El calvario de los artistas para cobrar por su trabajo

Las experiencias relatadas por los creadores refieren que sus honorarios pueden demorar dos, tres, seis meses o hasta un año. Tiempo en el que los artistas hacen malabares...

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2 julio,2019 6:03 pm
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Ciudad de México, 2 de julio de 2019. Hace diez años, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes le quedó a deber un concierto a Faustino Díaz.
“Sospecho que ya no me lo van a pagar”, suelta irónico uno de los mejores trombonistas.
Padeció un viacrucis burocrático que tampoco era exclusivo de esa orquesta.
Había que lidiar con Hacienda, que no sólo era quisquillosa con el llenado de los recibos, todavía a mano, sino también caprichosa: de un día para otro podía cambiar las reglas del juego.
Como no era raro que le perdieran papeles en las oficinas: el comprobante de domicilio, la copia del IFE… O que se acabara el presupuesto de un año y a rascarle a los dineros del año próximo para cubrir el pago.
Por eso Díaz, quien disfruta de una carrera como solista, ya no acepta tocar como extra con las orquestas.
“Cuando me han hablado siempre les digo que no puedo”, ataja el músico.
El laberinto burocrático siempre puede deparar alguna sorpresa, incluso al más experimentado promotor.
¿Exigir una póliza por vicios ocultos? Es posible, al menos en la lógica de los organizadores del Festival Internacional de Chihuahua, que se había distinguido por su transparencia y buen trato a los artistas.
El promotor Arturo Mendoza no pudo hacer razonar a una burocracia obstinada en igualar un concierto con una obra pública, en aras de evitar la corrupción.
La firma tardía de contratos parece ser no la excepción, sino la norma.
“Casi siempre, nueve de diez veces, firmamos el contrato después de la función”, dice Pilar Campo, productora de la compañía de danza clown Triciclo Rojo.
Y ahí empieza el calvario del pago.
Las experiencias relatadas por los creadores refieren que sus honorarios pueden demorar dos, tres, seis meses o hasta un año. Tiempo en el que los artistas hacen malabares para solventar las deudas.
“La realidad es que lo que cobramos, ya lo debíamos”, dice Campo.
En las mesas de diálogo para la transición en Cultura, José Galván, director de Voz en Punto, puso el punto sobre las íes en el auditorio del Centro de Cultura Digital: “Si fuera una cuarta Transformación en la música sería que a los músicos que hacemos algunos conciertos en el sector público se nos pagara el día que hacemos el concierto”.
Y reitera que con cualquier instancia de Gobierno los trámites son largos y cansados.
“Cumples con los trámites y no te cumplen”, se queja Galván.
De manera irónica, uno de los conciertos que más tardaron en pagar al ensamble vocal fue uno dado en el Antiguo Palacio del Arzobispado que depende de… Hacienda.
“Tampoco es válido que le tarden a un músico su pago seis meses cuando ya hizo su trabajo. Se supone que hay una partida desde antes, por eso organizan un festival, un concierto. Es un absurdo”, lamenta Mendoza.
La Secretaria de Cultura Alejandra Frausto reconoció la necesidad de reducir los trámites burocráticos y no “tener esperando, por ejemplo, ocho meses para pagarle a un artista que contrataste porque la firma tiene que presentar tres formatos”.
Varios músicos armaron frente común para reclamar a la Secretaría el pago por su participación en la 38 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, celebrada en noviembre pasado, quienes además habían aceptado reducir en un 50 por ciento sus honorarios.
Un proveedor para conciertos, que prefirió no ser identificado, atribuye los retrasos a que los festivales se hacen sin tener el dinero en mano: “Además de que siempre hay un mal control de lo que les presupuestan y lo que tienen. Un ejemplo es que hacen una fiesta de recepción y otra de fin con un gasto exagerado”.
La pianista Patricia Reyes encuentra que en festivales los organizadores jamás se arriesgarían con no pagar de inmediato a un artista extranjero.
“Quien va a salir siempre al último es el músico nacional, es quien va a correr los riesgos de que se le pague tarde o que no se le pague”, dice la pianista de jazz, quien en 27 años de carrera, ha recibido su pago en tiempo no más de cinco veces cuando ha sido contratada por el sector público.
Apenas le ocurrió en Guadalajara, a través del Municipio. “Me sorprendieron porque terminando de tocar nos pagaron… casi les doy un beso”, se ríe Reyes.
“Músico pagado no toca mal son, toca más contento”, sentencia Mendoza.
Texto: Erika P. Bucio / Agencia Reforma / Foto: Agencia Reforma
 

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