EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

Dos tácticas en el PRD

Juan Angulo Osorio

Abril 13, 2005

La transición

Dos tácticas se abren camino en el PRD de Guerrero –que pueden prefigurar lo que ocurrirá pronto en el nivel nacional– y no pasará mucho tiempo para saber cuál de los dos está más cerca de los electores que han fortalecido a ese partido, la principal fuerza política del estado desde que el candidato que postuló ganó las elecciones a gobernador del pasado 6 de febrero.

Por un lado, la que propugna el flamante gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, que han hecho suya con entusiasmo las dos diputadas federales por Acapulco; y que comparte plenamente el gobernador de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel, como se ve en la entrevista de Ricardo Castillo que se publica en esta edición de El Sur.

Y, por otro lado, la que tiene por ahora como cabeza visible al alcalde porteño Alberto López Rosas, y en la que participan los promotores del muy crítico desplegado que se publica hoy aquí declarando no grata la presencia del presidente Vicente Fox en la clausura del Tianguis Turístico.

Ambos –gobernador y alcalde– se manifestaron contrarios a cualquier tipo de protesta en el contexto de ese mercado que se celebra desde el domingo en el puerto, y que reúne a negociantes del ramo y a periodistas de todo el mundo, como también a funcionarios y políticos de varios estados.

Pero de pronto el alcalde porteño sí consideró necesario manifestar de otro modo su inconformidad por la decisión de los diputados federales del PRI y del PAN de retirar el fuero al jefe de Gobierno del Distrito Federal, su compañero de partido Andrés Manuel López Obrador. Por eso decidió no sólo ausentarse de la ceremonia que encabezará hoy el presidente Fox, sino participar en una manifestación de repudio.

La nueva postura del alcalde no se antoja radical o fruto de un afán exhibicionista o meras ganas por participar en reyertas estériles, como ha descalificado el gobernador Torreblanca a quienes de uno y otro modo han combatido el desafuero más allá de las palabras.

Es, más bien, consecuencia lógica del análisis que ha hecho el PRD en el sentido de que el embate contra su principal precandidato a la Presidencia de la República constituye un golpe de Estado preventivo. Y a quien se responsabiliza de ese atentado de tal magnitud contra la frágil democracia mexicana es nada menos que a Vicente Fox. ¿Cómo, en seguimiento de ese análisis, se puede compartir tribuna con el ciudadano presidente?

Quienes propugnan la necesidad de no contaminar la relación institucional entre los gobernantes con el asunto del desafuero, parece que desdeñan el análisis que concluye que el lance contra López Obrador es un ataque de fondo a la democracia electoral, que ha costado por cierto mucho sacrificio, y que lo digan los guerrerenses, los que más alta cuota han pagado por ella.

No estamos –dirían los de esta posición– en ningún parteaguas, sino solamente viviendo las consecuencias de un error político. No hay un México antes del desafuero ni otro después, sino solamente un episodio propio de la lucha por el poder. Al rato se tranquilizarán las aguas y todo volverá a la normalidad.

Las dos tácticas aquí resumidas pueden conducir a una ruptura si el movimiento de resistencia al desafuero no logra incorporar a millones de mexicanos.

Si, por el contrario, la resistencia crece, lor partidarios de la táctica de declararse solidarios con López Obrador pero en los hechos no participar en la lucha de resistencia, terminarán plegándose a la movilización popular o tendrán que romper con ésta con todas las consecuencias que ello les acarrearía.

Por lo pronto, se observan ya divergencias que a la vuelta de la esquina pueden volverse irreconciliables, más en el contexto de la lucha por las candidaturas a las elecciones locales de octubre que se entrelaza con la coyuntura nacional.

La necesidad de algunos prospectos de contar con la aprobación del gobernador los está llevando a decir cosas impensables en otro momento. Pero puede llegar el momento en que las decisiones venga más del entorno del rijoso López Obrador, en donde no se quedarían cruzados de brazos viendo cómo compañeros suyos se comportan como si nada pasara en el país, y que departen muy quitados de la pena con quienes quieren verlo en la cárcel e inahibilitado para participar en las elecciones presidenciales de 2006.