Este martes prestarán juramento las siete mujeres y cinco hombres integrantes del jurado; hasta que testifiquen se mantendrá en secreto el nombre de los testigos del caso.
Nueva York, 12 de noviembre de 2018. Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán, debe su apodo más conocido a sus poco más de 1.60 metros de estatura.
Los distribuidores de cocaína colombianos le pusieron otro: El Rápido. La velocidad con la que metía droga en Estados Unidos era increíble. Uno de los sistemas que empleó fueron túneles bajo la frontera en la que ahora quiere construir su muro Donald Trump.
Han tenido que pasar casi 30 años desde que fundó el Cártel de Sinaloa con dos socios para que la Justicia de Estados Unidos, que estuvo años persiguiéndolo, vaya finalmente a juzgarlo.
Siete mujeres y cinco hombres tienen el destino del capo mexicano en sus manos en un juicio oral que arranca este martes en la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, en el barrio de Brooklyn.
La cadena perpetua se cierne sobre El Chapo
Basta con que sea declarado culpable en uno de los 11 cargos de narcotráfico, conspiración y lavado de dinero de los que está acusado para tener que pasar el resto de su vida en la cárcel.
El principal cargo es el de manejo de organización criminal, una forma legal de decir que lideró el cártel de la droga más importante en la historia de México.
Este martes prestarán juramento los 12 integrantes del jurado. Sus identidades se mantendrán en secreto y durante el juicio estarán protegidos por agentes federales armados para evitar coacciones del entorno de El Chapo.
La fiscalía y la defensa de Guzmán, liderada por los abogados Eduardo Balarezo y Jeffrey Lichtman, harán sus exposiciones iniciales también este martes. Es el juicio por narcotráfico más importante de las últimas décadas.
Viaje incierto
Para el gobierno estadounidense, el Cártel de Sinaloa es “la mayor organización de tráfico de drogas del mundo”.
Según la agencia antidroga DEA, hubo un tiempo en el que ese cártel fue el mayor suministrador de estupefacientes en el país: cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas.
Estados Unidos y México calculan que El Chapo amasó así un patrimonio de 14 mil millones, pero hasta hoy no han podido dar con un solo centavo.
Cuando a El Chapo lo metieron el 19 de enero de 2017 en un avión, el narco pensó que México lo extraditaban a California. Pero tras varias horas de vuelo, aterrizó en Nueva York.
Podría haber sido también en Chicago o en Texas, entre otros lugares, ya que tiene causas pendientes con la Justicia estadunidense en siete tribunales federales del país.
Que Chicago lo declarara enemigo público número uno, un título que solo comparte con Al Capone, da cuenta de la envergadura que tiene en el país.
Llegó a estar considerado como el narco más poderoso del mundo, por encima incluso de lo que fue Pablo Escobar (1949-1993), quien al frente del Cártel de Medellín sembró durante 15 años el caos en Colombia. De hecho, el hueco en la distribución de droga en el continente que este dejó al caer lo ocupó El Chapo.
Estados Unidos pasó años persiguiéndolo. La DEA llegó a ofrecer una recompensa de 5 millones de dólares cuando escapó en 2015 de una cárcel mexicana por un túnel de 1.5 kilómetros cavado bajo la ducha de su celda. Fue su segunda huída de un penal mexicano.
Para evitar que eso ocurra en Estados Unidos, ha estado desde su extradición en el Metropolitan Correctional Center de Nueva York. El edificio situado en el extremo que el Puente de Brooklyn tiene en Manhattan no parece una cárcel por fuera. Pero es una de las prisiones de mayor seguridad del país. La llaman “el Guantánamo de Nueva York” porque allí ha habido presos de Al Qaeda.
El abrazo negado a su esposa Emma Coronel
De su celda en la décima planta, en la sección más vigilada, El Chapo ha ido dejando pasar el tiempo leyendo páginas de una biblia que no le permitieron tener hasta comienzos de este año y revisando documentos para preparar el juicio. Un proceso en el que la fiscalía llamará a declarar en su contra a narcos encarcelados que antaño fueron sus socios y hasta sus amigos y ahora han accedido a cooperar con la fiscalía.
Sus identidades son secretas hasta que testifiquen. Pero todo apunta a que se verá a Dámaso López, El Licenciado –quien abrió una guerra con los hijos de Guzmán por el control del cártel tras la extradición de éste– y a Vicente Zamabada, hijo de uno de los narcos que fundaron con El Chapo el Cártel de Sinaloa.
Monitoreada continuamente, en la celda de Guzmán no se apaga la luz jamás. La de la calle, en cambio, no la ve, pero a través de una pequeña ventana opaca intuye si es noche o día, según su abogado. Sale una hora diaria, cuando lo visitan sus gemelas de siete años –las únicas con permiso– o cuando lo hace su defensa.
A su mujer, la ex reina de belleza Emma Coronel, solo la ha visto a distancia, sentada entre los bancos del público, en las citas preparatorias del proceso ante el juez Brian Cogan, el encargado del caso.
La semana pasada, en medio de la selección del jurado, sus abogados pidieron al magistrado que le permita abrazarla este martes. Concedérselo sería “un gesto humanitario” ante el “deterioro” de la salud mental y emocional de Guzmán, dijeron. El magistrado lo denegó.
Texto: Sara Barderas / DPA
Foto: Fotograma Cadena Telemundo