Guadalajara, Jalisco, 12 de noviembre de 2022. La generación Z fue la que mayor deterioro en su salud mental presentó tras el lapso más crítico de la pandemia, así lo demostró el Diagnóstico de Distanciamiento Físico-Social elaborado por académicos de la Universidad del Valle de Atemajac (Univa).
Esta investigación de autopercepción, hecha en plena pandemia entre abril y enero de 2020, recogió datos de 865 personas entre los 18 a los 75 años de edad, es decir, desde la generación Z, hasta los baby boomers.
El 63 por ciento fueron mujeres, el 36.4 por ciento fueron hombres y menos del 1 por ciento omitió su género. El 84 por ciento de los participantes residían en Jalisco y Michoacán.
Uno de los principales hallazgos fue que personas de la generación Z –nacidos a partir de los 2000– se percibieron menos resilientes ante el panorama de confinamiento traído por la llegada del Covid-19, percepción directamente ligada con la vivencia de emociones negativas.
“La menor capacidad de tolerancia y de frustración de los jóvenes, ya venía desde antes, entonces con la pandemia se acentúo”, aclaró la jefa de Investigación Univa Guadalajara, Irma Livier De Regil Sánchez.
Los participantes de la investigación puntuaron del 1 al 10 su capacidad de resiliencia; mientras que los baby boomers, generación X y los millennials obtuvieron puntajes por arriba de los 8 puntos, los jóvenes de la generación Z apenas alcanzaron 7.4 en puntaje.
Este grupo fue además el que experimentó mayores emociones negativas, tales como desánimo, enojo e indignación.
“Si ahorita los jóvenes están presentando estas expresiones post pandemia, la pregunta es, ¿cómo van a continuar?, ¿tristes o felices?, ¿cómo se van a estar canalizando todas estas experiencias cuando lleguen a la edad adulta?”, apuntó De Regil Sánchez.
“El mejor escenario, entre comillas, son las manifestaciones de ansiedad, que se coman las uñas, que muerdan cosas, que sean impulsivos; pero obviamente esto también se puede convertir en una situación que puede provocar suicidios, depresión, violencia”, abundó.
Por ello, indicó la académica, el papel de profesionales de la salud de las áreas de trabajo social, sicología y siquiatría, será primordial para hacer frente a estos rezagos emocionales.
Así mismo, será necesario que familiares, amigos y las personas en general sepan identificar si alguien ya manifiesta estas expresiones negativas y emocionales, y de esta forma poder acompañarles en ese proceso.
Texto: Mariana Quintero / Agencia Reforma
