Amalia Hernández, entre la tradición y el espectáculo

La coreógrafa y su ballet han recibido desde el inicio de su historia múltiples cuestionamientos, entre ellos haber “folclorizado” y hasta tergiversado las danzas tradicionales, y ser la...

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31 diciembre,2017 1:16 pm
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Ciudad de México, 31 de diciembre de 2017. A lo largo del año por concluir, se celebró el centenario del natalicio de la coreógrafa y bailarina Amalia Hernández, fundadora del Ballet Folklórico de México (BFM), con una variedad de actividades que incluyeron sendas galas en el Palacio de Bellas Artes, el Auditorio Nacional y el Festival Internacional Cervantino, giras por México y el extranjero, la entrega el domingo 10 de diciembre de la medalla Homenaje. Una vida en la danza, y la presentación el día 20 del libro Amalia Hernández, artista universal y profeta en su tierra, de Margarita Tortajada.

La agrupación, que desde hace más de cinco décadas se presenta religiosamente ante miles de espectadores en la sala principal del famoso recinto de mármol en la Ciudad de México, cumplió a su vez 65 años, desde su fundación en 1952.

La coreógrafa y directora artística de la compañía, Viviana Basanta, y el embajador José Luis Martínez Hernández, hijos de Amalia Hernández Navarro, hablan de temas como la concepción de su repertorio, la trascendencia de su obra, y del legado documental que se sigue estudiando y podría dar sorpresas, entre ellas nuevas puestas coreográficas.

Sin embargo, no todo pareciera tan festivo como sus escenas de danzas regionales, con trajes multicolores y alegres sones: La coreógrafa y su ballet han recibido desde el inicio de su historia múltiples cuestionamientos, entre ellos haber “folclorizado” y hasta tergiversado las danzas tradicionales, y ser la única agrupación dancística que tiene a su disposición el uso del Palacio de Bellas Artes, con tres funciones cada semana.

Por ello los medios hermanos responden asimismo a estas controversias.

La preparación

En una cafetería de Polanco, en principio, no dudan en calificar a Amalia Hernández como una visionaria que se preocupó por la preservación de su ballet, incluso cuando ella ya no estuviera, y encontró la “fórmula del éxito” para llevar el folclor a los escenarios.

Bajo el lema de “si el ballet no entra a la casa, la casa entra al ballet”, preparó a sus vástagos al tiempo que se apoyó en especialistas, escenógrafos, diseñadores, vestuaristas. Desde muy jóvenes, ambos estudiaron y después centraron sus esfuerzos en la compañía.

Según explica Viviana, hija del escritor argentino Joaquín Basanta:

“Creía profundamente en la trascendencia, visualizaba las trincheras en las que se podía apoyar y empujaba al ballet. En la parte cultural impulsó a José Luis Martínez, yo con ella en la parte artística, mi hermana Norma López en organización y ensayos, y Salvador López (nieto) en la cuestión administrativa.”

–¿Le asignó tareas a cada miembro de la familia?

–Conmigo fue muy directa al decirme “prefiero que no vayas a la escuela pero no dejas las clases de danza”.

A su vez, Martínez, hijo del historiador de la literatura y diplomático del mismo nombre, coincide en cuanto al apoyo familiar, pero también en el de colegas como Guillermo Ruíz, Eduardo Beristáin, Rosa Reyna, Felipe Segura, José Villanueva, Carlos Casados y Clementina Otero.

Amalia trabajó igualmente con otras grandes figuras como el escenógrafo Robin Bond; la diseñadora de vestuario ruso-americana Dasha Topfer, sus hermanos Delfina Hernández de Vargas en vestuario y escenografía, y el arquitecto Agustín Hernández Navarro, quien diseñó la escuela del ballet en la colonia Guerrero, pero también el centro de meditación para la coreógrafa en Cuernavaca (Proceso, 614) mismo que buscan rescatar, e incluso su casa y especialmente el proyecto de un teatro en Paseo de la Reforma que jamás se llevó a cabo.

Folclorización

Tanto Basanta como Martínez resguardan el archivo personal de Amalia Hernández con fólders llenos de documentos, hojas sueltas, tarjetas, dibujos, breves bocetos y anotaciones. Ahí se preserva la memoria del origen y proceso de creación de varias de sus piezas, incluso de los proyectos que tuvo y no terminó.

Cuenta Viviana:

“Mi primer trabajo, luego de bailar 22 años, fue reconstruir repertorios para que ella los corrigiera y editara. Tenía un proceso de investigación al cual seguía otro de inspiración y creación. Si era un tema prehispánico, reconstruía con base en imágenes de códices o de las pirámides, entre un movimiento y otro agregaba algo contemporáneo con sus estudios como bailarina contemporánea, clásica y de flamenco.

“El Ballet de los Mayas estuvo muy apegado al trabajo del arqueólogo Demetrio Sodi, para su investigación se fue con él a Uxmal, Palenque, Chichén Itzá, Tulum, toda la zona maya.”

–¿A qué puede atribuirse la trascendencia del ballet y de Amalia Hernández, en México y el extranjero, incluso a contracorriente de las críticas?

Responde Martínez:

–Creo que encontró la fórmula para llevar el folclor al escenario mostrando un respeto e interpretando con las técnicas del escenario teatral.

Y comparte respecto a las críticas:

“Hace tiempo una amiga me dijo: ‘están alterando el traje de la china poblana’. Y me mandó las fotos con un águila mexicana de finales del siglo XIX. Le respondí enviando una del siglo XVIII, donde el traje se ve igual al del ballet, la única diferencia es el vuelo y el color más intenso.”

Añade Basanta que a este traje se le bordó la lentejuela sobre el color. Y que basta comparar un traje de china del porfiriato con el de la época posterior para ver que son distintos. Pone otro ejemplo:

“Las danzas de Veracruz no se bailaban con el traje blanco, de hecho la única que lo usaba era la novia. En Tlacotalpan las mujeres se ponen rosa o azul en las faldas. Fue idea de mi mamá llevar el traje blanco al escenario, darle vuelo y proyectarlo a la distancia para que lo viera tanto el de enfrente como el de atrás. Creo que hizo un homenaje a México, no hacía coreografías sin estar en las regiones, y se traía la esencia porque había que sintetizar. No puedes poner el Carnaval de Veracruz, que dura dos horas.”

Basanta enfatiza que hay muchas compañías de creación y no de recreación. Considera que la de su madre tiene mucho de creación pues los bailes de los mayas, aztecas, olmecas, son creaciones, “no hay de dónde sacar más que de figuras, la música está inspirada en las obras de Silvestre Revueltas La noche de los mayas y Noche de jaranas, las recompuso un músico con instrumentos prehispánicos y añadió instrumentos clásicos”.

Menciona también el caso de Tixtla:

“Ella decía que llegó y le pareció un pueblo alegre y sin embargo no se usaban muchos colores, quería expresar el sentir de una tierra llena de alegría y vida, de ahí el amarillo en el traje. En Guerrero el pañuelo tiene un lenguaje, quizás no se usa idéntico porque se amplía el movimiento en escena, pero el lenguaje del pañuelo está presente.”

–Se ha dicho que folcloriza.

Basanta:

–Creo que Amalia, como artista dinámica, creó un espectáculo muy contemporáneo que parece hecho para hoy.

“Cuesta trabajo que el bailarín, en un proceso de interpretación de un tema místico, le diga al público algo que no está sintiendo. Trata de hacerlo, pero no lo siente. En el pueblo la gente baila para sí misma, para sus dioses, para su santo patrono, o la fiesta pagana, pero en el momento en que a cualquier grupo le marcas ‘1, 2, 3, 4 a la derecha; 5, 6, 7, 8…’ y que dure dos minutos y no 24, ya no es lo mismo. Pueden decir que en un salón de clases se enseña lo tradicional, pero en el momento en que lo academizas ya no es, aunque el paso sea idéntico, rompes con la originalidad.”

Es muy distinto –insiste– cuando se va a una región: entonces se prefiere, “desde luego, ver bailar a la gente”. Ella acaba de ir a comunidades como Tixtla y Ayotzinapa en Guerrero para presenciar las fiestas de la Anunciación de María en los barrios, invitada por el maestro Juan Carranza, donde incluso hay que pedir permiso.

–Cuando Amalia Hernández viajaba a las comunidades, Tixtla, Veracruz, etcétera, ¿qué era lo que más le gustaba?, ¿cómo decidía cuál de las danzas podría llevarse para montarla?

–Yo creo que iba construyendo las coreografías con base en ciertos equilibrios que requiere el escenario, con ciertas energías –responde Basanta–. Tú no puedes mantener una creación al tope de energías, debes tener ciertas dinámicas… Leyendo mucho de esto, me da la impresión de que cada vez que iba a hacer un proyecto se enamoraba del lugar, y entonces cambiaba de enamoramientos porque, por ejemplo, le gustaba ir a Veracruz, el hotel Mocambo le encantaba.

Texto: apro/ Foto: Cuartoscuro.

 

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