EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

(In)comunicación social

Juan Angulo Osorio

Junio 21, 2005

LA TRANSICIÓN

Ya entramos en la tercera semana de junio y nada de la nueva política de comunicación social del nuevo gobierno del estado.

Lo que tenemos a diario es la misma vieja política de siempre. Ayer, por ejemplo, la reportera de El Sur Magdalena Cisneros estuvo dos horas esperando en la banqueta y los alrededores de la oficina de la empresa familiar del nuevo gobernador a que éste tuviese tiempo para contestarle a dos preguntas de interés de los lectores de nuestro periódico. Y lejos de ser atendida fue despedida con una mentira (una más) del director de Comunicación Social César Bajos Valverde, quien seguramente sólo recibió órdenes del Ejecutivo del estado, Zeferino Torreblanca Galindo.

El funcionario, que se mantiene en el mismo cargo que ocupó en el gobierno que fue derrotado en las urnas para que al parecer todo siga igual (o peor), dijo a la reportera Cisneros –quien iba acompañada de la fotógrafa Karina Tejada– que su jefe tenía una agenda apretadísima de reuniones privadas y que muy difícilmente podría atender a una entrevista de prensa. No más de cinco minutos, había solicitado nuestra compañera. Cuando salga a comer, ¿tiene que salir a comer, o no? Pues sí, pero eso será por allí de las 7 de la noche, respondió Bajos.

Son las 3 de la tarde, la reportera tuvo otras órdenes de trabajo y solicita orientación a la Redacción de El Sur, donde se le pide ingenuamente confiar en la palabra de César Bajos de que el gobernador no atendería ayer nada con la prensa. Ayer, luego de los hechos violentos del sábado, que era uno de nuestros temas. Pero pese al dicho de Bajos llegan las 6 de la tarde y el todavía flamante gobernador se presenta en un noticero de radio de Acapulco, y casi durante la hora responde a preguntas de sus conductores.

Por supuesto que nosotros no queremos a nuestro gobernador particular o de cabecera. Simplemente, como periodistas, no nos gusta que los funcionarios públicos mientan. Y en segundo lugar, un gobernante siempre debe estar dispuesto a contestar a las preguntas de los periodistas, ya sea personalmente o instruyendo a colaboradores suyos para que lo hagan. En horario de trabajo no tienen vida privada. E incluso si en su vida privada incurren en actos que pueden afectar su trabajo como gobernante, también dejan de ser actos privados.

A propósito de lo público y lo privado, ¿se vería bien que el presidente Vicente Fox despachara en su oficina de la Coca Cola? Por lo demás, ya es un sonsonete del director de Comunicación Social decir que el gobernador tiene reuniones privadas para no informar nada de su agenda. Esa es otra falacia que no se debe seguir soportando en un gobierno que tuvo en la bandera del cambio su principal capital electoral. Sí, el gobernador puede tener todas las reuniones privadas que quiera, pero debe informar con quién se reunió, cuándo, por cuánto tiempo y el tema que se trató. De no hacerlo, esas reuniones no son privadas, sino secretas.

La agenda del gobernador debe ser transparente. Se supone que todo el día –o su jornada de ocho horas, si quiere– está trabajando por el bien de Guerrero y de sus habitantes. En consecuencia, Torreblanca no tiene porqué ocultarles a los guerrerenses si se reunió con el director general de la CFE, o si encabezó una encerrona de dos días que llamó de convivencia y acercamiento con todo su gabinete, para hablar sólo de algunas actividades de las cuales o nunca informó o lo hizo luego de que se filtró a la prensa el acontecimiento y fue requerido por los reporteros para precisiones o aclaraciones.

Cualquier ciudadano guerrerense enterado sabrá más qué hicieron ayer Fox o el jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador que lo que hizo su gobernador, aunque los primeros hayan tenido reuniones privadas.

También en materia de comunicación social el nuevo gobierno tiene una relación altamente deficitaria con la sociedad. Y las pocas definiciones que hemos escuchado del gobernador –o de su secretario de Gobierno– sobre la materia rayan en la incoherencia o en el más absoluto desconocimiento. El gobernador, por ejemplo, dice que a él no le gusta salir todos los días en la primera plana, pero a su director de Comunicación Social sí le gusta. Como en el (reciente) pasado priísta, no hay día que pase sin que Torreblanca no aparezca en la primera plana de periódicos locales en fotografías que, por si fuera poco, desinforman a la opinión pública. Ayer se le ve muy sonriente en una con el secretario de Hacienda del gobierno federal Francisco Gil Díaz en cuyo pie se lee que se reuneron en las oficinas del funcionario en Palacio Nacional y que trataron “asuntos relacionados con el estado de Guerrero”. Y debieron ser muy importantes estos asuntos como para sacar de su asueto dominical al gobernador y a tan importante secretario. ¿O no se reunieron el domingo? Lo más seguro es que no, pero eso para el director de Comunicación Social es un detalle sin importancia. ¿Y qué trataron? Quien sabe. Ya antes Bajos mandó publicar otra de Torreblanca con el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes, sin que informara nada de lo que allí se dijo, cuando aquí el gobernador recibía críticas por su insensibilidad ante el tema de los derechos humanos, imperdonable en un gobernador de Guerrero que llegó al poder apoyado en las siglas de un partido que tiene más de un centenar de militantes asesinados por autoridades locales o pistoleros de los caciques.

El gabinete de los mejores hombres y mujeres que con tanta insistencia ofreció Torreblanca en su campaña es otra de sus tantas incongruencias. En el área de la comunicación social la situación es deplorable. Se ve allí que no hay nada más que la inercia del autoritarismo priísta. Ni una idea nueva ni un proyecto nuevo, nada que por esa vía acerque al gobernante con sus ciudadanos. Solamente confiar –con un alto grado de certidumbre– en que la crítica a los gobernantes no se le da a la mayoría de los medios de comunicación en Guerrero. Y con eso, pues ya la hicimos. ¿Para qué elaborar ningún proyecto de nada?