EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

Rumores que obligan a una declaración del gobernador

Juan Angulo Osorio

Julio 24, 2006

El gobernador vino el sábado a Acapulco en plan de dejar claro que no está en la jugada de quienes quieren a Félix Salgado Macedonio fuera de la Presidencia Municipal, y se extendió sobre cuestiones que hasta entonces no habían pasado del nivel de los rumores o que ni siquiera han merecido la atención de la opinión pública.
No es “enano político” ni un político “miope” para querer quitar al alcalde porteño, dijo Torreblanca para salir al paso del rumor que lo señala como el responsable de las presiones para que Salgado dimita y que ha denunciado reiteradamente el alcalde, quien no obstante nunca ha mencionado públicamente los nombres de los autores de las mismas.
La segunda aclaración no pedida borda igualmente sobre el gravísimo rumor, vinculado al enfrentamiento entre cárteles de la droga que han tomado Acapulco como escenario de guerra. Afirmó Torreblanca que efectivamente declaró el miércoles –en una entrevista radiofónica a modo– que él no había sido amenazado de muerte, pero que no dijo que esto se debía a que no estaba involucrado en ningún acto ilícito.
Pidió entonces que no se descontextualicen sus declaraciones, sugiriendo que eso hicieron los periódicos que así presentaron sus declaraciones al día siguiente.
Si el gobernador tuvo que salir al paso de un rumor, y quiso aclarar lo que dijo en un noticiero de radio que simplemente le puso el micrófono, tal vez encuentre su explicación en que ya era muy extendida la versión de que él y su grupo político se encontraban detrás de las maniobras para una salida adelantada de Félix Salgado.
No porque el gobernador sea un “enano político”, sino porque en su breve gestión se ha caracterizado por dar la espalda a los ciudadanos, a las organizaciones partidistas y sociales y a los actores políticos que lo apoyaron para llegar al cargo que ahora ocupa.
En otras circunstancias nos congratularíamos del respaldo explícito que vino a dar el gobernador al alcalde del principal municipio del estado. Veríamos en él un principio de rectificación de Zeferino Torreblanca a su política de golpeteo y de agresiones contra cualquiera que se atreva a criticarlo o a no comulgar con sus proyectos.
Pero su desmedido interés por aclarar que no tiene nada contra Félix Salgado se presta al sospechosismo. Más cuando se sabe que le molesta que el alcalde no apoye sin reservas el proyecto de la presa La Parota, calificado como una prioridad estratégica por el mismo gobernador. Y cuando se sabe asimismo que la reunión del alcalde con su antecesor en el cargo, Alberto López Rosas, luego de las versiones de que se conspiraba para acelerar su salida del Ayuntamiento, encendió los ánimos contra Salgado en más de una oficina del Palacio de Gobierno de Chilpancingo.
El alcalde ha manifestado su beneplácito por el apoyo que recibió del gobernador, y reveló al mismo tiempo que recibió otra amenaza de que sería asesinado si no dejaba el palacio del parque Papagayo esta semana. En seguida anunció que ya no hablaría más de este tema, como si ese fuese el acuerdo con Torreblanca tras el espaldarazo de éste, que ha desestimado las amenazas desde la primera vez que se refirió a ellas Salgado Macedonio.
De todos modos hay que seguir pendientes del caso. En el mismo contexto llama la atención que Torreblanca haya matizado dos declaraciones de su procurador: que la PGR no hace nada contra la narcoviolencia, y que la ejecución del ex diputado federal del PRI, Juan José Nogueda Ruiz, nada tiene que ver con la guerra que libran las bandas del crimen organizado.
Sí hay “disposición y colaboración” de la PGR con las autoridades estatales, dijo Torreblanca respecto de la primera parte de la aseveración de su subordinado Eduardo Murueta. Luego dijo que apenas era una hipótesis preliminar que el asesinato de Nogueda no fuese parte de la guerra entre cárteles, pero que puede estar equivocado y que por eso se mantienen todas las líneas abiertas.
Si se recuerda, con celeridad no vista ni en el caso del asesinato de su amigo, el prominente empresario del turismo Alexis Iglesias Aragón, el titular de la Secretaría de Fomento Turístico, Ernesto Rodríguez Escalona, urgió a la Procuraduría a esclarecer el caso de Nogueda, quien lo sustituyó en su curul en la Cámara de Diputados federal cuando vino a hacerse cargo de esa dependencia, en la que fue ratificado por el nuevo gobierno en una decisión que Zeferino Torreblanca sigue sin explicar a sus electores.
Hacerle caso de inmediato a Rodríguez Escalona, y decretar que el de Nogueda fue un crimen pasional, hubiese generado sospechas de que se estaba desviando la atención. ¿Cómo hacer pasar como creíble la versión de un esposo despechado con los recursos logísticos y el atrevimiento para ordenar una operación de levantamiento como la que terminó en la ejecución del ex diputado y empresario de materiales de la construcción.
Es sólo una versión preliminar, dijo insistente el gobernador en la conferencia de prensa del viernes, lo que puede ser un anticipo de que la misma se desechará para que el caso de Nogueda se acumule a las dos centenas de delitos sin aclarar, todos relacionados con el narcotráfico, según ha reconocido el propio procurador del estado.
A menos que pronto alguna autoridad dé una explicación coherente, pareciera que estamos en presencia de una operación para evitar que la guerra entre los cárteles de Sinaloa y del Golfo salpique a los políticos.
El caso afectó durante casi tres meses al alcalde Félix Salgado. Un periódico de la ciudad de México dio vuelo a un video donde se sugería que los policías municipales que pararon un convoy de narcotraficantes en La Garita y dieron muerte a cuatro de ellos –hechos ocurridos el 28 de enero pasado– no actuaron como autoridad, sino como parte del cártel contrario.
Desde entonces se ha sucedido una cadena de ejecuciones contra los supuestos participantes en aquella operación policiaca, el último de los cuales habría sido el capitán retirado Eusebio Palacios quien en diarios nacionales era presentado como el jefe de escoltas del alcalde, y no como lo que realmente era: jefe de seguridad del edificio del Ayuntamiento.
Como si con ello quisiese sugerirse que los narcotraficantes pegaban cada día más cerca del presidente municipal, y que colaboradores cercanos de éste se hallan involucrados con algún cártel, en este caso el del Golfo y su grupo de sicarios Los Zetas, que han venido a Acapulco a calentar la plaza del cártel de Sinaloa, en represalia al atrevimiento de éste de irse a meter a Nuevo Laredo, hipótesis que acaba de confirmar en una entrevista el titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) José Luis Santiago Vasconcelos.
Pesonaje de la vida política nacional como lo es, apenas la semana que terminó se acrecentó la presencia de Félix Salgado lo mismo en programas periodísticos de televisión del Distrito Federal que en entrevistas concedidas a periódicos de la capital del país, en las que sugería que recibía amenazas de muerte no porque estuviese involucrado con algún cártel, sino precisamente por lo contrario.
Tiene fuerza política propia y ha dejado ver a su adversarios que no se rendirá. Veremos cuál es la respuesta de éstos tras el presunto espaldarazo del gobernador al alcalde.
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Un apunte sobre el caso de la persecución contra cuatro ex colaboradores del ex alcalde de Acapulco Alberto López Rosas, que éste atribuye a una venganza política de Zeferino Torreblanca porque criticó en una carta pública lo que llamó “ambigüedad” del gobernador ante el conflicto poselectoral y exigió una postura más definida de apoyo a la lucha que encabeza Andrés Manuel lópez Obrador.
En la única vez que se ha referido al tema, Torreblanca dijo que él no manda en el Poder Judicial, como si el juez hubiese girado la orden de aprehesión de motu proprio, lo cual es legalmente imposible.
Por el contrario, el juez actuó a petición del Ministerio Público que depende de la Procuraduría de Justicia del Estado que depende del gobernador Zeferino Toreblanca que dice que no tiene nada que ver en el asunto.
En todo caso, no sería la primera vez que el gobernador usa las instituciones públicas como instrumento de sus venganzas políticas. Nosotros sabemos muy bien de lo que hablamos.
Y en cuanto al movimiento poselectoral, falta todavía mucho por decir de la postura del gobernador, que ha utilizado espacios en medios que se pagan con recursos públicos para tratar de desprestigiar a El Sur, cuando nos dice que amarramos navajas, que mochamos la información y que tergiversamos sus declaraciones. Se refirió en particular a aquella en la que dijo que apoyaba “al que gane”, y que apareció en un titular de primera plana de nuestro periódico. El gobernador habría querdo que incluyéramos en ese titular la conclusión de esa frase que, completa, decía: “Le voy al que gane, y ganará la democracia”. ¿Qué les parece tan brillante aclaración? Y en todo caso ¿por qué no la hizo antes de las elecciones del 2 de julio? ¿Por qué se esperó a conocer los resultados para lanzarse en contra nuestra? ¿Esperaba que la presunta ventaja de Felipe Calderón fuese más amplia?.