A pesar del INAH, sigue la construcción del Chedraui en Taxco con apoyo de la alcaldía

 

Pese a las recomendaciones y observaciones que emitió el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en diciembre pasado al grupo Chedraui por la polémica construcción de la mole de concreto y acero que albergará una tienda departamental de esta cadena en la ciudad, los trabajos siguen su curso bajo la protección y contubernio del alcalde panista, Ramiro Jaimes Gómez.
El documento fue girado el 4 de diciembre de 2006 por la directora del INAH en Guerrero, Blanca Jiménez Padilla, al gerente de construcción del grupo Chedraui, Edgar Felipe Flores Velázquez –ante las críticas ciudadanas en defensa del patrimonio histórico y cultural de Taxco–, en donde la especialista salió al quite al considerar que el decreto presidencial de 1990 considera el valor de la ciudad en su conjunto “ante el orden público y el interés social y nacional que guardan las normas de protección del patrimonio cultural de nuestro país”.
Asimismo, al cuestionar la irregularidad del permiso de construcción otorgado por el ayuntamiento, en lugar de que este proyecto hubiera sido analizado por la Junta de Conservación y Vigilancia de Taxco –a quien corresponde el caso–, el presidente y arquitecto de este cuerpo colegiado y quien ha sido una de tantas voces críticas, Heberto Sarmín Rivera, expresó que “hasta ahora, la empresa no ha dado ninguna respuesta, ni han dejado de levantar la construcción; para ellos el INAH no cuenta, sus recomendaciones son ignoradas y hacen caso omiso”.
Como en otras ocasiones, denunció que la autorización para esta tienda salió directamente del ayuntamiento, sin consultar a la Junta a su cargo: “tiene el visto bueno y anuencia de Ramiro Jaimes, hay contubernio; la obra prosigue y en un encuentro que tuvimos a mediados de diciembre se puso a defenderlo como si fuera de él, junto con su coordinador de Proyectos Especiales, Guillermo Cordero Sánchez”.
Y lo más grave, señaló que en esa misma reunión, en la cual no estuvo presente un solo representante del grupo Chedraui, el alcalde taxqueño espetó alterado: “Y la le dí instrucciones a Chedraui para que no pague un solo quinto a la Junta de Conservación”, palabras a las que se agregó después una amenaza para “fincarles responsabilidades (a los integrantes de la Junta) porque quieren cobrar una autorización que la ley no les faculta”.
Sarmín Rivera, destacó ante este caso que existe por decreto estatal la Ley de Conservación y Vigilancia número 174 y, además de ésta, también se pueden aplicar los códigos y leyes federales en la materia, más el acatamiento al Plan de Desarrollo Urbano de Taxco que especifica normas congruentes con la tipología de la ciudad y los estudios de impacto ambiental que no han sido ejecutados, lo que afectará el entorno visual, vial, arquitectónico, histórico, cultural y la imagen misma que los visitantes han apreciado de este destino turístico.
El presidente de la Junta, organismo autónomo del ayuntamiento, aclaró que no han autorizado a la fecha ninguna licencia de construcción y tampoco han cuestionado el proyecto de la tienda a cambio de recibir un pago por ello. “Aquí no se trata de que paguen y les autoricemos (a Chedraui); cada uno de los integrantes estamos por la defensa y conservación del patrimonio histórico y cultural, lo que se requiere es que se apeguen a la ley”.
De acuerdo con una carpeta a la que El Sur tuvo acceso y que contiene algunos planos y fotomontajes presentada a las autoridades y después a la Junta por los representantes de Chedraui, la superficie del terreno donde se asienta la construcción en la salida norte de la ciudad, en el barrio de La Florida y a orillas de la carretera nacional, abarca una superficie de más de 5 mil 730 metros con una altura que rebasará los 30 metros hasta el techo.
Esta moderna imagen es la que reciben los visitantes y los asombra a su llegada a Taxco, a unos metros de lo que fueran las legendarias Exhaciendas de El Chorrillo y Cantarranas en la época de la Colonia, y los mismo lo observan los taxqueños desde distintos ángulos sin encontrar respuesta a lo que aquí se ha dado en llamar “el atentado mayor”.
Por eso es que Sarmín Rivera sostiene su defensa del patrimonio: “No es un capricho, el edificio está fuera de contexto y rompe totalmente con la imagen urbana, lo malo es que tampoco se ha visto una intervención más enérgica del INAH ni de los diputados locales guerrerenses que conocen el caso. Por eso, advirtió, vamos a actuar y tomaremos otras medidas”.