Derecho a escandalizar; el cuerpo como discurso político

(Segunda parte) Federico Vite Qualcosa di scritto es el título de la “Nota 37” de ese extraño producto literario que es Petróleo, de Pier Paolo Pasolini. Es una pista...

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8 marzo,2022 5:18 am
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(Segunda parte)

Federico Vite

Qualcosa di scritto es el título de la “Nota 37” de ese extraño producto literario que es Petróleo, de Pier Paolo Pasolini. Es una pista vital más que una simple anotación, podría entenderse como la sombra que proyecta el autor sobre los artistas de Italia. Así lo vio el traductor, ensayista y narrador Emanuele Trevi, quien toma ese concepto como eje para escribir el libro Algo escrito (Traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona. México, Sexto Piso, 2019, 216 páginas) en el que fusiona la autobiografía, el ensayo, la crítica literaria y el relato de viaje. Define a Petróleo como un libro antiguo, de los que ya no se escriben, en el que analiza el poder y eso lo relaciona con un tiempo en el que la literatura no estaba tan interesada en divertir sino en denunciar, en criticar y en desmenuzar los recovecos de la psique humana.
Gracias a Trevi sabemos que Pasolini estaba interesado en asomarse al misterio de la muerte. Por principio, usó la violencia en la última novela que escribió porque la comprendía a la perfección y eso le permitía estudiar de otra manera a los poderosos. Sabía que el poder suele manifestarse de mejor manera en las historias violentas, en ellas se encierra el enigma de la muerte.
Mediante el análisis de Trevi se intuye que Pasolini, para convertirse en él mismo, logró “exponer cada centímetro de su propia carne” en un artefacto.
Algo escrito enlaza tres aspectos principales: Laura, amiga íntima de Pasolini; Pasolini y Petróleo, porque eso le permite al lector comprender que esa obra está directamente relacionada con los últimos años de vida de Pasolini, pero no de una forma literal, sino simbólica.
Para Trevi, el análisis crítico de la novela póstuma e inacabada de Pasolini obliga a repensar la relación entre la literatura y el cine, en especial, con Saló o los 120 días de Sodoma. Es un vínculo que da la mano a dos expresiones artísticas, porque el cine también tiene un lenguaje y el lenguaje cinematográfico de Pasolini empalma la voluntad de su último libro: desnudarnos para mostrar en lo que nos hemos convertido.
Obviamente Trevi detalla anécdotas picantes y coquetas en las que se detalla la picardía e inteligencia con la que Pasolini se relacionaba con jóvenes actores, escritores y bohemios. Especialmente con los bohemios. Pero no suscribe el análisis sólo a la veta gay del artista, sino que detalla el enorme esfuerzo y dedicación que ponía, con una humildad forzada, en la literatura y el cine y lo hacía porque descubrió algo que le cambió la vida: “Como un personaje de un libro de ciencia ficción catastrófica, de una pesadilla de Philip K. Dick, Pasolini descubre la horrenda verdad que se esconde tras las apariencias y llama a la puerta de sus semejantes para comunicarles lo que ha descubierto antes de que venga alguien y lo elimine. Hay que insistir en el modo de conocimiento, que es corpóreo antes que intelectual, y es la directa consecuencia de un estilo de vida, no de un sistema de pensamiento y definiciones”, asevera Trevi y desnuda un aspecto que pasan por alto la mayoría de los críticos: el estilo de vida de Pasolini al que de pronto se le instala “la moda en las huestes de la cabeza de la muerte”.
Algo escrito se clarifica una vez que el lector acaba el libro, así se anudan los hilos sutiles y discretos que unen las notas, la autobiografía, el ensayo, la crítica literaria y el relato de viaje. Es decir, en este proyecto se percibe el efecto de una vida, la de Pasolini, en la de Trevi. Se conocen pues dos facetas importantes del autor: la primera, capacidad para desnudar Petróleo, entendido, por cierto, como una opción radical de Pasolini, un relato que borra los límites entre la vida y la literatura, un camino iniciático que lleva a la visión de un profeta; la segunda, virtuosismo para exhibir a los amigos de Pasolini como monstruos heridos, inteligentes y talentosos.
Trevi se desempeña como exégeta de Pasolini para dar un correlato del mundo más allá de los tétricos y alarmantes resabios de la conformidad y de la mediocridad. Por ejemplo, Trevis nos dice que los últimos años de vida Pasolini usó a menudo la palabra genocidio porque diagnosticaba genocidios en todas partes cuando veía que la publicidad era la nueva policía secreta y conducía a la humanidad a una terrible catástrofe.
¿Qué vio Pasolini para emprender Petróleo? Para él, señala Trevi, la humanidad ha sido sustituida por una especie nunca vista, demente y monstruosa. Es como un pueblo de extraterrestres que bajo la apariencia humana sólo albergase oscuros propósitos de destrucción y de dominación. Es decir, no cree que Pasolini hubiera muerto debido a la denuncia que hacía de los empresarios petroleros, sino que ese libro le abrió la posibilidad del conocimiento total y con ello perdió el miedo a la muerte. Empezó a imantar el poder de Thanatos. Se asomó cada vez más al foso sin fondo. “Petróleo es la crónica en directo de una iniciación, o de una toma de posesión de la realidad”, asevera Trevi y agrega: “El hecho es que ‘contar pone en riesgo, y por tanto trastorna, al ser. El sujeto narrante, ante su frase fundadora, entra en estado de crisis’”.
Sobre ese basamento de citas, pensamientos, notas, referencias y poesía, Trevi encuentra que Pasolini reprodujo el misterio de Eleusis, ritual misterioso que celebraban la historia de Deméter y Perséfone. Todos los iniciados juraban guardar, bajo pena de muerte, los detalles del ritual. Pasolini tomó varias referencias de ese misterio y en su última novela abordó ese mito; lo reprodujo. Sabemos que quienes participaban en los misterios de Eleusis cambiaban para bien y para siempre, además, ya no temían a la muerte. Petróleo reproduce ese misterio. Esa voluntad que sólo puede ser narrada de soslayo, pero aún así evidencia la existencia de una superestructura. Un más allá que “parece un relámpago”.
Se necesita que la vida se convierta en literatura y la literatura en vida para emprender una proposición literaria como la de Trevi en Algo escrito, un libro, por cierto, que no tiene desperdicio; rebosa en humor, sabiduría e inteligencia.
En italiano, Qualcosa di scritto se considera una novela de no ficción. Tuvo una impresionante fortuna tanto en la crítica especializada como en la venta de ejemplares y obtuvo varios premios, pero lo más interesante (el oropel de los premios siempre es una bocanada que no da mucho más que la posibilidad de seguir escribiendo) es que se trata de uno de esos libros que ya no se escriben, porque lo de Trevi no es entretener sino pensar y hacerlo en grande, con seriedad y con humor. También critica, por ejemplo, que los diálogos de varios libros de Pasolini son torpes, raros, pero todo eso se debe a que Pasolini había dejado de escuchar a todo mundo y sólo hablaba para sí mismo. Un fino dardo con veneno.
Finalmente, una de las más útiles enseñanzas de Algo escrito es la lección mayúscula de Pasolini: “La rabia es más importante que el talento, el talento puede tenerlo cualquier burguesucho, la rabia no, la rabia es un don raro, hay que cultivarla”.

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