EL-SUR

Miércoles 03 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

Zeferino Torreblanca no está solo

Juan Angulo Osorio

Abril 29, 2007

 

Al día siguiente de la comparecencia del secretario de Gobierno ante el pleno del
Congreso, un amigo de éste me comentó: “Armando está a punto de cruzar la línea de no
retorno”. Su Rubicón, pero al revés, le contesté. Nos referíamos ambos a que el funcionario
estaba cerca de decidir –¿él solo?– si unía su futuro político al del gobernador Zeferino
Torreblanca.
Ahora escribo que Armando Chavarría ya cruzó esa línea con la decisión de la fracción
parlamentaria del PRD de expulsar por tres meses al diputado rebelde Ramiro Solorio
Almazán.
Para un intolerante como el gobernador, un intolerante y medio como su secretario de
gobierno. Tal es el mensaje que deja el acuerdo de los diputados del PRD que, además,
es dado a conocer con mentiras por su coordinador, el mismo que hablando en nombre
del grupo parlamentario desde la tribuna del poder Legislativo llenó de elogios al secretario
de Gobierno con un lenguaje que da pena ajena, impensable en un político con referentes
en la lucha democrática.
A mayor abundamiento, está en entredicho la legalidad de la decisión; si la fracción tiene
facultades para castigar a sus miembros, y si se confirma que no las tiene, el nombre del
secretario Chavarría quedará asociado con el atropello, con el abuso de poder.
Si el acuerdo de la fracción se tomó por unanimidad, si los más interesados en la sanción
eran los diputados zeferinistas, si Solorio se sobrepasó en sus insultos a sus colegas en
el informe regional de Tecpan, todo eso para la opinión pública será intrascendente. La
percepción que se generalizará es que al diputado rebelde se le castigó no por sus críticas
al gobernador, sino por sus críticas al secretario de Gobierno. Si se dio el caso de que
Zeferino Torreblanca calentó a Armando Chavarría diciéndole ‘ya vez, te lo dije, con Solorio
no se puede’, será ese un episodio no demostrable, frente a la evidencia pública de que la
sanción vino después de la comparecencia de Chavarría, en la cual el diputado castigado
lo llamó funcionario “chambista” y “sumiso”.

*****

Al secretario Chavarría le dolió, y mucho, que Solorio le haya endilgado tales calificativos,
tanto que cuando le respondió al diputado, se refirió a éste como “la perra brava que
incluso a los de casa muerde”. Y cuando una diputada del PRI le criticó ese lenguaje,
Chavarría replicó que no iba a permitir que nadie hiciese “escarnio” de su persona.
Escarnio: burla ofensiva y humillante, define el diccionario de Manuel Seco. Ciertamente, no
es el diputado Solorio un político formado en una tradición de debate político de altura.
Viene del PRI, partido en el que nunca ha habido debate, y que cuando remedos de éste se
han dado, los políticos de ese partido tienden a recurrir a los ataques personales.
Recuérdese el intercambio de insultos que hace un par de años protagonizaron Emilio
Chuayffet, un ex gobernador, con el actual director general del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes.
Pero más allá de los calificativos de “chambista” y “sumiso”, que de todos modos están
más cerca de la crítica política que del escarnio a la persona, Chavarría simplemente debió
haberse concentrado en demostrar a Solorio –y a la opinión pública– que está en el
gobierno de Zeferino Torreblanca por convicción, y que si sigue al pie de la letra todas las
políticas de éste y las defiende públicamente, no es por obediencia ciega, sino porque está
de acuerdo con ellas.
No está en el cargo por la chamba, es decir, por el salario; ni es un político sumiso, porque
cree en lo que hace.
Chavarría simplemente dijo en su comparecencia que está en el gobierno de Torreblanca
por el interés de “construir un nuevo camino con un gobierno distinto a otros anteriores”.
A propósito, si al secretario de Gobierno le molesta el estilo de discusión del diputado
Solorio, sería bueno preguntarle su opinión sobre el estilo que usa el gobernador contra
quienes considera sus enemigos políticos. A los insultos de Ramiro, los de Zeferino dicen
‘quítense que ahí les voy’. Por ejemplo, a sabiendas de que no es cierto, con dolo y mala fe
–como el que le achaca Chavarría a Solorio–, el gobernador Zeferino Torreblanca llama
periodistas corruptos a los que no lo somos.

*****

El episodio que tiene en el centro a Ramiro Solorio es un reflejo también del estado de
descomposición política en que se mueven nuestras instituciones.
Recuérdese que un día antes de su expulsión temporal de la fracción del PRD, los
diputados de todos los grupos parlamentarios votaron en el pleno en contra de que Solorio
interviniera en las comparecencias del procurador Eduardo Murueta Urrutia y de la
secretaria de Desarrollo Social Gloria Sierra, y en las subsecuentes.
Se entiende que esas presentaciones deben estar reglamentadas, y que el formato obliga
a imponer un límite al número de participaciones. Pero ¿qué tanto se hubiese tardado
Solorio en exponer sus señalamientos críticos? Y si persistía, y si caía en excesos, si se
viera que su propósito era reventar las comparecencias, pues bastaba con aplicar el
reglamento del poder Legislativo para llamar al orden al diputado transgresor. Por eso se
dice, y con razón, que hemos asistido a un acto de censura ejercido por diputados contra
otro diputado. De por sí es muy pobre el nivel del debate político en el estado, como para
que además los diputados repriman a un colega suyo.
Me sumo a lo que escribió Moisés Alcaraz ayer aquí: “Mientras en el Congreso se llena de
honor y gloria al Ejecutivo, las fracciones parlamentarias amarilla, azul y verde le ponen
mordaza al diputado Ramiro Solorio para proteger de sus críticas a los secretarios de
despacho, siendo éste el único diputado que ha tenido la disposición y el valor de
enfrentarse a la corte plural de diputados aduladores del poder del cual deberían ser su
contrapeso y punto de equilibrio y no sus aplaudidores y comparsas.
“La aberración jurídica que cantinflescamente quiso aclarar la diputada del PRI que quiere
ser presidenta municipal de Taxco, mediante la cual le coartaron sus derechos al diputado
Solorio, es otra muestra de que quienes están obligados a ser ejemplo del respeto y
cumplimiento de las leyes, son los primeros en violarlas impunemente.
“¿A qué se reduce un Parlamento, que es como la catedral del habla y la discusión de los
asuntos públicos más trascendentales, cuando en el propio parlamento se le cancela a
uno de sus integrantes la libertad que tiene de expresarse? Es una grave contradicción, un
insulto al derecho y un desprecio a la política, como teorías y prácticas en las que se fincan
los acuerdos y consensos sociales en un entorno de civilidad.
“Guerrero no merece esto señores diputados y miembros del gabinete. La sociedad exige
resultados y los gobernantes no están a la altura de las expectativas de una población
insatisfecha. El desencanto crece, viene el hastío y la desesperanza. Después ¿qué
sigue?”.

*****

Que Chavarría se propone caminar de la mano de Torreblanca de aquí hasta la eternidad,
se confirma con el discurso que dio ayer el secretario en la reunión de Chilpancingo de su
corriente dentro del PRD, el Polo Guerrerense de Izquierda. Bajo el manto de la prestigiosa
palabra ‘consenso’, Chavarría está anunciando que ya se repartió con el gobernador las
candidaturas de alcaldes y diputados locales para las elecciones de 2008. Acapulco para ti,
Zihuatanejo para mí, y así sucesivamente.
Por eso insiste en decirle a sus compañeros que “no le tengan miedo” a la corriente que
acaba de formar el gobernador. “Con ella gobernamos hoy, y con ella gobernaremos
todavía más mañana”, pareciera que les está diciendo Chavarría a sus seguidores,
confiado en que la disciplina de ahora le dará bonos para garantizar el apoyo de su jefe
para que sea el candidato a gobernador para el lejanísimo año de 2011.
Ya antes, en medio de la polémica que abrió la decisión del gobernador de crear con
alcaldes y diputados su propia corriente dentro del PRD, Chavarría había dicho algo similar.
E incluso fue entonces más allá, cuando dijo que estaba de acuerdo “en todo” con Zeferino
Torreblanca, y que si no fuera así no trabajaría para su gobierno.
Según la teoría política –y lo confirma la historia– los partidos son organizaciones que se
forman para el acceso al poder de sus integrantes. Tienen para ello una disciplina, una
estrategia, una táctica y un programa u oferta de gobierno, que aplicarán cuando lleguen al
poder. Si ello es así, si Chavarría afirma que está de acuerdo “en todo” con Torreblanca
¿por qué entonces no le propone la fusión del Polo y de la llamada Izquierda Renovadora
del gobernador para formar una sola corriente dentro del PRD? Serían imbatibles. Claro, de
ahí saldría un partido intolerante.
Dijo Chavarría en su comparecencia que no es cierto que el Ejecutivo avasalle a otras
instituciones, sino que solamente ejerce sus facultades. Justifica así las agresiones del
gobernador al que sirve contra la Comisión Estatal de Defensa de los Derechos Humanos
(Codehum), y directamente contra su digno presidente, don Juan Alarcón Hernández.
Porque, en todo caso, no ejerce bien el gobernador esas facultades. Por ejemplo,
Chavarría dice que los consejeros técnicos que ha pretendido cambiar el Ejecutivo tienen
16 años en esa función. Y el gobernador pretendió sustituirlos ¡con funcionarios de su
gobierno! El gobierno del cambio intentando acotar las funciones de una noble institución,
cuando debiera fortalecerla financieramente, apoyarla políticamente y acatar sus
recomendaciones. Pero hace todo lo contrario.

*****

Los tics de intolerancia de la mayoría de los diputados del PRD llegan a extremos
peligrosísimos. Si Stalin borraba de fotografías históricas a sus adversarios, quienes
administran a ese grupo parlamentario hacen lo propio. Veáse si no el desplegado de la
fracción que se publicó en la página 9 de El Sur de ayer. Allí aparecen las fotografías de
todos los integrantes del grupo parlamentario, menos la de uno. ¿Quién será?

*****

A propósito de dolo y mala fe, en sus desagelados informes regionales el gobernador ha
dicho que no desconoce que ha cometido errores, pero que nunca ha actuado con dolo y
mala fe. Nosotros tenemos evidencias directas de lo contrario, y cada día que pasa se
suma algún actor político del estado a la lista de quienes son considerados por el
gobernador como sus enemigos.
Por lo demás, en su recorrido, como ya lo han notado otros analistas, el gobernador
informa menos de lo que hizo el año pasado, y más de lo que se propone hacer. ¿Está
pidiendo un tercer año de gracia para limpiar la casa? Démosle de una vez los seis, y que
gobierne como quiere: sin críticas, a sus anchas, como rey. Otra vez Juan con sus
exageraciones, dirá alguien por allí. Pero no. Los remito a la declaración del gobernador al
enviado del semanario Emeequis, una parte de la cual aparece en estas páginas y
completa en el número de esa revista que circulará desde este lunes. Allí, el flamante
premio nacional de periodismo Alejandro Almazán, le pregunta al gobernador en torno a la
polémica en torno a su segundo informe de gobierno:
“–No hubiese sido más fácil ir al Congreso, gobernador.
“–Claro. El año pasado fui por primera vez en la historia. Esta vez, sin embargo, nos faltó
diálogo político. No estoy de acuerdo con que un informe sea la fiesta de un gobernador,
pero que tamposo sea la oportunidad para que lo insulten, le chiflen o se convierta en un
circo. El año pasado fueron los medios quienes se carcajearon. ¿Dónde está la
solemnidad? No se garantizaron acuerdos y así sólo iba a ocurrir lo que pasó con el
gobernador de Hidalgo. Es decir: vas a ser denostado y que los medios publiquen que
abuchearon al gobernador. ¿No te parece mejor que vaya a cada plaza, aunque lleve gente
que simpatice conmigo, que la gente no vaya a protestar?”.
Hasta allí la pregunta y la respuesta. A confesión de parte, relevo de pruebas.

*****

Finalmente. En un par de discursos, que eso son, de los que ha venido dando en distintas
ciudades, el gobernador ha insistido en que él solo no puede contra la violencia del crimen
organizado que azota al estado que gobierna. Pero si no está solo el gobernador. Tiene de
su lado a los ex gobernadores Rubén Figueroa y René Juárez, quienes presionan al
presidente estatal de ese partido a que pacte con Torreblanca, y lo mismo hacen con varios
diputados y alcaldes. Tiene de su lado al presidente estatal y al secretario general del PRD,
que en los momentos más críticos siempre encuentran la manera de salir en defensa del
gobernador. Tiene el apoyo de la mayoría de las corrientes perredistas, incluida la del
crítico Cuauhtémoc Sandoval, que no obstante dice que Foro Nuevo Sol, su corriente, hace
alianzas no para obtener candidaturas, sino con base en proyectos políticos coincidentes.
En fin, tiene Torreblanca de su lado a la dirigencia de la Sección 14 del SNTE; a la CNC de
Nabor Ojeda y Evencio Romero. A los transportistas del PRI que la hacen de porra en todos
sus informes regionales. Al arzobispo de Acapulco y a la Coparmex. A todos los medios
electrónicos y a la mayoría de los escritos. En fin, tiene de su lado, como se ve, a
representantes reconocidos de la sociedad. ¿Por qué no los convoca para que lo ayuden a
enfentar el flagelo de la delincuencia organizada? Son una fuerza considerable. ¿Por qué
no la usa?