mil millones de euros) para todo tipo de fines. Sin mecenas ricos, muchos museos tendrían que cerrar de inmediato y algunos ni siquiera podrían abrir sus puertas.
Sin embargo, siempre vuelve a surgir el interrogante: ¿qué hacer cuando el origen del dinero no está claro? ¿o si el donante es de una opinión totalmente contraria a la de los gestores del museo?
Desde la llegada al poder del presidente Donald Trump ese tipo de interrogantes han cobrado más vigencia y el debate se ha incrementado. Así, cada vez son más las voces de científicos y curadores que no quieren a Rebekah Mercer en el consejo consultivo del Museo Americano de Historia Natural.
Mercer dirige una millonaria fundación familiar que figura entre los donantes más influyentes de la campaña de Trump y a menudo se ha manifestado de forma crítica sobre temas científicos y el cambio climático.
Otros, con la artista Nan Goldin a la cabeza, piden boicotear las jugosas donaciones de la familia Sackler, que apoya, entre otros, al Museo Metropolitan y al Brooklyn.
La familia pertenece a una de las grandes empresas farmacéuticas del país que fabrica el analgésico OxyContin, cuestionado por la crisis de opiáceos en Estados Unidos, en la que han muerto miles de personas.
“En los últimos años los donantes exigen cada vez más visibilidad a sus contribuciones y que todo, desde edificios a ascensores, pasando por salas de espera o fuentes lleven su nombre”, señaló el profesor de sociología de la universidad neoyorquina de Columbia Todd Gitlin. “Las instituciones culturales tendrían que ser más cautelosas y establecer fronteras claras, de lo contrario se corre el peligro de comprometer el buen nombre”.
Sin duda hay casos complejos, agrega el profesor, pero asegura que otras situaciones son más simples de resolver, como la del Museo de Ciencias Naturales y Mercer, la multimillnaria defensora de Trump. “Creo que Rebekah Mercer no debería estar en el consejo consultivo de una institución que se dedica a un tema que ella odia”.
¿Por qué alguien como Mercer, que se opone a los hallazgos científicos, dona al Museo de Ciencias Naturales, o alguien conservador como Koch a un museo liberal y abierto como el Metropolitan?
“Esas personas quieren fama y honores”, asegura el sociólogo Gitlin. “Se trata del buen nombre dentro de su clase social y en su círculo está mejor visto donar al Museo de Ciencias Naturales de Nueva York que hacer, por ejemplo, una donación al Museo anti-Darwin en Kentucky”.
Y así lo ve también el multimillonario Koch, quien quiere que se sepa que el se esfuerza por hacer el bien, según dijo en 2014 en la inauguración de la explanada delantera del Metropolitan. “Quiero que David H. Koch sea conocido como un hombre que en vida intentó que el mundo fuese un lugar mejor”, dijo.
(En la imagen: Jerry Saltz es crítico de arte de la revista “New York”)

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