Antonio Vázquez y el material de las pesadillas

Adán Ramírez Serret   Mientras leía el más reciente libro de relatos Señales distantes de Antonio Vázquez (Tucson, Arizona, 1988), tenía en la mente las palabras con las...

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4 diciembre,2020 4:57 am
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Adán Ramírez Serret

 

Mientras leía el más reciente libro de relatos Señales distantes de Antonio Vázquez (Tucson, Arizona, 1988), tenía en la mente las palabras con las que cierra Bernardo Esquinca muchas de sus presentaciones y entrevistas, el escritor mexicano de relatos de terror y misterio, suele desear Felices pesadillas a público y periodistas.

Eso sucede justamente con este segundo libro del oaxaqueño Antonio Vázquez –sí, nació en Arizona pero es hijo de oaxaqueños y ha pasado gran parte de su vida en Oaxaca–; cuando uno lo lee, piensa en las pesadillas pero no necesariamente unidas al sufrimiento, sino más bien al placer de asustarse, de extrañarse ante la naturaleza del mundo, de descubrir ese otro lado de la luna; las espaldas de la realidad de las que siempre huimos y las que sólo podemos tocar en sueños, cuando algo misterioso nos sucede o junto a las llamas de una fogata durante una noche oscura.

PRIMA MATERIA, relato con el que abre el libro, es la historia de un joven que siempre ha vivido la vida desde fuera; se ha pasado sus días recluido por una condición que lo atormenta. Así que observamos el mundo desde sus ojos, no se sabe bien qué es cierto o qué es verdad. Qué es delirio o realidad.

Antonio Vázquez, es uno de los autores más interesantes y enigmáticos del panorama de la literatura mexicana contemporánea, porque se mantiene lejos de las modas del mundo literario y más bien parece venir de otro tiempo.

Por ejemplo, en el segundo relato, La jaula, parece hacer una homenaje al célebre poema de Edgar Allan Poe, The raven. Un hombre se obsesiona con un perico hasta llegar al delirio.

Su literatura es literaria sin que el lector se dé necesariamente cuenta o no importa si lo hace o no. Esto sucede desde su primera novela, Ausencio, en donde aparece un México profundo y personajes fantasmagóricos en un pequeño pueblo y el hombre está obsesionado por su padre o por su ausencia, precisamente y por supuesto, todos pensamos en ese momento en Juan Rulfo.

La literatura de Antonio Vázquez viene de la soledad, las pesadillas y los libros, quizá, en esencia, toda literatura lo haga, pero en los libros de este autor oaxaqueño, parecen ser una constante que asedia a los personajes.

Señales distantes cuenta la desaparición de una chica y el terrible vacío que deja en su familia, y DÉJÀ VU cuenta la vida de una mujer a quien le encanta leer y escribir, pero como su esposo es escritor, siente cierta timidez y aversión a publicar. Son relatos contados por voces femeninas. Dan la impresión de ser un homenaje constante, una asimilación, un agradecimiento –como Vázquez lo hizo con Rulfo en su primera novela–; a dos autoras de la Generación del Medio Siglo o de La Casa del Lago; son un desdoblamiento de Amparo Dávila o Inés Arredondo, dos cuentistas extraordinarias que deslumbran y erizan la piel al mismo tiempo.

Señales distantes es un conjunto de relatos en donde nos enfrentamos a un México profundo no sólo porque sucede en pequeños pueblos, alejado de las grandes ciudades, sino también porque es posible habitar en estos cuentos las atmósferas que construye la imaginación motivada por el miedo, la culpa y el deseo. En cada relato la trama resuena a través de un lenguaje íntimo y sugiere una historia soterrada, siempre mantenida en silencio.

En estos relatos nos estremecemos y somos felices por habitar pesadillas.

Antonio Vázquez, Señales distantes, Ciudad de México, Almadía, 2020. 129 páginas.

 

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