Busca el pintor Rogelio González Balbuena darle voz a la naturaleza con su obra

El arte es una poderosa herramienta de resistencia y tiene que utilizarse para generar conciencia, considera el creador, quien expone en la sala Nicolás de Jesús del Centro...

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22 febrero,2020 9:50 am
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El arte es una poderosa herramienta de resistencia y tiene que utilizarse para generar conciencia, considera el creador, quien expone en la sala Nicolás de Jesús del Centro Cultural Jacobo Harootian en Zumpango.

Zumpango, Guerrero, 22 de febrero de 2020. El arte es una poderosa herramienta de resistencia y tiene que utilizarse para generar conciencia, consideró el pintor Rogelio González Balbuena.

En una visita a su exposición en la sala Nicolás de Jesús del Centro Cultural Jacobo Harootian en Zumpango, afirmó que la actividad artística es necesaria en la vida humana, porque “cuando te sensibilizas, desde que despiertas puedes apreciar obras de arte, puedes tener la noción de que cada instante puede ser maravilloso”.

La exposición Percepción Natural II “es un discurso que pretende mostrarnos la belleza rural en distintas facetas, unas tal vez un poco cándidas y otras llenas de violencia, en cualquiera de los casos encontraremos el móvil del artista para crear sus sinceras preocupaciones y desbordantes pasiones. Representa una oportunidad para descubrir nuevas formas de percibir el mundo”, dijo en la inauguración el escritor José Luis Amaro.

El pintor Rogelio González Balbuena muestra su mural en una casa de Zumpango, durante una entrevista con El Sur.

Rogelio Glez, como firma sus obras, nació en Quechultenango, tiene 29 años, comenzó a dibujar a los 8, “y a los 13 decidí que sería pintor algún día”.

“Se me hizo muy placentero, nunca fue forzado y sobresalía en eso. Se podría decir que soy autodidacta, pero he asistido a talleres de técnicas y material, la mayoría es experimentación”, relata.

Participó en talleres que ofrecía la pinacoteca de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), y recuerda con gran aprecio al maestro Jaime Tomatzin.

A los 19 años salió a la Ciudad de México a nutrirse y pulir su técnica, “me dieron clases maestros egresados de Bellas Artes, tomé acuarela y forma humana, regresando a Guerrero hice paisajes”.

En cuanto a su inspiración dice que su papá es campesino y le ayudó acompañarlo a las faenas diarias en las tierras de labor, “desde pequeño percibía cosas, que el aire y las aves conversan, percibo cosas como de otra dimensión y me gusta darles voz, mi obra trata del lenguaje de la naturaleza, llevo unos cuatro años en ese tema”.

“En el campo se nota el deterioro, que la gente es inconsciente, ves todo talado, sucio, basura en el río, quemas ilegales, es muy rara la comunidad que respeta a la naturaleza”, describe.

“La meta de mi obra es hacer consciente a la gente sobre la naturaleza, hacerla sensible, es importante ser conscientes de la naturaleza porque no podemos vivir sin ella, somos parte de ella, creo que la naturaleza nos quiere decir que no podemos vivir sin ella, el simple hecho de ver un árbol te relaja, el contacto con la naturaleza es terapéutico”.

Dice que cada una de sus piezas es una metáfora, y en la exposición se pueden observar las murallas de Quechultenango, unas milpas que parecen danzar en una coreografía con el viento.

“Tenemos que acercarnos a la naturaleza, protestar por los árboles, por los animales, estamos desconectados de la naturaleza y eso es grave”, advierte.

Afirma que es difícil en Guerrero vivir del arte, aunque “de un año para acá he vivido más de la pintura”.

Mostrar el dolor de la naturaleza

El recorrido por su exposición empieza con la belleza de las flores, abejas y otros insectos, pero al final del camino “la gente se encuentra con la cruda realidad, lo que está pasando actualmente”, ya que presenta incendios forestales, contaminación, deforestación y los efectos de estos fenómenos en los animales.

“Creo que mi objetivo más difícil es transmitir ese dolor de la naturaleza al espectador, pero la pintura es una herramienta fuerte y precisa y podemos hacer que se logre”.

“Es complicado conectar a la gente con el arte, hay que enseñar que el arte no muerde y es una herramienta muy poderosa, debemos empezar con los niños que son más abiertos”, dice mientras observa su obra Atrapados en el fuego, un incendio forestal con aves, y un venado “que es el alma de la naturaleza”.

Lamenta que le ha sido difícil dedicarse a pintar y vivir de ello, “estuve 10 años sin vender, sin exponer, pero sin dejar de pintar, siempre con la idea de montar una exposición, me gustaría salir de Guerrero, llevar la fuerza del paisaje a otros lugares”, e insiste: “el arte es resistencia”.

Texto: Rosendo Betancourt Radilla / Foto: Lenin Ocampo Torres

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