Entrevista- Guillermo del Toro, en la cima

Del Toro revela que "La forma del agua" la ideó cuando tenía seis años, ahora tiene 53.

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14 enero,2018 2:59 pm
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Cuidad de México, 14 de enero de 2018. La parábola permite al cineasta jalisciense Guillermo del Toro crear historias que reflejan la situación actual de la sociedad, y en “La forma del agua” les brinda voz a los marginados, a dos trabajadoras de limpieza y a un artista plástico homosexual, además de hacer referencia a un gobierno torturador y totalitario.

Aunque sitúa al relato cinematográfico durante la Guerra Fría, exactamente en el año 1962, el ganador del Globo de Oro y del premio Critics Choice por su dirección en este filme manifiesta a Proceso que aquella época es muy parecida a la de ahora:

“Era un tiempo de brutalidad racial, había diferencias de género, estaba la guerra activa de Vietnam. 1962 es un año concreto, antes de que se rompiera el sueño de que América podía ser grande. Entonces había una aparente abundancia, un progreso; pero si eras de la minoría, no. Al final de esta época dorada John F. Kennedy es asesinado y empieza un momento en el que ese sueño se desarticula. Lo importante es realizar una película sobre hoy, usando un tiempo que permita la parábola. Si la hago en el tiempo actual se vuelve específica y pierde su universalidad.”

Lo que permite la parábola “es abandonar la ideología y abrazar las ideas como de la intolerancia”, insiste desparpajado Del Toro.

“Hay dos posibilidades para que el mundo esté jodido: Una, que el uno por ciento de la población tiene 85 o 90 por ciento de la riqueza. Dos, que hay que echarle la culpa a alguien y esa es la que la mayoría de la gente abraza, ¿por qué? Porque esa te absuelve y te da la salida más rápida que es la rabia. Como cuento de hadas, te puede dar todas estas ideas sin volverse una nota de la actualidad.”

Para el productor de la cinta, J. Miles Dale, “la Guerra Fría es un periodo en el que Estados Unidos se detuvo, es una época de desigualdad, racismo, de gente pensando en una guerra nuclear inminente; en cierto modo es una época horrible para el amor, pero aun así el amor sucede”.

“La forma del agua” –que estrenó en México el  pasado 12 de enero en mil 200 pantallas– sucede en un laboratorio secreto de alta seguridad del gobierno estadunidense, donde trabaja en el área de limpieza Elisa (Sally Hawkins), quien es muda, con su amiga Zelda (Octavia Spencer); ambas se dan cuenta de que ahí esconden a un monstruo anfibio, y la primera chica se enamora de él.

En la trama hay espías soviéticos, tragedia, ambición de poder y un homenaje al cine musical clásico de Estados Unidos. Doug Jones, Richard Jenkins, Michael Shannon y Michael Stuhlbarg actúan también.

Síndrome de Stendhal

Del Toro narra que “La forma del agua” la ideó cuando tenía seis años, ahora cuenta con 53:

“En Guadalajara, en el canal seis, había una cosa que se llamaba Cine permanencia voluntaria y pasaban películas todo el día, muchas veces eran de los estudios Universal. Me acuerdo muy claro que estaba viendo “El monstruo de la Laguna Negra”, de Jack Arnold, y existe un instante en el que la criatura nada debajo de la protagonista, Julia Adams, quien llevaba un traje de baño blanco. Era niño y me dio como el síndrome de Stendhal. Dije: ‘¡Qué momento más hermoso!’ Y pensé: ‘¡Segurito que acaban juntos!’

Pero no fue así…

“Entonces pensé: ‘¡Qué cosa tan espantosa!’ Porque cuando finaliza la cinta, la criatura está en su casa, llegan y tocan, abren la puerta, destruyen todo, y lo matan. Yo deseaba corregir eso, pero… no sabía que iba a dedicarme al cine. Pero eso se me quedó en la cabeza y empecé a dibujar a la criatura muy obsesivamente, comiendo helado, en una bicicleta doble con la chava en traje de baño blanco, y mi abuelita guardaba los dibujos.”

El realizador de “Cronos”, “Hellboy”, “Hellboy 2”, “Pacific Rim”, “El laberinto del fauno” y “La cumbre escarlata” relata que fue en 2011 cuando decidió filmar “La forma del agua” –nominada a 12 reconocimientos BAFTA (que entrega la Academia Británica del Cine, considerado el Óscar de ese país) entre los cuales sobresale Mejor Película y Mejor Dirección. También es candidata en los Eddie para Mejor Edición y en los reconocimientos del Sindicato de Directores de Hollywood por Mejor Dirección.

En ese año Del Toro se reunió a desayunar con el escritor Daniel Kraus para su serie de libros infantiles “Trollhunters”, cuya serie de televisión, dirigida por el mismo Del Toro, se estrenó el pasado diciembre en Netflix.

En esa reunión, Kraus le mencionó una idea que había tenido de joven, acerca de una mujer de limpieza que trabajaba en una instalación del gobierno y se hacía amiga a escondidas de un hombre anfibio que, como espécimen que era, estaba cautivo, pero ella decidía liberarlo.

A Del Toro le gustó mucho el concepto que de inmediato concretó todo para que fuera su siguiente largometraje. Desde ese encuentro, se hizo un trato para que el par colaborara en una novela y Del Toro escribiera y dirigiera la película. En ese momento, el realizador mexicano todavía estaba terminando de trabajar en su éxito taquillero de robots-monstruo gigantes Pacific Rim; pero en los escasos y raros momentos de tranquilidad, escribía el guión para La forma del agua.

Hacia 2014, Del Toro le pagó de su bolsillo a un grupo de artistas y escultores, que usaron diseños y modelos en plastilina, para presentarle la historia de principio a fin a Fox Searchlight. El estudio se sumó al proyecto de inmediato.

Luego, Del Toro y Fox Searchlight comenzaron a reunirse con coguionistas potenciales para que trabajaran el guión con él. Contrataron a Vanessa Taylor, quien laboró estrechamente con el director de cine en la estructura de la trama, como en los personajes (en particular el de Elisa, que contaba con muchos matices).

Hacia el Óscar

En la Mostra de Venecia 2017, efectuado en septiembre pasado, Del Toro obtuvo el León de Oro a Mejor Película por “La forma del agua”. El 23 de este mes serán anunciadas las nominaciones para el Óscar, y especialistas de cine creen que “La forma del agua” obtendrá varias estatuillas:

“Para mí fue muy emocionante ganar el León en Venecia. El género con el que estoy casado desde que era niño, es un género que a veces es bien visto y a veces no. Entonces, no puedo pronosticar qué va a pasar, ni me puedo permitir el ejercicio de ponerme a imaginarlo, ni de ir manejando en el auto y soñar en eso. ¡Imagínate vivir así! ¡Qué terrible!… Yo, la neta, estoy súper tranquilo. Ya existe el largometraje, conecta con un público, ¿qué más falta? Los premios son padrisísimos cuando suceden, se disfrutan enormemente; pero hay algo mal en ti si sufres cuando no llegan… Ahí sí estoy en desacuerdo, no se debe sufrir cuando no llegan. Ya estar en boca de todos es maravilloso, que se hable y que la gente vaya a ver la película es padrísimo.”

Texto: APRO/ Foto: EFE.

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