EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Guerrero  

Complican la falta de lluvias y la canícula la economía de agricultores en la Montaña

Magdalena García llegó a vivir a Tlapa hace 12 años con la esperanza de encontrar un trabajo que le permitiera obtener ingresos para apoyar a su familia, que vive de la siembra de temporal y uno que otro empleo eventual. De origen nahua, hablaba muy poco el español y con el tiempo aprendió a comprenderlo. … Continúa leyendo Complican la falta de lluvias y la canícula la economía de agricultores en la Montaña

Antonia RamírezLa Soledad, Tlapa

Agosto 01, 2018

Magdalena García llegó a vivir a Tlapa hace 12 años con la esperanza de encontrar un trabajo que le permitiera obtener ingresos para apoyar a su familia, que vive de la siembra de temporal y uno que otro empleo eventual.
De origen nahua, hablaba muy poco el español y con el tiempo aprendió a comprenderlo.
En su comunidad terminó la primaria, en Tlapa se empleó como trabajadora doméstica, mesera y cocinera en fondas, donde le pagaban poco y trabajaba mucho.
Hace unos cinco años se juntó y su pareja se fue a Estados Unidos, aunque eso no ha cambiado del todo su situación económica, ante el alza de la canasta básica y las leyes migratorias del gobierno de Donald Trump.
Además, se mudó a la comunidad de La Providencia, en este mismo municipio, a unos 40 minutos de recorrido desde el Centro de la cabecera municipal, y para llegar ahí hay que trasladarse en “pasajeras”, camionetas tipo estaquitas del servicio público, o en taxis, aunque el costo aumenta. En el recorrido rumbo a su comunidad, la milpa de los sembradíos se ve marchita.
Este año emprendió el negocio de venta de tortillas hechas a mano, contó que es lo que sabe hacer, pues en su comunidad desde muy pequeña tuvo que aprenderlo como parte de sus actividades “de ser mujer”, hacer las tortillas, llevar el almuerzo e irse a la milpa.
Ahora, se levanta a las 4 de la mañana para que le dé tiempo de lavar el nixtamal para después molerlo en el molino, sacar la masa y comenzar a hacer las tortillas para que a las 8 de la mañana ya estén listas, calentitas para los vecinos que se convirtieron en sus principales consumidores.
Contó que a veces le va bien y al día llega a vender hasta 400 pesos, pero otras ocasiones sólo vende 200, y con eso se apoya para los gastos de la escuela de su hijo Manuel y su hija Carmelita, que ya están estudiando la primaria y los gastos de útiles escolares, uniformes y cooperaciones aumentan, a lo que se suman los gastos comunitarios por el uso del agua, y las fiestas religiosas y agrícolas.
Ella compra el maíz en costales; comenta que antes venía a su comunidad un señor de otro poblado a surtirle, pero hace como un mes que le dijo que ya no había maíz porque los campesinos ya no quiere venderlo ante la falta de lluvia, temen que llegue a escasear y algunos ya subieron su precio; antes lo encontrabas a 8 y 9 pesos ahora en el mercado está a 11.
Dijo que por ello decidió dejar de vender tortillas, “me sale más caro ir a buscar el maíz, pagar el traslado del mercado a mi pueblo, luego cocer el nixtamal, hacer la masa y luego las tortillas, ahí gasto la luz, el gas que cada vez sube”, se quejó.
Mencionó que el domingo pasado encontró maíz a 10 pesos, pero ahora mejor lo va a tener para su consumo ante la falta de lluvia y que su milpa se está secando, “dicen que puede subir hasta 15 pesos el litro y que la tortilla de mano también”, dijo preocupada.

Doble pérdida

Contó que, como parte de la venta de tortillas este año decidió sembrar maíz para ir solventando su negocio y al menos ahorrarse una parte para ya no comprar y aprovechar para comer elotes, sembrar calabaza, ejote y hasta cacahuate.
Sembrar este año, cuando pensaba mejorar sus ingresos, no le ha salido como quería ante la sequía en la canícula, que inició en 18 de julio y terminará el 23 de agosto, según datos de Protección Civil.
Para sembrar, rentó una parcela en el anexo Las Huertas, de la comunidad de La Soledad, lo que le costó mil pesos, donde sembró siete litros de maíz blanco y amarrillo, del cual compró la semilla especial que le costó 100 pesos.
Ahí mismo sembró semilla de calabaza, con un costo de 50 pesos; semilla de cacahuate en 150 pesos; y semilla de frijol para tener ejote; con los frutos de estos cultivos pensaban recuperar su inversión.
Sin embargo, a falta de lluvia sus cultivos se han secado, la mitad de maíz amarillos desapareció de los surcos, sólo los hoyos quedaron, y en alguna parte un hilillo queda como si fuera zacate, todo amarillo, que indica que ahí hubo algo.
Ni la semilla de calabaza, ni la de frijol y el cacahuate han germinado, “creo que ya se secaron, eso ya se perdió, en la milpa tengo esperanza porque algunas ahí están, pequeñas, amarillas, con las hojas agachadas, pero ahí están, les falta un poco de agua, se alienta”.
A esos gastos de siembra les invirtió en abono granulado, a 200 pesos el bulto, y en la primera aplicación ya ocupó tres, es decir 600 pesos; ella, al no tener parcela propia no es beneficiaria de ningún apoyo del campo que da el municipio o el gobierno estatal o federal.
A eso le sumó el pago de salarios de seis peones que le cobraron de 150 a 200 pesos, según el trabajo, “los que iban picoteando 200, y 150 los que echaban la semilla… Creo que ya me gasté más de lo que iba a sacar”, dice.
Magdalena no pierde la esperanza, “parece que van a caer unas gotas”, dice mientras recorre su parcela, “no me doy por vencida, si llueve voy a volver a sembrar el maíz que ya se secó”.