Cambiar de planeta

Efrén E. García Villalvazo

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25 enero,2020 5:35 am
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Mar de Fondo

Efrén E. García Villalvazo

Durante una plática de divulgación ofrecida a alumnos de secundaria en donde se comentaba acerca de las conexiones –y consecuencias– globales de los incendios de Brasil, los de Australia y la problemática ambiental con aguas residuales en la bahía y los plásticos encontrados en las playas acapulqueñas, uno de los muchachos lanzó una pregunta muy de su época:

–¿Y cuántos años nos quedan para salvar al planeta…?

–Pocos, muy pocos, fue la respuesta. Y con las grandes desventajas que hemos heredado de la generación anterior, que a su vez aumentadas heredamos a la que nos sigue, con agua escasa y contaminada, reservas de flora y fauna muy mermadas, un proceso de calentamiento global creciendo a toda máquina y como motor principal de todo esto una sociedad de consumo con un apetito voraz.

La educación ambiental, reconocida tardíamente como importante, ya poco puede hacer para enfrentar el tsunami de consecuencias que brotan por todo el planeta. En Brasil se ha demostrado que el desarrollo económico tradicional se sobrepone con toda facilidad por sobre el que pregone sustentabilidad, cambiando inmensas superficies de valiosísima selva virgen por tierras pobres para cultivo y cría de ganado. En Australia la historia parece no ser muy diferente, pues los mapas satelitales que se han presentado en esta temporada de incendios deja ver que es el cambio de uso de suelo para cría de ganado el que ha matado más koalas, wallabis y todos esos seres tan emblemáticos de la fauna australiana que cualquier otro incendio registrado en esa tierra a la que ahora rodea el luto por los millones de seres silvestres que murieron quemados. Bomberos hechos y derechos lloraban ante cámaras al recordar los bramidos de estos animalitos en las copas de los árboles mientras el fuego los devoraba. Parece ser que varios de estos incendios fueron provocados. ¿Para dedicar más tierra al ganado? Es muy probable. Con el tiempo lo descubriremos.

La educación ambiental actualmente es muy usada para justificar que “algo” se está haciendo. Sin embargo, para que esos “estudiantes ambientales” lleguen al lugar donde puedan hacer algo, en unos 20 o 30 años, será demasiado tarde. El mundo se fragmenta como una bolsa “biodegradable” de Oxxo y no habrá suficientes piezas para mantener en pie los ecosistemas de mantenimiento mínimos que requiere la vida que actualmente usa el planeta.

Sin embargo, la vida sigue y a los que deben vivirla comienzan a buscar opciones.

–¿Y qué hay de cierto que se han descubierto algunos planetas a los que podremos migrar para escapar de la Tierra?, pregunta otro muchachito buscando un caminito, haciendo uso de un maravilloso sentido práctico –y quizá de una inercia producto de la cultura de consumismo en la que se ha desarrollado hasta ahora– busca un nuevo planeta para dejar atrás el que ya no sirve. Como cambiar de teléfono. Como cambiar de casa. Cambiar de planeta. Las implicaciones hacen sonar todas las alarmas de una sociedad.

Un nuevo planeta. ¿Ya llegamos a esto? La carita del niño se encendió de gusto cuando le dije que efectivamente se han descubierto planetas con condiciones “similares” a la Tierra como una alternativa a la que ahora destruimos indiscriminadamente. La exploración espacial sigue teniendo su atractivo como aventura, pero ahora con un componente de asunto obligado al ver el deterioro acelerado de la vieja y confiable Tierra que al parecer ya se cansó de cargar con todos nosotros. Claro que no es garantía de que el nuevo planeta para desarrollar se vaya a conservar en buen estado: el que pretendemos dejar atrás no habla bien de los humanos. Tecnológicamente se avanza mucho –a un costo ambiental muy elevado– y las soluciones pudieran llegar en el mediano y largo plazo. La crisis ambiental la tenemos ya aquí y los puntos de no retorno en un muy cercano mediano plazo. Las cuentas no nos dan.

Volteo a ver hacia atrás y me admiro de que en tan poco tiempo hayamos destruido tanto. Inventos como el PET, los combustibles fósiles y la maravillosa química orgánica e inorgánica que abrazamos sin límite motivados por un sistema de consumo al que somos adictos exterminan al organismo huésped. Pasa frente a nuestros ojos y no lo creemos. Todavía es tema de debate.

Sin embargo, la generación nacida del año 2000 a la fecha ya no cree ni espera nada.  Aparecen niños ambientalistas en todo el mundo cuestionando el pobre desempeño de la generación de sus padres para conservar su planeta de origen. Aparecen también niños que por otro lado ya buscan como dejar atrás un planeta que poco ofrece para ellos en el futuro. Y en este amplísimo abanico de posibilidades nuestra generación queda atrapada sin respuestas y sin propuestas. Se ha terminado el espacio para la simulación. El tiempo de vida de nuestra generación está sólidamente asociado con el tiempo que se mantengan de las condiciones actuales del planeta, que son donde como civilización podemos vivir. Más allá es terra incognita. Como migrar a un nuevo planeta.

Twitter: @OceanEfren

* El autor es oceanólogo (UABC), ambientalista y asesor pesquero y acuícola. Promotor de la ANP Isla La Roqueta, del Corredor Marino de Conservación del Pacífico Sur Oriental además de impulsor de la playa ecológica Manzanillo.

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