Así menos…

Héctor Manuel Popoca Boone

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19 mayo,2018 6:37 am
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Héctor Manuel Popoca Boone
 
Señores empresarios de México, me dirijo a ustedes, a raíz de su manifiesto emitido a la opinión pública hace poco más de un par de semanas. En él plasmaron la visión que tienen ustedes sobre nuestra nación; en contraste con la realidad de los muchos desposeídos que la habitan.
Permítanme de entrada reconocer la aportación positiva que han hecho al crecimiento de nuestra nación, como destacados organizadores del esfuerzo humano, administradores de los elementos de la producción, del capital y de las artes gerenciales, mercadológicas y tecnológicas; todo, con el propósito de otorgarles a los productos y servicios vendibles en el mercado, un mayor valor del que originalmente poseían.
Todos sabemos que la construcción de la pirámide mayor de Egipto se debió a la visión y ego del Faraón Keops. Pero no se nos escapa de la memoria que fue obra de cientos de miles de esclavos que las hicieron posibles a partir de sus propios esfuerzos físicos y pérdidas de sus vidas. Ese es uno de los múltiples ejemplos emblemáticos que nos ofrece la historia universal. Las grandes cosas humanas no son producto tan solo del empeño de un solo ser o grupo humano, sino del trabajo de todo un colectivo social.
Sea lo que fuere, la contribución de ustedes para el progreso y formación de riqueza social en México ha sido clara, pero también ha sido evidente la excesiva concentración de la misma en sus manos. Es un excedente económico anual, producido por la sociedad en su conjunto, bajo la conducción de ustedes pero también de quienes lo han generado materialmente: los trabajadores del campo y de la ciudad. Además, siempre hay una contribución que nos ha proporcionado nuestra madre naturaleza, que la mayoría de las veces la hemos dilapidado: el usufructo de los recursos climáticos, naturales, energéticos y territoriales. Que son también patrimonio de todos los que habitamos este territorio nacional.
Ustedes saben organizar y administrar los otros eslabones de las cadenas de valor, a partir de una masa inicial económica acumulada, generada también como esfuerzo inicial de todos. Hablo de las ganancias monetarias. El eterno acicate del capitalismo, salvaje o no; aun cuando la mayor de las veces, lamentablemente la ambición desmedida de los intereses económicos, desborda la moderación sin mayor miramiento al prójimo.
Aceptada esa riqueza nacional como producto social, su distribución debe realizarse con la equidad socialmente correspondiente; que refleje la aportación de cada cual con justeza. Eso no ha sido así, provocando la pobreza de muchos mexicanos, en contraste con la riqueza acumulada de unos cuantos, a lo largo del tiempo. Parte de esa riqueza social se orientó hacia el consumo suntuario e insultante por ustedes, además de su sustracción fuera del país.
Históricamente el problema radica cuando una de las partes quiere abusar y apoderarse de más de lo que le corresponde. Los que parten y comparten el pastel horneado por todos, se quedan con la mayor parte y casi siempre dejan una porción pequeña a los demás. Es una situación que la historia universal nos muestra, una y otra vez: la generación de sistemas sociales con suma inestabilidad colectiva y de escasa gobernanza; que deviene estados fallidos, caóticos o dictatoriales. En donde a la larga todos saldremos perdiendo, sin distinguir “toga, lira o talega”
No son tan solo ustedes los que generan el crecimiento económico y los empleos del país, mérito igualitario es el de los trabajadores. Ambas partes son invaluables en toda sociedad moderna. Entre todos debemos darnos la seguridad, respeto, equidad, confianza, justeza, certidumbre, ambiente digno y necesario, para que el esfuerzo sea valorado en todo por todos orgullosamente. No conviene seguir en la brutal desigualdad social que nos caracteriza mundialmente y que es vergonzante para todos. El hambre no conoce de moderaciones de ninguna especie; y cuando estalla no conoce límites y arrolla con todo. México ya tiene varios millones de seres humanos en la pobreza extrema.

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