EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

La hora de los ciudadanos

Juan Angulo Osorio

Abril 16, 2005

 LA TRANSICIÓN

El caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador puede dar un vuelco espectacular. La decisión de la ministra Olga Sánchez Cordero de dar entrada a la controversia constitucional de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal contra la decisión de la Cámara de Diputados, podría ser utilizada como puerta de salida del gobierno de Vicente Fox para un cambio de su estrategia.

Nada les está saliendo, dijo este viernes un muy sonriente López Obrador en su entrevista jardinera, y horas después esa percepción se confirmaría con el anuncio de su perseguidor, el chilpancinguense subprocurador general de la República, Carlos Javier Vega Memije, de que aplazaría por tiempo indefinido la consignación a un juez del expediente contra el funcionario público desaforado; en español, que no solicitaría en estos días –como antes defendía que lo haría– que sea encarcelado el jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Al final, se está demostrando que la controversia promovida por los diputados locales del Distrito Federal tenía mucho más fondo de lo que en un principio se creyó. No es gratuito, por ello, que los leguleyos del PRI y del PAN se hayan dado cuenta de lo que se avecinaba y que por eso hayan empujado de inmediato una controversia contra la controversia, en este caso de la Cámara de Diputados federal.

Lo interesante del caso es que se está poniendo en el centro del debate el interés de los ciudadanos de la capital del país, quienes eligieron a López Obrador y a sus representantes en la Asamblea Legislativa, y a quienes no se toma en cuenta en la decisión de una instancia que los representa muy parcialmente, cuando no les es totalmente ajena como la Cámara de Diputados federal.

Si en el mundo de la plebe esta situación estaba muy clara desde el principio, no lo estaba en las alturas del mundo de lo jurídico, y de aquí la importancia del debate entre constitucionalistas y magistrados que puede llevar a un fallo histórico.

Desde las memorables muestras de participación y organización que desplegó apenas terminó el trágico terremoto del 19 de septiembre de 1985, y la movilización social que siguió a ese día, los ciudadanos de la capital de la República se reinvindicaron ante el resto del país como hombres y mujeres generosos, solidarios y creativos.

Después, en 1988 aportaron un importante caudal de votos a la insurrección cívica encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, al punto en que los dos escaños de la Cámara de Senadores fueron para los candidatos del Frente Democrático Nacional, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez.

Pese a su peso específico, los ciudadanos del Distrito Federal no lo eran a plenitud, pues no se les reconocía el derecho a elegir a sus autoridades, que eran impuestas por el presidente de la República en turno con el pretexto de que se trataba de la sede de los poderes federales.

Cuando lo lograron, han votado consecutivamente por gobiernos situados a la izquierda del espectro político, representados primero por Cuauhtémoc Cárdenas y ahora por Andrés Manuel López Obrador.

Lo que sigue ahora es ver qué tanto se despierta el orgullo chilango que se desplegó en sentido positivo en las jornadas de movilización el día del sismo de 1985. ¿Por qué diputados controlados por caciques locales van a decidir por los ciudadanos del Distrito Federal? ¿Qué culpa tienen éstos de que los diputados no se comporten como representantes populares, sino como empleados de sus gobernadores o de sus jefes partidistas?

La movilización de los defeños será, por supuesto, la decisiva, pero contribuirá en el mismo sentido la gira por diversas ciudades del país que anunció este viernes López Obrador, y que incluye Acapulco. Este recorrido servirá como acicate para movilizar a ciudadanos más allá del PRD, cuyos dirigentes y diputados locales suelen asimismo estar en alianza o supeditados al poder de los gobernadores, sean éstos del PRI, del PAN o del PRD, o que fueron postulados por este partido, pero que ahora hacen como que no ven ni oyen.

En el caso de Guerrero, por ejemplo, la presencia del jefe de Gobierno servirá para definiciones muy precisas. Será la única ciudad que visite de un estado no gobernado por el PRI o el PAN, y en la que seguramente se enterará del estado en que se encuentra la disputa por las candidaturas de su partido para las elecciones municipales y legislativas de octubre.

Hoy todo está vinculado con todo. Más pronto que tarde se verá si el comportamiento del gobernador Zeferino Torreblanca ante el gobierno del presidente Vicente Fox es un hecho aislado –como creen dirigentes del PRD y analistas como Arturo Martínez Núñez, que lo justifican– o parte de una misma política.