Fallece la maestra de la lente Lourdes Grobet, que captó desde la lucha libre hasta el teatro campesino

Su trabajo se caracterizó por la experimentación técnica y la innovación temática. Fiel a la irreverencia que acompañó su trayectoria, la artista, que murió a los 81 años,...

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16 julio,2022 9:32 am
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Su trabajo se caracterizó por la experimentación técnica y la innovación temática. Fiel a la irreverencia que acompañó su trayectoria, la artista, que murió a los 81 años, será velada este sábado en el Salón Los Ángeles, en la Ciudad de México, la urbe donde nació

Ciudad de México, 16 de julio de 2022. Libérrima, ajena a modas y cánones, la fotógrafa Lourdes Grobet falleció este viernes en la Ciudad de México, a los 81 años, y deja una obra tan vasta como diversa. No se precisó la causa del deceso.

“El arte, como decía Mathias Goeritz, es un juego y así lo asumí. Es lo que he hecho en mi vida: divertirme, y a través de esta forma decir lo que pienso”, decía la maestra de la lente, quien recibió la Medalla de Bellas Artes del INBAL apenas el pasado 9 de julio, durante un homenaje en el Complejo Cultural Los Pinos, del que estuvo ausente y fue recibida por su hija Ximena.

De su trabajo fotográfico, caracterizado por la experimentación técnica y la innovación temática, son conocidas, sobre todo, series como la dedicada a la lucha libre, iniciada en 1975, y la del teatro campesino, desarrollada entre 1984 y 2018.

Grobet contaba que, durante su infancia, su padre, campeón de ciclismo, no le permitía acudir a la lucha libre porque era mujer.

Ella se interesó por este contacto corporal coreográfico, como le llamaba, desde que lo miró en televisión, pero solamente hasta que creció pudo acudir al espectáculo y retratarlo. Su presencia en el cuadrilátero provocaría revuelo, porque no se acostumbraba que las mujeres retrataran las luchas. Ella, sin embargo, no admitía cortapisas ni sojuzgamientos.

“Afortunadamente fui criada en un gimnasio (que tenía mi padre). Antes de ir a la escuela entraba al gimnasio, y eso me dio la fuerza para golpear a muchos hombres en la calle y darles de patadas y tumbarlos; entonces también tuve la posibilidad de defensa física. Así es como yo he llevado mi labor de mujer sin ser sojuzgada por nadie”, confío a la crítica de arte Karen Cordero durante una entrevista.

Grobet, quien además de Goeritz reconocía como su maestro a El Santo, El Enmascarado de Plata, juró que no haría nunca fotografía folclórica y optó por retratar el México profundo que representaba el “indio urbano” –el luchador– y “el indio del campo”, que encontró en el actor del Laboratorio de Teatro Indígena y Campesino (LTCI), al que dedicó su Medalla Bellas Artes.

Durante la entrega de la misma el sábado pasado, que la fotógrafa siguió a distancia, la directora teatral Delia Rendón recordó el encuentro de Grobet con el LTCI, fundado por María Alicia Martínez Medrano en Yucatán y Tabasco.

En 1983, evocó, Grobet invitó a su amigo, el crítico de teatro Tomás Espinosa, a una función de lucha libre.

“Mientras ella estaba feliz fotografiando al Tinieblas, al Perro Aguayo, al Cavernario y a Blue Demon, Tomás, a duras penas, aguantó la función; cada llaveo a ras de lona o aéreo, quebradora, hurracarrana o desnucadora lo experimentaba casi en carne propia”, relató Rendón.

Al terminar la función, Espinosa, aterrado, le dijo a Grobet que la lucha libre no era de sus espectáculos favoritos y que la llevaría a conocer buen teatro, de los mejores del mundo.

A la semana siguiente llegaron a Oxolotán, Tabasco, entonces sede del LTCI, para presenciar un programa completo que comenzaba con El Evangelio según San Mateo. Era un sábado a las 10:00 horas, a la orilla del río.

Grobet tomó fotos y, al término de la obra, desesperada, acudió ante Martínez Medrano, directora del Laboratorio, y le dijo con apremio que debía ir Villahermosa. Ante la urgencia, su interlocutora le preguntó si se sentía mal, y la fotógrafa respondió: “¡Se me acabaron los rollos! Traje 20 pero ya se me acabaron, y mañana hay dos funciones”.

La calmó y le dijo que la llevarían a Villahermosa para adquirir más rollos.

Fue su primera experiencia con el LTCI, con quien se quedaría, documentándolo, más de 30 años.

En su trayectoria, se hizo de más de 25 mil negativos, detalló; más de 25 mil disparos de su cámara en la selva y ríos de Tabasco, así como en el mar y el desierto de Sinaloa, en la planicie de la Península de Yucatán, en el asfalto de la Ciudad de México o en las escalinatas de la alcaldía de Nueva York, entre muchas otras urbes.

O incluso el Estrecho de Bering, epicentro de su proyecto Equilibrio y resistencia, sobre las migraciones y las fronteras, siempre cuestionadas por la artista.

“Hasta aquí la materia humana, sí, pero no la conciencia, ni el espíritu que la anima. Hasta aquí el límite corporal, pero bajo protesta”, escribió en un manifiesto sobre el proyecto lanzado en conjunto con la investigadora Yolanda Muñoz.

“(Su obra) nos habla de un recorrido tan largo como la vida”, destacó Rendón la tarde aún fresca en que fue reconocida por la Medalla Bellas Artes, cuando la fotógrafa fue arropada con un cálido y prolongado aplauso, y cuando se presentó también un libro dedicado al LTCI, con textos de Luz Emilia Aguilar Zinser y Grobet, publicado por el RM y el INBAL.

Ximena Pérez Grobet contó que su madre dijo: “No me quiero morir sin tener este libro en mis manos”.

Y se ha ido con su libro en las manos y deja de luto no sólo a la comunidad fotográfica, sino también a la de los luchadores y los creadores.

Porque Lucha también era su nombre y Libre su apellido.

En una ceremonia luctuosa fiel a su talante irreverente, este sábado Grobet será despedida en el Salón Los Ángeles, en la colonia Guerrero, a partir de las 16:00 horas, informaron sus hijos Ximena, Juan Cristóbal, Xavier y Alejandra.

Texto: Agencia Reforma

 

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