EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

La derecha y la izquierda, de Guerrero a Bolivia

Juan Angulo Osorio

Diciembre 22, 2005

EL FIN Y LOS MEDIOS

Antes de las elecciones internas del PRD amigos que militan en ese partido, o que forman parte de su entorno, consideraron un exceso la afirmación aquí expresada de que en Guerrero se vive un cambio pero hacia atrás.

Se referían en particular al siguiente párrafo de la columna publicada el jueves 8 de diciembre: “La sumisión, cortesanismo e intolerancia de (los) diputados abonan a la idea de que lo que se vive en Guerrero no es un cambio hacia adelante, sino hacia atrás. Un lamentable proceso de derechización desde el gobierno que muy pocos se atreven a advertir, y todavía menos a enfrentar”.

Y ahora, después de los resultados de la jornada del domingo antepasado, desde varios lados se habla de una derrota de la izquierda. Se entiende que a manos de la derecha, así estemos hablando aquí del ala derecha del PRD.

Ahogado el niño, dirigentes de casi todas las corrientes del PRD se dicen dispuestos a la unidad para fortalecer a la izquierda y dirigen sus baterías contra el Polo Guerrerense de Izquierda, el grupo que dirige el secretario general de Gobierno, Armando Chavarría, el que salió fortalecido de la interna con una candidatura a la Cámara de Senadores y cuatro a la de diputados federales.

Aunque en el Polo participan perredistas con una historia de lucha y posiciones avanzadas, no es ninguna descalificación sino un hecho objetivo decir que esa corriente representa a la derecha del PRD. Antes de que arropara a priístas con una trayectoria contraria al movimiento progresista, los principales dirigentes de lo que ahora es el Polo ya recibían críticas por su disposición a pactar con el gobierno del PRI en detrimento de un avance de la democracia o del interés de la mayoría de los guerrerenses.

Claro que todas las corrientes del PRD, sin excepción, han sido presas del pragmatismo. Y si ello ocurre incluso en la ciudad de México, donde un militante puede tener diversas oportunidades para su desarrollo como persona o como ciudadano, en lugares como Guerrero, donde esas oportunidades son escasas, se agudizan los males del pragmatismo como la pasividad, la complacencia, el servilismo y el oportunismo a secas.

Lo que importa es ganar; lo que interesa es que tú seas gobernador, alcalde, senador, diputado, síndico, regidor, funcionario, dirigente, sin que importen los medios ni los principios. Lo que importa es, a fin de cuentas, estar en la nómina, no importa si eso no se traduce en un cambio real de la política, la sociedad y la economía de Guerrero.

La cuestión no es sencilla. La ruptura con el pragmatismo no vendrá de la noche a la mañana. Véase por ejemplo cómo en este atisbo de autocrítica que ejercen ex comunistas, ex socialistas, ex cívicos y ex guerrilleros se deja de lado por completo el papel que está jugando el gobierno de Zeferino Torreblanca en el avance de posiciones que en general pueden calificarse propias de la derecha, y en el fortalecimiento en particular del ala derecha del perredismo.

Al respecto del factor Zeferino en el crecimiento del chavarrismo no se dice todavía ninguna palabra, como si la fuerza del Polo Guerrerense de Izquierda se explicara más por la calidad de sus cuadros y la pertinencia de su oferta política, y menos por el hecho de que su principal dirigente es simplemente el número 2 del gabinete de un naciente gobierno que llegó con una amplia legitimidad popular y en el que fue puesto por el gobernador Torreblanca.

Fue claramente una decisión de Zeferino Torreblanca priorizar su alianza con ese sector del PRD, y con ningún otro, al ofrecerle la Secretaría General de Gobierno. Y ahora se están viendo los resultados de esa determinación en la nueva correlación de fuerzas internas en el PRD. El PGI es hegemónico en el grupo parlamentario del PRD en el Congreso local y puede llegar a serlo también del grupo guerrerense en la Cámara de Diputados federal; además, miembros suyos gobiernan varios municipios y tiene una buena representación en los organismos dirigentes del PRD.

Una plataforma de lanzamiento que envidiaría cualquier precoz aspirante a la gubernatura de 2011, en una versión; o una plataforma para vender cara una eventual renuncia o destitución.

La gran pregunta es si ese gobierno, y ese PRD son los que se necesitan para, al menos, obtener los alrededor de 450 mil votos que se ganaron en la elección de Torreblanca y aportárselos a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Cualquiera supondría que debiera haber una estrategia para cuidar los bastiones del perredismo, incluso pensando en obtener un caudal histórico de votos en ellos. Pero lo que se ve hasta ahora son decisiones que contribuyen más bien al desencanto y a la frustración de los militantes y simpatizantes, y a la confusión de los electores.

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Ahora que ganó el líder indígena Evo Morales la presidencia de Bolivia, se ha mencionado que es de elemental justicia que tenga que ser gobernado por la izquierda un país en el cual son pobres 7 de cada 10 de sus habitantes.

Lo mismo se viene diciendo de México con Andrés Manuel López Obrador, pero casi todos los que pueden opinar aquí en Guerrero no extienden el razonamiento hacia nuestro estado, uno de los tres más pobres del país. (Yo siempre he dicho que Guerrero es más pobre que Chiapas y Oaxca, sólo que Acapulco distorsiona las estadísticas).

Pues bien, Guerrero igualmente debe ser gobernado por la izquierda. Diría que ese fue el sentido principal del voto del 6 de febrero. La gente tal vez no, pero los dirigentes sí conocían no sólo las virtudes sino también las limitaciones de Zeferino Torreblanca, sobre todo en el ámbito de la política política.

Así, la declaración del gobernador de que ciudadanos extranjeros participan con los opositores a la presa La Parota, no es propia de un político de izquierda. Si no se acompaña de pruebas –y de la consecuente solicitud a la Secretaría de Gobernación para que sean expulsados del país esos extranjeros–, la expresión se sumará a otras que en su tiempo lanzaron políticos autoritarios con propósitos de descalificación previos al ejercicio de la represión contra movimientos legítimos.