Europa mira hacia otro lado: la miseria de los refugiados en Samos 

Se repiten las violaciones, los intentos de quitarse la vida y los suicidios. Además, la mayoría de las personas viene de sufrir persecuciones, torturas y epidemias. La situación para...

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12 abril,2019 6:00 pm
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El hedor que proviene de los residuos y los excrementos acumulados hace que el visitante cierre instintivamente la nariz y respire por la boca. Entre árboles, pedregales y aguanieve hay tiendas de campaña provisorias, selladas con maleza y bolsas de plástico.
Algunos refugiados trabajan en la construcción de chozas con restos de maderas para protegerse del frío, la lluvia y del fuerte calor en verano. Han comprendido que ellos deberán perseverar aquí, en el borde de Europa, durante varios meses o incluso un año.
La pequeña ciudad de Vathy, en el noreste de Samos, cuenta con 7 mil habitantes. Unos 4 mil 500 refugiados e inmigrantes sobreviven metros más arriba.
Se han asentado, por necesidad, alrededor del denominado punto de acceso de la isla, una antigua prisión que ofrece espacio para sólo 650 personas detrás de sus cercas reforzadas con acero de púas. Todos están a la espera de la aprobación o el rechazo a su solicitud de asilo.
Las viviendas más primitivas hechas de lonas de plástico dominan el panorama del campo de refugiados de la isla griega de Samos. Foto: Angelos Tzortzinis, DPA.

Afuera del campamento de acogida no hay baños ni sectores de aseo. Una fuente contaminada es el único lugar donde conseguir agua. Los refugiados hacen todo lo posible para deshacerse de los residuos y las heces.
Los militares distribuyen alimentos congelados y la extensa fila frente a los puestos de comida atraviesa el gueto desde temprano por la mañana hasta la noche.
Un centenar de niños juegan solos en el lugar, junto a ancianos, embarazadas y enfermos. En Europa, en una isla que antes era considerada uno de los paraísos veraniegos de la región.
“Muchos refugiados sufren psicológicamente, tienen temor y ataques de pánico”, dice Antonis Rigas, quien dirige a los enviados de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) en Samos.
Se repiten las violaciones, los intentos de quitarse la vida y los suicidios. Además, la mayoría de las personas viene de sufrir persecuciones, torturas y epidemias. La situación para el equipo de 30 personas es tan estresante que los propios médicos deben recibir asistencia psicológica.
Una mujer está sentada en un campamento de refugiados en la isla griega de Samos frente a su tienda de campaña y con su hijo en brazos. Foto: Angelos Tzortzinis, DPA.

La organización Médicos Sin Fronteras había suspendido su trabajo en la isla de Samos hace cerca de un año, pero lo retomó en febrero pasado. “La afluencia de refugiados ha retomado impulso y la situación está fuera de control”, explica Rigas.
El médico tiene una sola y muy amarga explicación para esta situación en Samos: “El plan pareciera ser mantener aquí las peores condiciones para desanimar la llegada de más inmigrantes”.
Detrás queda flotando la acusación de que la Unión Europea se beneficia de estas condiciones inhumanas. El bloque ha proporcionado suficiente dinero a Grecia. Y ahora se horroriza por la situación en el terreno.
“Es una vergüenza para Europa”, citaba el diario alemán Die Welt al responsable británico Simon Mordue. El subdirector general de Migración de la UE urgió a Grecia a que mejore la situación.
El periódico cita un informe interno de diplomáticos alemanes en Atenas, que critican que tres años de dura lucha por mejores condiciones de acogida, procesos de asilo más rápidos y un aumento en las cifras de repatriación no han dado los resultados esperados.
¿La culpa es de Atenas? La organización Médicos Sin Fronteras lo ve distinto. “Tres años después del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, nuestro equipo en Samos atiende a embarazadas y niños que viven entre residuos, ratas y cucarachas”, afirma el director de MSF, Florian Westphal.
“Es indignante y frustrante, que el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía siga siendo considerado un éxito a la luz de estas situaciones”, advierte.
Esto no sólo ocurre en Samos. En las islas de Lesbos, Chios, Kos y Leros reinan las condiciones inhumanas. “Hemos diagramado un plan que no funciona”, evalúa el médico Antonis Rigas.
“El problema de los refugiados, que es mundial, recae en Europa sobre los hombros de los habitantes de cinco islas”. Y sobre los hombros de los refugiados y los migrantes. “No tenemos solamente sirios, sino también gente de Irak, Afganistán, África. En muchos lugares reina la guerra, hay epidemias”, alerta Rigas.
Un hombre afeita a otro refugiado en un campo de refugiados en la isla griega de Samos. Foto: Angelos Tzortzinis, DPA.

Los inmigrantes en Samos tienen derecho a solicitar asilo y que su pedido sea examinado adecuadamente. “Esto lo han suscrito los países responsables de todo el mundo”, añade.
Pero este compromiso demanda tiempo y las cifras de retorno en virtud del acuerdo entre la UE y Turquía son bajas. Según las estadísticas actuales del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), sólo mil 843 migrantes han sido devueltos a Turquía desde que el pacto entró en vigor en 2016.
A la vez, nuevos refugiados llegan por el mar a Samos tras escapar de forma ilegal de Turquía. El peligroso trayecto sigue cobrándose muchas vidas, como la de unos mellizos de cuatro años y de su padre, quien había intentado rescatarlos cuando su bote naufragó.
La distribución de refugiados dentro de la UE acordada inicialmente es un fracaso. Estados como Hungría se niegan de forma categórica a aceptar incluso a una sola persona que busca protección.
“Nos sentimos europeos de segunda clase”, lamenta el alcalde de Samos, Michalis Angelopoulos. Representa a quienes llevan la pesada carga: los 7 mil habitantes de Vathy. Todos se preguntan dónde quedó la solidaridad europea.
La isla prospera con el turismo y, afortunadamente, según Angelopoulos, muchos turistas siguen siendo leales a ella. “Pero estamos sufriendo, y no es problema nuestro nada más, sino que es de toda Europa. No puede ser que miles estén atrapados aquí y que no haya una salida europea”.
Texto: Alexia Angelopoulou y Takis Tsafos, DPA / Fotos: Angelos Tzortzinis, DPA. En la imagen, un refugiado se mantiene en forma con ejercicios matinales frente a su tienda de campaña en el campo de refugiados de la isla griega de Samos.
 

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