Feria del Libro de Tijuana, una “cita a ciegas” con la lectura

Aunque la portada no se ve, los libreros han escrito en el papel que los envuelve una frase que, de alguna forma, sintetiza el contenido de la novela...

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2 junio,2018 12:46 pm
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Texto y foto: EFE
Tijuana, Baja California, 2 de junio de 2018. Con el ánimo de que los lectores no juzguen por las apariencias -o en este caso, por la portada-, uno de los estands de la Feria del Libro de Tijuana ofrece “citas a ciegas” con los libros.
Fernando Savater, Gonzalo Celorio, Milan Kundera, Carlos Fuentes o Enrique Krauze son algunos los autores que esperan ser leídos a través de este original método de venta, si bien los visitantes desconocen a primera vista de quién es cada uno de los volúmenes.
En el estand de los hermanos González, responsables de la librería Ediciones Jofer, se ven varias hileras con decenas de obras. Todas ellas están envueltas en un papel marrón y atadas con un hilo. Además, cuentan con un pequeño cartel en el que se lee “¡Auxilio, sácame de aquí!”.
Aunque la portada no se ve, los libreros han escrito en el papel una frase que, de alguna forma, sintetiza el contenido de la novela o el tema que trata.
El librero Enrique González comenta a Efe que su hermano y él tuvieron la idea de las “citas a ciegas” -como llaman a la iniciativa- por una foto que se viralizó en redes sociales sobre una acción similar emprendida en Alemania.
“Lo adoptamos y quisimos hacerlo un poco distinto, con la frase en la parte de afuera del libro, para dejarle esa chispa de sorpresa a la gente”, explica.
Al estand, uno de los más concurridos de la feria, llegan diariamente decenas de personas, que recorren con la vista las diferentes hileras hasta que encuentran una frase que les llama la atención.
“Lo que busca se encuentra; lo que se descuida se pierde”, “Fallar es la mejor manera de aprender” o “Los soñadores son los salvadores del mundo” son algunos de los textos que aparecen escritos sobre los envoltorios marrones.
Los lectores de Tijuana “no conocían este concepto, y fue una novedad, a la gente le está gustando mucho”, reconoce el librero, quien resalta que desde que inició el evento literario no dan a basto y no paran de envolver y colgar nuevos libros, siempre sin repetir la frase de la cubierta.
Entre los visitantes del estand se encuentra Fernanda, quien ha adquirido un tomo, que todavía no ha abierto, con la frase “a veces es necesario sufrir las consecuencias de nuestros actos para poder aprender de nuestros errores”.
“Se me hace interesante, me encanta la frase”, apunta a Efe la mexicana, quien dice que habitualmente compra libros únicamente si le llama la atención el título, pero no “por el autor ni la portada”.
González comenta que el público joven es el que más se lleva los libros, y que también están resultando ser una buena idea para regalar.
Un aspecto del que se siente orgulloso es que “se está fomentando la lectura”.
“Además, si lo abres y no era lo que tú pensabas encontrar, al menos es una novela y de un escritor famoso, y están padres (geniales)”, concluye.
La Feria del Libro de Tijuana se desarrolla hasta el próximo domingo en esta ciudad fronteriza del estado de Baja California con unas cien actividades, entre las cuales destacan las dedicadas al escritor Juan José Arreola, de quien se celebra su centenario.
Arreola, el autor que “escribía como hablaba y hablaba como escribía”
Juan José Arreola “era un personaje que escribía como hablaba y hablaba como escribía”, defiende el académico mexicano Felipe Garrido, quien destaca el peso que tuvo la literatura oral en la obra del jalisciense, cuyo centenario se conmemora este año.
“Generalmente somos unos al hablar y otros al escribir, pero Arreola (Zapotlán el Grande, 1918 – Guadalajara, 2001) podía conservar el mismo tono de voz, y eso es raro”, señala Garrido en una entrevista con Efe.
El autor de “Confabulario” (1952), quien es homenajeado en la 36 edición de la Feria del Libro de Tijuana, Baja California se autodefinía a sí mismo como “el último juglar”.
Y ciertamente, apunta el académico, “su literatura oral, la no escrita, era tan importante como la que escribió”.
Garrido argumenta que Arreola publicó una docena de libros, pero que de estos, solo la mitad realmente los escribió él: “Los otros son libros en realidad hechos por discípulos muy cercanos, que tomaron, grabaron partes de sus pláticas, clases y entrevistas e hicieron libros con ese material”.
Este fue el caso de Y ahora la mujer (1975) o La palabra educación (1973), los cuales son “libros que Arreola no escribió de su puño y letra, pero los dijo”.
Dentro de la misma línea, el director adjunto de la Academia Mexicana de la Lengua destaca el volumen Memoria y olvido, fruto de las horas de entrevistas que el escritor Fernando del Paso realizó a Arreola.
Del Paso supo “salirse de la escena de forma muy elegante y eficaz”, con lo que el libro se convierte en un largo monólogo en el que se escucha solo la voz del entrevistado.

La literatura de Arreola -considera Garrido- contiene una “manera de contar que transformó los modos de escribir en español a mitad del siglo XX”.

Al igual que él, otro que rompió con lo que se estaba escribiendo hasta el momento fue el autor de Pedro Páramo, Juan Rulfo (1917-1986).
“Son dos escritores muy diferente entre sí, lo cual les permite compartir ese honor (de haber transformado la literatura de habla hispana) sin lastimarse, porque son dos maneras muy distintas que contar”, explica el académico.
Cuando estos autores publican sus primeros trabajos -Arreola Varia Invención en 1949 y Rulfo El llano en llamas en 1953- se vivía un momento “muy intenso” de convivencia del español.
Entonces había una producción que se compartía en revistas y encuentros literarios, y estaba por comenzar el llamado “boom latinoamericano”, el cual, en parte, está detonado por estos dos escritores mexicanos, valora Garrido.
En un conversatorio llevado a cabo en Tijuana, el nieto del escritor, Alonso Arreola, recordó al autor como una persona que le sirvió de guía vital y era extraordinariamente divertida e interesante.
Mientras que la escritora Beatriz Espejo, quien conoció personalmente a Arreola, hizo hincapié en que era un seductor que fascinaba tanto a hombres como a mujeres, gracias al lenguaje.
Garrido, por su parte, resalta que lo que más le atrae del narrador es que “puedes encontrar, en cualquier texto suyo, el texto que está detrás, qué lecturas lo llevaron a producirlo”.
A lo que se le suma, además, “la huella de una vivencia personal”.
Por ejemplo, en el relato Monólogo del insumiso confluye la lectura de uno de los poemas de Manuel Acuña con sus frustraciones amorosas.
“En Arreola, la experiencia literaria y la experiencia vivida se combinan en un modelo de excelencia que rara vez se encuentra en otros autores”, si bien -matiza- todos los autores escriben a partir de lo que han leído.
Ver cómo quedan plasmadas dos dimensiones es, concluye Garrido, “un reto muy rico”.
 
 

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