Acapulco, Guerrero.A pesar de la violencia, visitantes provenientes de Canadá y Estados Unidos prefieren estar en Acapulco que en cualquier otro sitio de playa mexicano.
La vista de la bahía, la anfitrionía del encargado del condo hotel y la dinámica de la ciudad son motivos para sus largas estancias desde hace más de una década.
Franco Oliva es un italo-canadiense que desde 1970 viene al menos dos veces a Acapulco para pasar largas temporadas cerca del mar.
Sentado en el lobby del hotel y condominio Torres Gemelas, presumió ser dueño de un departamento en la zona “más bella” con amigos y gente amable, para luego volver a London, en Ontario, adonde llegó “por trabajo” desde su natal Italia.
Franco dijo que en 1970, cuando cumplió 25 años de matrimonio, hace ya 30 visitó Cuba, pero no le gustó porque entonces, había una cercanía con el gobierno ruso y les prohibían tomar fotografías casi a todo.
“Ese mismo año, venimos al Campeonato Mundial de Futbol en la Ciudad de México y 35 de nosotros tomamos un autobús para venir a Acapulco. Subimos al autobús y venimos. ¡Me encantó! Desde entonces vengo dos veces o más al año, en octubre durante un mes, luego vuelvo a mi casa para pasar la Navidad y año nuevo, regreso en enero y hasta marzo. Este año me regreso el 15 de marzo”, contó.
Para el señor Oliva los gobiernos canadiense y estadunidense sólo quieren desprestigiar al puerto de Acapulco maximizando las alertas de viaje y prohibir a sus connacionales venir a ciertos sitios mexicanos.
“Podría ser peligrosa la ciudad”, comentó, pero luego añadió “hay otras playas que no son peligrosas como La Gloria, Bonfil, Puerto Marqués o Revolcadero. “La migra americana no tiene turistas en Florida, California y quiere fabricar que Acapulco es muy peligroso, pero no. Acapulco no es peligroso. Todo el país tiene un área peligrosa, pero ando libre. Si alguien busca drogas, seguro busca problemas, pero nosotros no buscamos eso, a mí me gusta el mercado, la Costera, Puerto Marqués, es muy bonito todo el año”, expresó.
“Son muy bonitas, Ixtapa, Zihuatanejo son muy bonitas también, pero me gustan las ciudades más grandes como Acapulco”, agregó.
Sobre la comida, confesó que prefiere el espagueti por sobre todas las demás, pues con el símil de que el mexicano que no come tortillas, no lo es, para Franco “si un italiano no come espagueti en una semana se puede morir”.
Desde 1960 se casó y hace apenas 3 años que su esposa murió. Sin embargo, para Franco Oliva las asiduidad de pasar largas temporadas en Acapulco será heredada a su hija y a dos nietos, pues viajan también para disfrutar de la playa y el clima, además que dos de sus hermanos también son dueños de otro departamento.
De cuando los turistas abarrotan los cuartos durante fines de semana o en puentes, explicó que junto con un grupo de amigos, se van fuera del bullicio de la ciudad y a donde no hay tantos turistas.
“Este hotel no podrá ser de 5 Estrellas, pero todo lo que tenemos es fantástico, porque todo es cálido, son amables. No puedo vivir aquí porque mi familia están en Canadá, pero ellos también vienen”, comentó.
Proveniente de Chicago, Jeffrey lleva 11 años viniendo a Acapulco pues confesó es su favorito; se queda en promedio cuatro meses y celebra que el puerto sea gay friendly.
Aunque ha visitado otras ciudades de playa como Puerto Vallarta o Cancún, confesó también que le gusta el trato que recibe en Acapulco.
“Tengo un amigo en Chicago que me preguntó antes de venir, por qué no visitaba Acapulco. La primera vez me gustó, la segunda vez que vine me gustó más y ahora me encanta, especialmente ahora”, sostuvo.
Cuando se le preguntó si percibía la situación de inseguridad, dijo que no pues se sentía afortunado.
“Vengo aquí para divertirme”, expresó.
Texto: Karla Galarce Sosa / Foto: Jesús Trigo