EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión  

Arturo Martínez Nateras

 Cartas desde Europa  Greenwich. El tiempo cero   Greenwich existe. A fuerza de repetir y manosear, de utilizar cotidianamente un concepto uno se olvida de la realidad. Greenwich no es una convención virtual. El punto cero del tiempo está aquí. Tan luego medir las posibilidades decidimos llegar y poner nuestros pies uno de cada lado … Continúa leyendo Arturo Martínez Nateras

Junio 03, 2004

 Cartas desde Europa

 Greenwich. El tiempo cero  

Greenwich existe. A fuerza de repetir y manosear, de utilizar cotidianamente un concepto uno se olvida de la realidad. Greenwich no es una convención virtual. El punto cero del tiempo está aquí.

Tan luego medir las posibilidades decidimos llegar y poner nuestros pies uno de cada lado de la línea divisoria. Dejamos Barcelona el día de la pascua florida, la segunda pascua y a nosotros se nos apareció el espíritu santo en las aglomeraciones del aeropuerto pues María de la Luz, ella sí suertuda ocupó un lugar delante, en un fila recién abierta.

Topamos con este Londres insular, de los choferes por el lado derecho, el sistema inglés, la vigencia de la libra esterlina y la resistencia al Euro, de las instalaciones eléctricas que no son ni de aquí ni de allá. Dejamos el equipaje en la recepción pues no te reciben sino pasadas las 2 de la tarde. Proa a Greenwich.

Como viejos conocedores trepamos al Red Bus número 12 después de comprar el boleto multiusos para todo el día. El taxi es muy caro, el metro para desplazamientos cortos no es recomendable. Así como campesinos de La Pintada viajamos atentos por una zona muy hermosa. Vamos a Westminster ¿Cómo perderse con tan monumental destino? Después de tiendas y tiendas del eje callejero Oxford que ofrecen tentadores descuentos, vemos la Plaza de Trafalgar y metros delante aquí tenemos al alcance de la mano del segundo piso del bus, el majestuoso conjunto de Westminster con el inconfundible reloj que contiene a la Big Ben. Nos impresiona el brillo del sol y la cantidad de gente en la calle. Londres ya está en campaña por la sede de los juegos olímpicos; compite con otras dos ciudades. Mi voto es para Madrid. Desde la altísima rueda de la fortuna London Eye se pueden apreciar grandes panorámicas de la ciudad. Ninguna distracción. Vamos a Greenwich.

Pagamos 8 libras por el boleto de ida y vuelta en este sistema de transporte acuático rápido, cómodo, limpio y seguro. Asómbrese usted. Por todos lados los anuncios de multas e infracciones. Hasta 2 mil libras pueden pagar los fumadores infractores, unos 40 mil pesos mexicanos… 50 quien no cuide a su perro, 10 si aborda el bus sin boleto… Y sí, las multas no hay príncipe, alcalde, gobernador ni cuate capaz de condonarlas. Entonces ¿quién crees lector curioso que fume…? La ley se aplica aplicándola.

Una hora después desembarcamos en Greenwich.

Si existe, aquí está. Míralo.

Y allí vamos caminando sobre la población, cruzamos un parque muy extendido y verde sobre el que la gente juega, toma el sol en pelotas o con el torso al descubierto, caminamos como Vicente –por donde va la gente– y helo aquí. El mismo centro del mundo, como exclamó entusiasmado Fide cuando le platiqué. Tenía ganas de hacerlo. Puse varias veces mis pies uno al lado del Este y otro del Oeste. Uno de nosotros de cada lado. Curiosas alegrías del conocimiento y de la vida. Simplezas y satisfacciones imborrables. Al fin y al cabo sólo se vive una vez y si puede alcanzarlas formidable, si no hay que intentarlo. Como tengo por vocación ser, por herencia escribano genético e irredimible, pues comparto con quienes pongan sus ojos sobre mis letras. Vivo luego escribo. Escribo para vivir. No vivo de escribir…

¡Tanto significado de un descubrimiento científico para quedar reducido a una lámina de metal! Nuestra existencia es limitadamente polar. Este-Oeste, Norte y Sur, cóncavo y convexo, negro y blanco, macho o hembra, día y noche, frío o calor, positivo o negativo, bien o mal, amor y odio, paz o guerra…Pero no, la tolerancia y la sabiduría está en los matices…

En el observatorio de Greenwitch existe un pequeño museo astronómico, un planetario, exposiciones y en el poblado una universidad especializada. María de la Luz siempre ha sido una observadora empedernida, tiene como todos los sierreños algo de bruja, intuición astral, cultura espacial y anda como pez en el agua. Y por supuesto que ofertan hasta la inmortalidad del cangrejo, pero Londres es una ciudad sumamente cara y uno se frena comparando precios…Ta’cabrón dijo mi compadre Erasto.

¿Existe el tiempo cero? Por supuesto que no. El tiempo y el espacio, la materia son antes que nosotros. El ser humano creó las medidas en su infinita capacidad de conocimiento. La vida la contamos nosotros. El tiempo colectivo es el que hemos vivido y medido. El tiempo individual es el lapso en el cual la materia que nos conforma está organizada así con la identidad de cada quien. La vida es el tiempo de cada uno. Y somos en la historia casi nada, menos que una estrella fugaz: 70 años en promedio, los 96 de Juani o los 93 de don Fidel si bien nos va…

Mi tiempo ya registra que puse mis pies sobre, uno de cada lado, el tiempo cero. Aquí principian el Este y el Oeste. Estuvimos uno de cada lado del Meridiano de Grenwich. El tiempo es la sabia virtud de la congruencia de ser alguien con visión y misión, como dicen ahora nuestros tecnócratas; es la oportunidad de la congruencia pero también la de vivir como un barquito de papel, al fin y al cabo uno sólo es dueño del tiempo propio. Lo demás es conocimiento, fe, esperanza, presente.

Y sí pues que sí, Grenwitch existe y a nosotros ya nadie nos quita la dicha inútil de vivir nuestro tiempo…

Volvimos por la misma vía. Caminamos un buen rato frente al complejo de los ministerios y del Parlamento. Ya sabemos que el bus 12 nos lleva al hotelito donde estamos hospedados. Reviso mi correo electrónico, escribo, respondo… Mañana tenemos un día intenso y esperanzador de trabajo en la sede de la Organización Internacional del Café (OIC). Debemos prepararnos y prepararnos bien… Para esto nuestro reloj fisiológico ya funciona bien con el tiempo europeo. El tiempo es el tiempo…

Vivido el 31 de mayo de 2004. Escrito en 2004-06-02