Geopolítica ruin distractora

Jorge Camacho Peñaloza

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17 enero,2020 4:56 am
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Jorge Camacho Peñaloza

Estados Unidos no tiene amigos ni enemigos permanentes, solo intereses. Henry Kissinger.

La política exterior de Estados Unidos tiene la característica de que generalmente los objetivos geopolíticos de su geoestrategia no es precisamente la protección de sus intereses fuera de su país, sino dentro, es decir, normalmente el gobierno de este país lleva a cabo acciones beligerantes, injerencistas o intervencionistas cuando los intereses de algún alto actor político o económico dentro del país están en riesgo.

Aunque históricamente Estados Unidos ha logrado imponer el discurso de ser los defensores de la libertad y la democracia en el mundo, lo cierto es que desde siempre ha sido evidente que lo que defienden enviando tropas a cualquier parte del planeta, efectuando acciones intervencionistas, golpes de estado o hasta asesinatos de sus propios presidentes, es defender intereses netamente políticos o económicos de políticos o empresarios o políticos empresarios o empresarios políticos, que en una perfecta simbiosis de poder político y económico han llegado a tener la capacidad del autoexterminio o hecatombe final de la humanidad.

El reciente asesinato del general Iraní Qasem Soleimani por parte del Presidente de Estados Unidos Donald Trump, que provocó la expectativa de estar a un paso de la tercera guerra mundial, no fue que el árabe tuviera planes de acciones terroristas, ya hasta un niño podría entender que el objetivo de Donald Trump fue desviar la atención de los estadunidenses del proceso legislativo de juicio político iniciado por los demócratas quienes lo acusan de abuso de poder y negarse a colaborar con el Poder Legislativo en las investigaciones acerca de su ilegal orden de imponer sanciones a Croacia para que no lo delatara de solicitar a ese país que negara haberle pedido que investigara a Joe Biden principal adversario en su ambición por reelegirse.

Pero, además, la política exterior de Estados Unidos tiene la cualidad de ser jugadas maestras de tres bandas, con el asesinato del general Qasem Soleimani, Donald Trump logró levantar una cortina de humo (ya sabemos que le encantan los muros) para desviar la atención del juicio político hacia un problema de terrorismo, erigirse (discursivamente) como el defensor del planeta, y tres, derretir las preferencias del electorado nacionalista en favor de su reelección. Entonces nada que defensa de la libertad y la democracia, sino una simple y peligrosa estrategia de distracción e imagen política.

Lo grave del asunto no es entonces que se esté al borde de la tercera guerra mundial, ni siquiera es realmente probable según expertos por escasa capacidad bélica de Irán ante Estados Unidos, lo grave es que haya políticos que usen la muerte, el asesinato, eliminar al adversario, para fines que nada tienen que ver con la defensa de la libertad y la democracia, sino para desviar la atención hacia otros temas lejos de sus miserias humanas y que al parecer la vida humana sea para estos políticos empresarios como de hule ¿pues de qué están hechos?

Lo más grave es que en el planeta no haya quien gestione conflictos por la vía diplomática o política, la ONU brilla por su ausencia, los Estados Unidos, Rusia, Israel, Irak, Irán, Palestina, Siria, Afganistán, arman guerras a la hora que se les antoja en nombre de sus religiones, intereses económicos y de poder y nunca por la libertad y la democracia. Hace falta que se levanten voces que construyan un sistema político mundial que de reglas e instituciones para gestionar conflictos.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A mi primo hermano López Obrador, que si don Benito hubiera conocido la ONU, hasta el mismismo edificio hubiera ido con su máxima de “El respeto al derecho ajeno es la paz”, y no se quedaría sólo con su sonsonete de “amor y paz”.

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