A seis años de “Ingrid” y “Manuel”, recuerdan vecinos la traumática experiencia de despertar en el agua

Demandan damnificados del fraccionamiento Rinconada que los gobiernos continúen las acciones de prevención de inundaciones.

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15 septiembre,2019 4:50 am
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Demandan damnificados del fraccionamiento Rinconada que los gobiernos continúen las acciones de prevención de inundaciones.
Acapulco, Guerrero, 15 de septiembre 2019. A seis años del huracán Ingrid y la tormenta Manuel, damnificados del fraccionamiento Rinconada, ubicada en la Unidad Habitacional Luis Donaldo Colosio, cerca de la zona Diamante de Acapulco, exigieron a las autoridades continuar con medidas las preventivas para evitar inundaciones.
Las viviendas en su mayoría de interés social, se inundaron el 16 de septiembre del 2013, tras el paso de los fenómenos naturales. Los habitantes tuvieron que subirse a las azoteas, porque el agua alcanzó hasta dos metros de altura y fueron rescatados en lanchas.
Ese día se transmitió por televisión la pelea del boxeador Saúl Canelo Álvarez, pero Mercedes Jarquín, no la vio porque quedó dormida y como a las 5 de la madrugada, su mascota empezó a ladrar fuerte y se subió a una silla que había dejado cerca de su cama y le lamió la mano en varias ocasiones.
“Aún con sueño la tocaba para calmarla, en eso cayó mi mano al agua, abrí los ojos, dije ‘mi perra se orinó en la silla’, pero empecé a ver que subía el nivel y cuando bajé mi pie estaba todo inundado, grité ¡auxilio, auxilio!”, recuerda Mercedes.
Después se levantó de la cama se asomó al patio, observó que estaba inundado, que la calle también estaba cubierta de agua, “fue cuestión de minutos, entonces quería salvar alguna cosa, pero ya estaba inundándose toda la vivienda”.
Cómo pudo se trepó a una barda y se agarró de la herrería, la cual rodea la barda de su casa; ahí permaneció más de dos horas hasta que llegó una lancha que la ayudó y llevó a una vivienda que no estaba inundada.
Perdió todas sus pertenencias, debido a que el agua quedó estancada durante una semana; entró el lodo, los muebles se inflaron, su ropa además de quedar con lodo tenía mal olor. No había servicio de agua entubada y tampoco había comida.
Fue una experiencia “horrible” que no desea volver a vivir, porque “se inundó hasta arriba de la casa, nada más se asomaba la lámina, pero de ahí todo quedo cubierto”.
Ese día “pasaban las lanchas, no se veían los carros, hubo mucha pérdida material, camas, refrigeradores, muebles, carros, y las lanchas anduvieron pasando”, dijo mientras recordaba que “nunca había visto pasar lanchas en la colonia”.
Estuvo muy feo, contó, porque el agua llegó hasta dos metros de altura o más, porque el río La Sabana se desbordó y las casas se llenaron “como si pusieras una manguera”.
Mercedes es ama de casa, en la entrada de su vivienda de un solo nivel tiene un letrero que dice ‘se venden tamales’, a eso se dedica, tiene muchos años habitando en esa colonia.
“Se metió el lodo, ni podíamos salir, las autoridades metieron máquinas, unas mangueras grandes con el que aventaban el chorro de agua a las casas, para limpiar” dijo.
Para comer “compramos galletas, pan Bimbo, lo que pudimos, había una tienda a la que se metieron y empezamos agarrar Sabritas, lo que andaba flotando, porque nada más una comida dábamos al día y estuvimos así 15 días”.
Agregó que una de sus vecinas se enfermó, otros tenían infecciones en los ojos, “lo bueno fue que no teníamos niños chiquitos, porque estaban en el albergue en el Fórum”, a donde los llevaron porque ahí tendrían qué comer y dónde dormir.
Los que se quedaron a cuidar las casas inundadas tuvieron que tomar “agua de los vecinos que no estaban, unos muchachos ponían la manguera en el tinaco, para bañarse”.
Pero había muchos que estaban llorando, afirmó, porque era como una isla, y a los que llegaban desde sus trabajos no los dejaron pasar a la colonia. Otros vecinos sacaron sus colchones inflables y con ellos salieron de sus casas.
“Una muchacha que iba en un colchón se la estaba llevando el agua, se bajó del colchón y se abrazó de un poste, allá la fueron a rescatar porque se agarró del poste, lo bueno es que la vieron de lejos, porque con el frío no podía hablar, estaba temblando”, platicó.
Ahora, cuando llueve o las autoridades avisan que habrá tormenta “no duerme uno, se asoma y se asoma”.
Por ejemplo, indicó, si llueve a las 2 o 3 de la madrugada los vecinos salen a asomarse para ver si no sube el nivel del agua, que cuando llega al patio de la casa, saca una silla y se queda sentada. No duerme.
“Nos da consuelo que el río está muy dragado, hicieron mucha piedra, antes el río estaba plano, ahora está hundido, es lo que hemos visto, porque antes no lo habían dragado” dijo.
Ahora, cada año las autoridades de los tres niveles de gobierno limpian los canales e hicieron obras de mitigación, pero “creemos que hace falta, porque hay muchos que seguimos con miedo de otra inundación”.
Después de la afectación en su vivienda, dijo que el gobierno federal la censó y le dieron 10 mil pesos para comprar enseres domésticos, cantidad insuficiente, porque nada más le alcanzó para dos colchones y una estufa.
“Era agua que venía del río, apestosa, llena de lodo, no podías cocinar en un traste de esos”, dijo al tiempo que precisó que también no tenían ropa para ponerse, que usó ropa que le regalaron.
Recordó que después de que bajó la inundación a la unidad Colosio llegaron las despensas, “al mercadito donde podía pasar el carro, pero hasta acá, a la colonia nunca entró, hasta el cuarto o quinto día, ya que no había encharcamientos”.
Del proceso de recuperación tras los daños por los fenómenos, dijo que no ha podido lograrlo, “muchos dicen que el dinero va y viene pero no es cierto, no te puedes recuperar jamás de lo que pierdes, porque pierdes todo”.
Ahora metieron tres bombas sumergibles de CAPAMA y están funcionando, porque cuando llueve se inunda, pero a los 20 minutos está seco.
Rosa y su familia sí vieron la transmisión de la pelea de box y estaba lloviendo muy fuerte “vimos que el agua empezó a subir, pero dijimos ‘no va a subir, está poquito’”.
Sus nietos, niños de entre 10 y seis años de edad, se fueron con sus mamás a casa de una vecina. Su marido y ella se quedaron, y se percataron de que el agua seguía subiendo.
“Mi esposo empezó a poner una cosa sobre otra para que no se mojaran, como el refrigerador, la televisión; al final, en la madrugada, ya como las 6, dijo ‘vámonos’, todos las cosas andaban flotando y salimos por los callejones con el agua en el pescuezo”, platicó mientras recogía la ropa que tenía en los tendederos.
Recordó que sus vecinos salieron en lanchas, algunos en canoas.
Agregó que perdió todo y que estuvo en un refugio en el Fórum, donde le dieron ropa para los niños, “no teníamos nada, se perdió ropa, televisión, había mucho lodo, era una pestilencia… olía feísimo porque salió agua de las coladeras”.
Después de las labores de limpieza se regresó a su casa y durmieron en colchonetas que les dieron las autoridades.
Agregó que como damnificada recibió el dinero que entregó el gobierno federal para la reconstrucción, 10 mil pesos, y compró una estufa, colchones y utensilios de cocina porque el huracán se llevó todo, “todas nuestras cosas se dañaron”.
Después de esos hechos, dijo que habilitó su casa, construyó en el segundo piso, un cuarto más grande. Vive en la colonia Rinconada, con su esposo, sus dos hijas y sus nietos, en total son ocho ocupantes.
Sus nietos estaban alrededor de ella cuando se hizo la entrevista, y al escuchar, uno de ellos intervino y dijo que vieron cómo se inundó, que ellos se salieron con sus madres a otras casas.
Esa ocasión, la colonia Rinconada, así como el fraccionamiento Marquesitas, fueron zonas inundadas y varias de las familias que ahí viven todavía resultaron afectadas con las lluvias. Actualmente hay algunas obras por parte del gobierno del estado para evitar nuevas inundaciones.
En el caso del río La Sabana, se hizo la limpieza y dragado, y en el caso de la carretera que va a Llano Largo, entre la unidad Colosio y La Marquesita, se construyó un puente y siguen los trabajos de ampliación de la vialidad.
Texto: Aurora Harrison / Foto: Jesús Trigo
 

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