En Guerrero, zona clave para la conservación del jaguar, unos trabajan por salvarlo y otros lo cazan

En el estado todavía viven alrededor de 500 ejemplares. Es una población pequeña pero importante porque el número es suficiente para garantizar diversidad biológica si se logra que...

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19 julio,2019 4:59 am
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En el estado todavía viven alrededor de 500 ejemplares. Es una población pequeña pero importante porque el número es suficiente para garantizar diversidad biológica si se logra que se reproduzcan y porque la región representa un eslabón entre Centroamérica y el norte de México, donde tiene presencia y está amenazado. 
 Ciudad de México, 19 de julio 2019. El corredor comunitario para la conservación del jaguar y su hábitat en la sierra de Tecpan de Galeana es uno de los dos finalistas del programa Por Amor a México de Volkswagen México. Investigadores y ecologistas han tenido que recurrir a la iniciativa privada debido a los pocos recursos y a la falta de continuidad en los programas de atención y cuidado de la biodiversidad por parte de las autoridades municipales y estatales.
Con más de cinco años de trabajo, el corredor comunitario en Tecpan de Galeana es un proyecto que involucra a ejidos, organizaciones como la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar e instituciones como el Colegio de Biólogos del Estado de Guerrero, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG). Además, ha recibido apoyos por parte de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), entre otras dependencias, aunque siempre de manera intermitente e insuficiente.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera al jaguar como una especie de bajo riesgo, puesto que todavía existen poblaciones viables en Bolivia, Brasil y Colombia.
Pero en el caso de México se considera ya como una especie en extinción.
Fernando Ruiz, líder del Proyecto Guerrero Jaguar y miembro del Laboratorio Integral de Fauna Silvestre (Lifas), en Guerrero existen solamente alrededor de 500 ejemplares. Esto debido a la destrucción de selvas y bosques, la escasez de sus presas, enfermedades introducidas a través de animales domésticos y el temor de los ganaderos, que los matan por la creencia de que dañarán a sus animales.
A ello se suma que ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente de México (Profepa) ni la Semarnat realizan campañas o alguna otra acción para impedir que el jaguar sea cazado en Guerrero.
Los gobiernos no quieren entrarle al problema
“México está siendo la punta de lanza en cuestión de conservación de jaguar en todo el mundo”, resalta Leonardo J. López Damián, miembro de la organización Vertebrados Terrestres del Estado de Guerrero e investigador del Laboratorio Integral de Fauna Silvestre en la UAG.
“Son los mexicanos quienes estamos haciendo todo, claro, porque aquí es donde hay más peligro de que desaparezcan los jaguares. La Alianza Nacional por la Conservación del Jaguar es uno de los principales proyectos. Estamos desesperados por encontrar financiamiento: tenemos mucha información, pero necesitamos que sea utilizada en las comunidades”.
“Ni el gobierno estatal ni el federal han querido entrarle al problema a fondo. Fernando Ruiz se acercó a la Fundación Telmex y parece que por ahí podremos acceder a recursos, si es que la gente entra a la página web y vota”.
¿Y para qué nos sirven los jaguares? 
Leonardo López quería ser veterinario, le gustan las mascotas. La vida lo llevó a montar un laboratorio de fauna silvestre y a enamorarse cada vez más de los animales no domesticados.
“Cuando entiendes cómo funciona –dice en entrevista con El Sur– entiendes que cuidar el medio ambiente es algo no sólo redituable para los humanos, sino algo fácil”.
Sus animales preferidos: los murciélagos. Esos roedores alados que la gente suele rechazar por asco o por miedo. Pero sin murciélagos no habría mezcal y las tortillas serían un lujo, pues son ellos quienes polinizan los agaves y muchos tipos de árboles frutales, y controlan también las plagas en los sembradíos de jitomate, maíz, algodón.
“Los murciélagos nos otorgan un servicio ecológico: es como si trabajaran gratis para nosotros”.
Leonardo piensa en el enorme desperdicio que significa esto. “En lugar de usar tantos plaguicidas, ¿por qué no buscamos la forma de mantenerlos cerca de donde nosotros vivimos y cultivamos, y aprendemos a hacerlo de forma segura?”.
Cuando termina de elogiar al extraño mamífero alado se pasa a explicar por qué, para qué se debe garantizar la existencia del jaguar.
“Los jaguares son nuestras antenas wifi, nuestros termómetros”, resume.
Al ser depredadores primarios y estar en la cima de una pirámide alimenticia, estos felinos guardan información sobre todo el sistema ecológico que los rodea y del cual se nutre. Cada que un nuevo proyecto minero, un desarrollo urbano o una nueva presa afecta un ecosistema guerrerense, esto se refleja en las poblaciones de jaguares.
Leonardo lo expone así: “Si hay menos jaguares quiere decir que el ecosistema entero está mal. Y ese problema es nuestro. Porque la naturaleza va a sobrevivir, se va a adaptar como se ha adaptado siempre. Pero si el jaguar no puede sobrevivir en cierto hábitat, es probable que pronto nosotros no podamos hacerlo tampoco. Eso tenemos que entenderlo ya: si desaparecen los jaguares nos quedaremos a ciegas”.
El caso de los lobos de Yellowstone 
El caso sobre el parque Yellowstone en Estados Unidos es emblemático para mostrar cómo los depredadores primarios, aquellos que están en la cima de la cadena alimenticia, pueden cambiar el curso del ecosistema entero.
Después de más de media década sin presencia de lobos en Yellowstone, los ciervos, libres de depredadores, estaban acabando con toda la vegetación. En 1995, una manada de lobos fue introducida en el ecosistema y entonces la dinámica cambió: los ciervos comenzaron a evitar ciertas zonas para no ser cazados por los lobos, esas zonas regeneraron su vegetación y los árboles doblaron su altura; parvadas de pájaros que hacía tiempo no se veían regresaron, junto con los castores, que comenzaron a crear presas que sirvieron de hábitat para varias especies de anfibios y desviaron el curso de los ríos, con lo cual se regeneró el ecosistema entero.
“A los estadunidenses les costó 70 años de trabajo y muchísimos intentos fallidos –hace notar Leonardo–. En México se han intentado cosas similares, se han liberado lobos mexicanos en algunos ecosistemas, pero se ha fracasado. Sobre todo porque aunque existan normas y leyes, no se crean figuras que vigilen que esas leyes se cumplan, ni se educa a la población.
“Aquí los campesinos siguen matando a los jaguares por miedo”, remarca.
Existe el Seguro Ganadero
Las organizaciones que intentan salvar al jaguar de la extinción –específicamente en Guerrero y sobre todo a través de Fernando Ruiz– están haciendo una labor con la ciudadanía y los ejidatarios: explicarles estos beneficios. Hacerles entender que los depredadores silvestres pueden interactuar con el ganado mediante estrategias sumamente sencillas.
“Existen cierto tipo de bardas, algunas medidas para planear el ambiente, que permiten mantener a los depredadores fuera, sin necesidad de que salgas a cazar jaguares”, apunta Leonardo López.
“Se cuenta también con el Seguro Ganadero: si tú pierdes ejemplares de ganado por fauna silvestre, en teoría, bastaría un simple registro fotográfico como evidencia para que las autoridades reintegren las pérdidas. Es importante tanto informar a los ganaderos de que esta opción existe, como exigir a las autoridades que funcione”.
No se trata de un tema menor.
En Guerrero todavía viven alrededor de 500 jaguares. Es una población pequeña pero importante por dos razones, según explica López Dávila: el número es suficiente para garantizar la diversidad biológica si se logra que se reproduzcan, y Guerrero representa un eslabón entre dos zonas de un corredor –Centroamérica y el norte de México– donde el jaguar tiene presencia y está amenazado.
“Si se logra rescatar –resalta–, sería algo sumamente importante para la población de jaguares a nivel continental”.
Texto: Carlos Acuña/ Foto: Anarsis Pacheco
 

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