Estragos nacionales

Héctor Manuel Popoca Boone

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9 marzo,2019 5:34 am
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Héctor Manuel Popoca Boone
 
Fueron treinta y seis años los que México sufrió paulatina, pero inexorablemente, estragos en su economía y sociedad al entrar a la era de la economía neoliberal dictada por el Banco Mundial y el FMI. Fueron años de procesos ambivalentes y contrastantes, donde una parte de la población (los menos) gozó de progresos materiales y otra (la mayoría) no los tuvo. Los resultados están a la vista y no hay nada de qué enorgullecernos. Existe una gran desigualdad por sectores de la economía, desequilibrio regional e inequidad social.
Adicionalmente debemos resaltar el exorbitante incremento de deuda pública gubernamental que cancela cualquier margen de maniobra en las finanzas públicas para usarlas como instrumento detonante y orientador de la economía nacional.
El crecimiento del país no alcanzó a sostenerse en un promedio anual del 3 por ciento, mínimo indispensable para generar empleos y riqueza social básica; a partir del adecuado aprovechamiento y capacitación del factor demográfico vital que representan los jóvenes, cuyo potencial ha sido sub aprovechado.
La planta industrial y manufacturera creció, pero deformada, con alto contenido de asociación corporativa. El desarrollo de la estructura fabril se ha caracterizado también por ser de tipo corporativo. Ha venido a establecer procesos relevantes de ensamblaje industrial y maquila manufacturera; adicionalmente incursiona en las actividades extractivas y energéticas; aprovechando la mano de obra barata existente, nuestros recursos naturales y la cercanía con el país con el mayor mercado mundial consumidor. Y no es que sean perniciosa per se estas plantas fabriles generadoras de empleo; pueden ser benéficas siempre y cuando tengan estabilidad y no sigan manteniendo su funcionamiento altamente dependiente de sus oficinas centrales en sus países de origen.
Actualmente hay una inversión extranjera fuerte y dinámica, focalizada en actividades económicas de alta rentabilidad en el mercado mundial; como es la energética (petróleo, electricidad y agua), la minera, los mercados financieros y la gran construcción. La pequeña y mediana empresa han sido afectadas hasta el punto de reducirlas a su mínima expresión debido a los embates económicos de apertura indiscriminada de fronteras que hizo prácticamente extinguir, por ejemplo, la planta textil, la del calzado y del acero, si no es que, llevadas a la bancarrota, junto con otras pequeñas y medianas empresas a causa de la competencia desleal y ruinosa impuesta por la economía mundial neoliberal imperante.
La única agricultura lícita que ha prosperado es la dedicada a la exportación de hortalizas y frutas, signadas por su alta tecnología y moderna infraestructura de riego establecida en tierras del occidente y norte del país. En el sur-sureste languidece la económica campesina, que también, por estar sujeta a una competencia ruinosa proveniente del exterior, ha reducido la producción de granos básicos insuficiente para garantizar una sólida soberanía alimentaria nacional.
El turismo extranjero se ha focalizado exclusivamente en determinados centros de atracción y recreación donde la inseguridad pública aún no reina del todo; trayendo como consecuencia la merma de divisas. En cuanto a las otras actividades económicas de servicios y comerciales, han sido cooptadas por centros financieros y grandes corporaciones departamentales extranjeras que dedican sus almacenes a vender cada vez más artículos de importación.
La succión concentrada e individualizada de la riqueza nacional, la expoliación de nuestros recursos naturales y la alta inequidad en la distribución del ingreso generado, fueron posibles y resultantes de una estructura gubernamental hecha de y para la corrupción, además de convertirse en un estilo de gobierno.
Qué decir de la violencia social sistémica inhibidora de cualquier tipo de inversión ciudadana.
P.D. Para empezar a subsanar los estragos, el gobierno federal de López Obrador en estos tres meses ha empezado a reestructurar, depurar y limpiar la administración pública; establecer un nuevo tipo de relaciones con la clase empresarial, consolidar y ampliar los programas de protección social y dignificar nuestras relaciones con el exterior.
 

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