Fascinación por Elena Garro

Adán Ramírez Serret   Es usual hablar de la lectura como un hábito que mejora la vida, y es cierto, los libros hacen la vida más placentera. Incluso,...

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13 enero,2023 5:17 am
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Adán Ramírez Serret

 

Es usual hablar de la lectura como un hábito que mejora la vida, y es cierto, los libros hacen la vida más placentera. Incluso, en momentos de un gran romanticismo, pienso que la lectura, el acceso a los libros, son un derecho humano y no un mero privilegio para una élite.

Dado esto por sentado, me gusta también pensar en la literatura como un vicio, como algo que nos supera, algo que hacemos, muchas veces, a pesar de nosotros mismos. Así, hay autores que jamás nos deberían gustar, pero que nos fascinan. Parecido a aquello que decía Simone de Beauvoir sobre el Marqués de Sade. Escribía algo así como que a nadie le puede gustar Sade, porque la propia obra está pensada para confrontar, para causar repulsión; no nos gusta Sade, pero sí nos fascina. Sí es un vicio que preferiríamos no tener, pero que su obsesión por el mal y la depravación humana causan fascinación; deleite perverso y culpable que a nadie le puede gustar y que devora nuestras noches.

En ese mismo tono provocador, debo decir que Elena Garro me causa algo muy similar. Su lectura es la concreción y el tacto de una belleza un tanto maligna. Hablo de sus libros, exclusivamente, pues su vida personal, (los horribles chismes y las personas que los cultivan) son otro asunto.

En años recientes el Fondo de Cultura Económica y Alfaguara han hecho la valiosísima labor de reeditar las obras de Garro, el FCE las espléndidas seis Novelas escogidas (1981-1998) y las 19 obras de su virtuoso Teatro completo. Mientras que Alfaguara reeditó la visionaria Los recuerdos del porvenir, y las siete Novelas breves.

Desde las primeras páginas de la novela que abre, La casa junto al río, nos sabemos en territorio Garro. Cierta oscuridad, cierta maldad son el ambiente que envuelve sus páginas. Comienza, “Las tragedias se gestan muchos años antes de que ocurran. El germen trágico está en el principio de las generaciones y éstas, como los caballitos de las ferias, hacen la ronda alrededor del tiempo, pasan y nos señalan”.

Garro comienza a contar la historia de una mujer que vuelve de su exilio de México a España. Lo hace en un pequeño pueblo que se pone en guardia desde que la ve. Ella pertenece al pueblo, pero es parte del grupo que se fue. Sus familiares y vecinos aún se encuentran con la cicatriz de rojos y azules, comunistas y fascistas. Nadie es abiertamente nada, pero se odian profundamente. Lo único que queda de la familia de la exiliada es la casa junto al río, derruida, abandonada, pero dice muchísimo de los habitantes del pueblo.

Garro es una especie de Patricia Highsmith, su mundo está gobernado por el mal, por el lado siniestro del ser humano. Puede ser un pequeño pueblo de España, o en plena Ciudad de México. La siguiente novela corta, Y Matarazo no llamó…, comienza de esta manera escalofriante. “Hacía ya varios días que, de noche, la casa de Eugenio, cambiaba de lugar”.

Garro es conocida, sobre todo, por su gran novela Los recuerdos del porvenir, que es considerada un antecedente del realismo mágico y por algunos una de las mayores exponentes de este estilo. Sin embargo, la autora nunca se sintió cerca de ningún grupo. Así, con cada novela, con cada obra de teatro y relato, iba hacia nuevas búsquedas, consolidándose con cada nuevo rumbo que tomaba.

Con el paso de los años, con su extensa, profunda y contundente obra, es esencial acercarse a Elena Garro, para descubrir, para disfrutar quizás las mejores novelas que se hayan escrito en México.

Elena Garro, Novelas breves, Ciudad de México, Alfaguara, 2022. 480 páginas.

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