Desmiente acusaciones de intervenir en juicio de violencia de género

Desmiente acusaciones de intervenir en juicio de violencia de género

Juan Angulo Osorio
Director

En relación a la nota periodistica publicada el martes 24 de mayo en la página 10 de su prestigiado medio informativo (Cambian el delito en un jucio de violencia familiar a lesiones, para favorecer a un acusado, denuncia la víctima), solicito a usted tenga a bien disponer la aclaración de la aludida nota informativa, en la que desafortunadamente se me atribuyen actos que no incumben a mi responsabilidad como juzgador.
En la nota a la que me refiero se hace constar que la persona que aparece como víctima en la carpeta judicial C/207/2021 (del índice del juzgado de control y enjuiciamiento penal con sede en Chilpancingo de los Bravo, Guerrero y jurisdicción y competencia en los distritos judiciales de los Bravos, Alvarez y Guerrero), hace ver que el suscrito dictó resolución alguna en dicho sentido. En virtud de lo expuesto, hago la más atenta invitación a la víctima, para que en ejercicio del derecho que se tiene de acceder a los concernientes registros escritos y audiovisuales y con la asistencia de su asesor jurídico, corrobore la veracidad de mi afirmación, y quede en condición, de así estimarlo conveniente, de desmentir el hecho que equivocadamente me atribuye. No omito precisar que en los asuntos de los que conocí y que implicaron violencia de género, invariablemente resolví con perspectiva de género, tal y como lo constatan las versiones públicadas de las respectivas resoluciones.
Sin otro particular sirvanse recibir un cordial saludo y la expresión de mi consideración distinguida.

Atentamente

El secretario general del Consejo
de la Judicatura Local

Lic. Celso Ubaldo de la Sancha

Cambian el delito en un juicio de violencia familiar a lesiones, para favorecer a un acusado, denuncia la víctima

Lourdes Chávez

Chilpancingo

El juez coordinador de control y enjuiciamiento, Celso Ubaldo de la Sancha, cambió un delito de violencia familiar por el de lesiones, de menor gravedad, en una audiencia donde la víctima del caso no estaba presente, después de dos citas a las que faltó el agresor.
Con documentos del expediente C-207/2021, la agraviada denunció la falta de perspectiva de género en la impartición de justicia, evidenciada con este tipo de actuaciones, pese a las capacitaciones en el Tribunal Superior de Justicia desde la declaratoria de  alerta de violencia feminicida en Guerrero que la Secretaría de Gobernación declaró en 2017.
Su demanda, es una de las 3 mil 273 que se iniciaron en 2021 por violencia familiar en Guerrero, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Nada se sabe del resto, salvo que el caso de esta denunciante, es uno de los que más rápido se ha judicializado, según le dijeron las mismas funcionarias del sistema de administración de justicia. Esto fue posible por la constancia de la usuaria, y gestiones de sociedad civil en la FGE.
Así pasaron nueve meses para que el asunto fuera judicializado, con un avance poco satisfactorio, por un delito menor.
La víctima de violencia llamó al presidente del Poder Judicial, Raymundo Casarrubias Vázquez, a tomar como ejemplo su caso para revisar las decisiones de los impartidores de justicia, que en el discurso dicen que aplican la perspectiva de género y en los hechos no es así. “Que dé seguimiento a las  sentencias para determinar si la capacitación tiene impacto en el trabajo, porque este ejemplo dice lo contrario”.
La agraviada, que se reservó su nombre, indicó que el 25 de mayo de 2021, la agencia del Ministerio Público del Centro de Justicia para las Mujeres clasificó su denuncia como violencia familiar contra su ex esposo, que la golpeó en su vivienda y frente a dos hijos. Entonces tenían un año de divorciados.
“El caso tenía todos los elementos de violencia familiar, pero con una visión retrógrada, sin perspectiva de género, el juez decidió reclasificar como un delito menor, porque consideró que no tenían vínculo familiar, lo cual usó la defensa del agresor para llamar a la conciliación”; aunque la violencia no se concilia.
Del inicio de la demanda, recordó que el 2 de julio de 2021, le notificaron que el 12 del mismo mes se llevaría a cabo la audiencia inicial con el juez Ubaldo de la Sancha.
En esa ocasión, indicó que trató de explicar al juzgador que sus lesiones eran más graves de lo señalado en el expediente, de primer grado, porque todavía eran visibles después de un mes de la agresión que ocurrió a principios de mayo.
“Me dijo (el juez) que no podía desviarme a decir otra cosa, porque no estaba el acusado para defenderse”.
El denunciado tampoco acudió a la segunda cita, y para la tercera ocasión, indicó que preguntó al personal si habría algún problema por no asistir, pues había pedido muchos permisos en su empleo por la demanda, las terapias y las audiencias. Le respondieron que no se preocupara.
De antemano, en el juzgado sabían que no se presentaría a la tercera cita de febrero de 2022, a la que el agresor fue llevado con la fuerza pública.
Supo después que, en esa audiencia, de último momento fue designada como su nueva representante legal, la asesora Gladiana Guadalupe Morales Fajardo, que no conocía a la víctima ni su expediente, y Ubaldo de la Sancha determinó que el delito no era violencia familiar, sino lesiones en primer grado, porque las partes involucradas estaban divorciadas.
Fue hasta el 11 de mayo pasado, en la siguiente audiencia, con un nuevo juez, Emmanuel Reyna Vélez, que la denunciante  se enteró de que en la anterior sesión, se reclasificó el delito de su demanda, y el plazo de impugnar la decisión del juez, de tres días, estaba agotado.
Ahora sabe que el juzgado tenía que avisarle de inmediato lo que pasó en esa audiencia para poder quejarse, porque el vínculo familiar existe desde que tuvo su primer hijo, y porque la violencia ha sido continua, antes y después del matrimonio.
Reducido el delito, en la audiencia del 11 de mayo de 2022, indicó que la defensa pidió ir a conciliación al Centro de Mecanismos Alternativos de solución de controversias. Ahí, la responsable del Centro, María Cristina Gracida Vázquez, turnó la mediación a la sicóloga Melina, de quien no recordó sus apellidos.
Melina le informó que el agresor ofreció 8 mil 700 pesos como reparación de daño, y al preguntarle su contrapropuesta como víctima, también le advirtió que ‘no podía ser mucho porque sus golpes son de primera instancia y sus terapias sicológicas no eran muchas’.
Sólo mencionó que ‘el tema era serio’, porque el acusado ‘no es que se emborrachó y te pegó’.
La mujer aclaró que sus lesiones no sólo fueron físicas y más graves que en primera instancia, “también hay afectación psicológica, mis hijos, pequeños, deben recibir atención integral. Mis terapias, no fueron muchas, pero tuve muchos gastos de traslados al MP,  a las audiencias, a las terapias, tratando de no  afectar mi trabajo, que al final perdí”.
Además, señaló violencia económica porque el agresor no paga la pensión que se acordó en el divorcio
Pero el cálculo que hizo el Mecanismo sólo es en función de las terapias, que pueden costar de 500 a 700 pesos, le explicó la sicóloga. Tomando el pago máximo, de 12 sesiones por 700 pesos cada una, suman 8 mil 400 pesos.
“No fui excesiva, pedí 10 mil para cerrarlo todo y el agresor no aceptó”. Adelantó que ya no aceptará más conciliación, y espera que en adelante haya justicia expedita con perspectiva de género”.
Del proceso judicial en tiempo de pandemia, señaló que es desgastante, pero estaba decidida a concluirlo, porque era la tercera demanda contra el agresor. Las  anteriores las presentó estando casados, “pero como estaban viviendo juntos y no había un Centro de Mujeres, donde pudiera refugiarse, lo dejó pasar”.
Aclaró  que desde que comenzó este proceso llamaba  casi a diario a la agente del MP, Liliana Gallardo Hernández, que recibió su demanda, para saber cómo avanzaba el caso. Tres o cuatro meses después, la funcionaria, tal vez cansada de su insistencia, cedió su caso a la agente, Karina Judith Ortiz Robles.
“Si volviera a pasarme esto, creo que me quedaría callada, ha sido un año perdido física y moralmente, los ánimos con que llegaba a mi casa… ahora no sé si quiera pelear la pensión, que no es un derecho mío, es un derecho de mis hijos”.

Abren proceso a los detenidos por el caso de la Urvan por asalto y asesinato sin premeditación

El juez de Control, Celso Ubaldo de la Sancha resolvió la mañana de este jueves la vinculación a proceso, con prisión preventiva, de cuatro de los acusados por el asesinato de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, Jonathan Morales Hernández y Filimón Tacuba Castro, del trabajador del Instituto Estatal de Educación para Jóvenes y Adultos (IEEJAG), Juventino Carranca Tejacal y del chofer de la Urvan de la ruta Reforma-Mercado, Marco Antonio Organista Lorenzo.
La audiencia pública fue en la sala 1 de juicios orales ubicada en la Ciudad Judicial, a las 7:30, en donde el Ministerio Público y la Fiscalía General del Estado sostuvieron que el móvil del múltiple homicidio fue el asalto y que los dos estudiantes normalistas asesinados opusieron resistencia, pero el asesor legal de los dos normalistas, Vidulfo Rosales Sierra insistió en que hubo “premeditación” en la actuación de los imputados para asesinar a los dos normalistas
También hubo discrepancias en cuanto al número de personas que actuaron en el múltiple homicidio. Los representantes del Ministerio Público (MP) que presenta los elementos y su investigación, y de la Fiscalía que defiende su caso, sostuvieron que fueron cinco, mientras que Rosales Sierra dijo que fueron seis.
Sin embargo hubo coincidencia en cuanto a la mecánica y la ruta que siguieron los ahora imputados la tarde de ese 4 de octubre.
Asimismo compartieron la certeza de que los detenidos son los que participaron en los homicidios de las cuatro personas ese día, aunque al término de la audiencia de vinculación a proceso solicitaron un plazo de cuatro meses para la próxima –la audiencia de juicio-, plazo que utilizarán para presentar más argumentos en contra de los imputados.
A su vez los dos defensores públicos que asisten legalmente a los acusados, se reservaron “por estrategia” su derecho a presentar argumentos a favor de sus defendidos, y también omitieron su derecho a emitir argumentos en su defensa.

La ruta de los acusados

La versión de los representantes del MP y de la Fiscalía, que obtuvieron mediante el testimonio de dos testigos, es que los cinco detenidos (cuatro mayores de edad que ayer fueron vinculados a proceso y un menor de edad al que le dictaron medidas cautelares el miércoles en el Tribunal de Justicia para Adolescentes), abordaron la Urvan de la ruta Chilpancingo-Tixtla en la colonia Indeco, y que cuando llegaban al kilómetro 4 en el punto conocido como El Derrumbe o la Curva del Amate, sacaron pistolas con las que dos de ellos amagaron al chofer y lo obligaron a detenerse.
“Órale hijo de tu puta madre, párate o matamos a todos”, le habría dicho uno de los hombres armados al conductor, quien detuvo la unidad. Entonces otro disparó (no precisa el MP si éstos se hicieron dentro o ya fuera del vehículo), pero dice que después bajaron a los pasajeros y los obligaron a tirarse al suelo para despojarlos de dinero y teléfonos celulares.
Según el MP y la Fiscalía, Jonathan Morales y Filimón Tacuba (estudiantes de Ayotzinapa) opusieron resistencia y fue cuando les dispararon.
También le dispararon al trabajador del IEEJAG, Juventino Carranza, quien quedó herido pero murió cuando era atendido en el hospital Raymundo Abarca Alarcón.
Posteriormente los ahora detenidos dispararon a otros conductores, entre éstos al chofer de una Urvan que circulaba de Tixtla a Chilpancingo e hirieron a un niño de 8 años que iba de pasajero y al conductor. Asimismo resultó herido el chofer de una camioneta de una tienda de abarrotes de Chilapa y el conductor de la Urvan 41 en la que viajaban las víctimas.
Según el MP y la Fiscalía después los cinco hombres armados obligaron a detenerse al conductor de un vehículo particular (del que no mencionan las características) en el que se regresaron rumbo a Chilpancingo y cerca de casa Guerrero lo abandonaron y caminaron rumbo a la colonia Ampliación Revolución (que se encuentra a menos de un kilómetro) en donde en la calle Constitución le hicieron la parada al chofer de la combi número 63 de la ruta Reforma-Mercado, quien al ver que iban armados lo mataron a balazos. Se trata del chofer Marco Antonio Organista Lorenzo.
Enseguida los cinco armados obligaron a detenerse al conductor de un vehículo Chevrolet Sonic negro, quien bajo amenazas los trasladó al otro extremo de la ciudad, a la colonia Sección Séptima, (que se encuentra en la parte alta de la colonia López Portillo, al poniente de la ciudad), en donde se dispersaron y tomaron rumbo desconocido.
El representante del MP y el de la Fiscalía, destacaron que los dos testigos han identificado plenamente a los cuatro detenidos.
La discrepancia

En cambio el abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra, quien funge como asesor jurídico de los familiares de los dos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Dijo en su exposición que fueron seis los hombres armados que participaron en el múltiple homicidio.
El abogado citó como testigos a los mismos que utilizaron el MP y la Fiscalía, aseguró que primero en la parada de la colonia Indeco se subieron tres y tomaron los asientos de la parte de atrás de la Urvan. Metros más adelante abordaron la unidad otros tres que ocuparon los asientos delanteros, situación que el abogado utilizó para argumentar que hubo “premeditación” de los imputados pues planearon dejar en medio e indefensas a sus víctimas.
Rosales Sierra insistió en que durante el ataque a los estudiantes no hubo resistencia de los dos estudiantes y que, incluso, les dispararon a pesar de que Jonathan y Filimón les dijeron que eran estudiantes y que no llevaban nada (de valor).
En cuanto a la ruta que siguieron los hombres armados para darse a la fuga, Rosales sólo agrega que hubo cámaras del Centro de Control, Comunicación y Comando (C-4) que registraron a los seis armados y ahora acusados cuando huían por la colonia Reforma.
Sin embargo el juez de Control, Celso Ubaldo de la Sancha resolvió que no existen elementos que establezcan que hubo “premeditación” en la actuación de los imputados y coincidió con el móvil que expusieron el MP y la Fiscalía en el sentido de que se trató de un asalto circunstancial.
Los representantes del Ministerio Público y de la Fiscalía expusieron que en el lugar donde fueron asesinados los dos estudiantes y el trabajador del IEEJAG se encontraron 11 casquillos de pistola calibre 22, cinco de 9 milímetros, uno de 380 y otro de calibre 25.
Aunque en la necropsia a los cuerpos de las víctimas los impactos que recibieron sólo fueron de 9 milímetros y 22., casquillos de estas dos últimas armas también fueron encontrados en el lugar donde mataron al chofer de la Urvan del servicio público de Chilpancingo, en la colonia Reforma.
De las cuatro víctimas sólo los dos estudiantes de la Normal de Ayozinapa recibieron dos impactos. Filimón Tacuba recibió uno en la cara y otro en la sien, y Jonathan uno en la frente y otro cerca de la nariz. Mientras que Juventino Carranza recibió uno cerca de la patilla derecha y Marco Antonio Organista uno del que no se precisó el lugar del impacto.

Que Dios los Bendiga

Al final el juez de control sintetizó los señalamientos, acusaciones y argumentos del MP, la Fiscalía y de los asesores de los familiares de las víctimas y resolvió la vinculación a proceso de los cuatro imputados.
Asimismo aceptó la petición de los representantes del MP y de la Fiscalía de establecer un plazo de 4 meses para la próxima audiencia que será la de juicio. El plazo fue aceptado por los asesores de los familiares de las víctimas y por los defensores públicos. El juez destacó que este plazo servirá para que las partes presenten más elementos de prueba para la imputación, o bien para la defensa.
Acomodados en sus asientos dos de los imputados se observaron tímidos e intimidados, los otros dos recorrían con su mirada escrutadora la sala y a todos los actores del juicio, uno de ellos incluso parecía retador e interactuó permanentemente con uno de los defensores públicos acreditados para su defensa.
Francisco, el padre del chofer Marco Antonio Organista propuso representarse solo en el juicio, pero el juez le aclaró que tenía que utilizar al asesor de las víctimas del delito que paga el Estado, porque hay términos que sólo éstos conocen y declinó a su propuesta.
Al final quiso participar y el juez le cedió la palabra. Agradeció de entrada a las autoridades por la detención de los acusados, “yo no tengo la certeza (de que sean ellos), ustedes (las autoridades) sí la tienen”, dijo.
Mirando al juez, acusó: “hay autoridades que se corrompen, pero hay un Dios que no”.
Después volteó hacia los acusados y con los ojos húmedos pero firme, les dijo: “sepan ustedes que dejaron a dos niños en la orfandad. Yo no sé por qué hacen ustedes estas cosas que enlutan a familias, ya no sigan matando a gente inocente. Que Dios los bendiga”, se escuchó casi suplicante, y, visiblemente abatido se desplomó en su asiento.
El abogado Vidulfo Rosales Sierra declaró que tratará de demostrar que los detenidos por el asesinato de los dos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa la tarde del 4 de octubre actuaron con “premeditación” y no lo hicieron solos, sino que pertenecen a una estructura superior del crimen organizado.
El abogado insistió en que no se puede conformar sólo con los detenidos, “porque desde nuestro punto de vista no actuaron solos, ellos están ligados a otros vínculos con la delincuencia organizada y no solo con la delincuencia organizada, sino con todo un conjunto de complicidades de autoridades, de servidores públicos que hacen factibles que puedan cometer ese tipo de hechos violentos”.
Informó que personalmente ha debatido con el fiscal (Javier Olea Peláez), “le hemos solicitado que se puedan investigar estos vínculos, y verbalmente nos ha dicho que sí, esperemos que la Fiscalía se aboque a eso”.
También dijo que falta revisar todas las cámaras de video que hay cerca de Casa Guerrero por donde pasaron los detenidos, de la colonia Nueva Revolución e Indeco y de la colonia Sección Séptima, para determinar cómo actuaron los ahora detenidos.
Declaró que en este caso se debe comprobar la voluntad que tiene el gobierno para investigar más allá de los hechos del 4 de octubre. Pero dijo que lo que está viendo es una posición muy férrea de acotar los hechos a los detenidos, y que se asume la postura de que no hay nada más fuera eso, “y eso nos parece grave porque se están quedando cosas sueltas”.

Jueces liberaron a tres acusados del asesinato de una joven en Huitzuco, se queja el padre

 

Roberto Ramírez Tolentino, papá de una joven asesinada el 17 de marzo de 2015 en Huitzuco, pidió ayuda a la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Codehum) en su coordinación de la zona Norte para reabrir el caso del asesinato de su hija pues hubo inconsistencias en el litigio que llevaron a cabo jueces del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), en el que exoneraron y dejaron en libertad a tres hombres que habían sido detenidos y estaban plenamente identificados por testigos de haber participado en el homicidio.
La joven se llamaba Anahí Ramírez Ambrosio y tenía 24 años cuando fue asesinada por cinco personas la noche del 17 de marzo del 2015 en la colonia la Trinchera de la cabecera municipal de Huitzuco.
Tras el homicidio, policías municipales detuvieron a tres hombres que fueron señalados de haber cometido el delito, los detenidos fueron identificados como Heriberto Bahena Velázquez, Delfino Giovanni Solano Núñez y Marcos Almazo Guzmán, los dos últimos son familiares del entonces alcalde priista de Huitzuco, Norberto Figueroa Almazo, en el periodo 2012-2015.
El padre de la joven dijo que a menos de un año del crimen, los jueces Rafael Sandoval Ortiz, Celso Ubaldo de la Sancha y Hever Fernández Nava, este último es sobrino del Magistrado de la Tercera Sala Penal con sede en Iguala, Félix Nava Solís, llevaron el caso bajo el nuevo sistema penal de los juicios orales y exoneraron a los tres detenidos dejándolos en libertad el pasado 5 de febrero bajo el argumento de falta de evidencias, a pesar de que los testigos de los hechos los señalaron como culpables.
Ramírez Tolentino llegó cerca de las 11 de la mañana de ayer a las oficinas de la Codehum de la zona Norte con sede en esta ciudad, donde presentó una queja contra los jueces pero por falta de pruebas sólo inició el trámite y dio a conocer el caso al coordinador regional, Policarpo Gatica Ramírez.
En un declaración al salir de las instalaciones, dijo que ante las inconsistencias que hubo durante los juicios en donde vio a los jueces platicando, mascando chicle, jugando con las sillas y contestando llamadas telefónicas, estos omitieron anotar los datos presentados por el Ministerio Público, los testigos presenciales, la defensa de los denunciantes y los policías que capturaron a los acusados, información que era necesaria para emitir una resolución justa, por lo que pidió a la Codehum su intervención para que se reabra el caso, “tenían un teatro ellos, y dándoles mucho el lado a los imputados e ignorándonos a nosotros”, dijo sobre los jueces.
Informó que solicitó al poder Judicial una copia del video de la audiencia llevaba a cabo el 5 de febrero para dar a conocer las inconsistencias detectadas en los jueces que llevaron el caso.
Abundó que ayer su defensa presentó una apelación a la resolución de los jueces, ante la certeza de los familiares de la joven de que los tres liberados son los culpables del asesinato.
El señor Roberto Ramírez recordó que la noche del 17 de marzo de 2015, cuando le avisaron que su hija había sido asesinada, “al llegar, pudimos ver que mi hija estaba tirada a un lado de la banqueta. Mi yerno la agarró, se puso de rodillas y la abrazó durante unos 40 minutos, le dijo: vámonos Anahí, levántate y vámonos; pero mi hija ya estaba muerta, tenía bien aplastada la cabeza. Había mucha sangre y le dije a mi yerno que la soltara”.