Ciudad de México, 19 de enero de 2018. Merece José Luis Martínez (1918-2007) ser llamado el “Benemérito de la cultura mexicana”, consideró el historiador Miguel León-Portilla.
Ausente del homenaje al gran curador de las letras nacionales debido a un resfriado, las palabras del historiador resonaron en la Biblioteca de México en voz de la actriz Angélica Aragón: celebraba sus más de 60 años de infatigable actividad, con sus aportaciones a la crítica literaria y a la publicación de obras de grandes escritores, además de su “vasta producción historiográfica”, como su biografía de Hernán Cortés.
“Para José Luis Martínez, Hernán Cortés no puede ser visto como un héroe sin cortapisas, pero tampoco como un villano. Fue un hombre de su tiempo, audaz y visionario, que influyó hondamente en la trayectoria de la nación mexicana”, ejemplificó León-Portilla.
Como imprescindibles son sus seis tomos de “El mundo antiguo para el estudio de la historia universal”, y donde ya quedó asentado su prestigio como historiador.
Otro historiador, Enrique Krauze, se encargó de fijar su lugar en la cultura mexicana.
Fue nieto “consciente y fiel” de la generación del Ateneo, rebelde y de ruptura con el orden porfiriano.
José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri… Krauze resaltó la huella que tuvieron en Martínez.
“Tenía una visión cruzada de la cultura y la educación como José Vasconcelos, el interés universal por la cultura de Reyes, el interés e ideal enciclopédico de Henríquez Ureña, el filo crítico de Torri y tenía, como todos estos personajes, la vocación de escritor y, en particular, de ensayista”, expuso.
“José Luis Martínez se sentía como una rama joven del árbol de la literatura mexicana”, añadiría Krauze. “Diría que es uno de nuestros hijos más cumplidos y predilectos”.
Qué bueno, celebró, que José Luis Martínez sea recordado.
“Esa sombra protectora e inspiradora de José Luis Martínez… si desapareciera de México, desaparecería la cultura mexicana. Qué bueno que ese árbol reverdece”, sentenció.
Mientras que el historiador Javier Garciadiego, también presente, ubicó a Martínez como el “mayor reyista”. Además de amigo, editor, antologador, colaborador y confidente de Alfonso Reyes, fue su “mejor heredero” por su talante y sabiduría literaria y su compromiso con la educación y la cultura.
“Fue uno de los grandes civilizadores mexicanos en la segunda mitad del siglo XX”, dijo quien dirige la Capilla Alfonsina.
Pertenece también a la estirpe de Agustín Yáñez, Jaime Torres Bodet y Octavio Paz. Guía cultural y creador de instituciones, añadió.
El poeta Eduardo Lizalde, director de la Biblioteca de México, que alberga la biblioteca personal de Martínez, se confesó lector de casi toda su obra, y a quien siempre agradeció su generosidad, sabiduría y gentileza.
El acto, en el que también participó Adolfo Castañón, reunió además a los tres hijos del homenajeado: José Luis Martínez y Rodrigo y Andrea Martínez Baracs. Acudió la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda.
Rodrigo Martínez Baracs elaboró un retrato de su padre, remontándose a la genealogía familiar y trazando su labor a lo largo de más de seis décadas.
Texto: Erika P. Bucio / Agencia Reforma/ Foto: Agencia Reforma.
