El escándalo se ha vuelto un negocio para algunos medios, dice el director de Proceso

Lamenta Rafael Rodríguez Castañeda que algunos se conviertan en jueces y ministerios públicos

 Aurelio Peláez Los medios de comunicación en México, la prensa, se han convertido en un protagonista de la historia actual, en el proceso de transición política del país. Para Rafael Rodríguez Castañeda, director de la revista Proceso, esta situación no es elogiable, aunque hay entre los medios un redescubrimiento de su capacidad de influencia, y de que ejercer “a cabalidad” la libertad de expresión es también un negocio.

Añadió que esta nueva práctica de los medios, no obstante, no está exenta de ser sujeto a la manipulación de actores políticos más interesados en la elección presidencial de 2006 que la buena marcha del país.

El director de la revista Proceso, en breve entrevista tras la presentación el miércoles pasado del libro México: su apuesta por la cultura, coordinado por Armando Ponce, coordinador de Cultura del semanario, lamentó que en este periodo algunos medios se conviertan en jueces y ministerios públicos.

Antes, durante su intervención en el auditorio del Fuerte de San Diego, en donde se presentó el libro y se anunció el proyecto de la nueva hemeroteca por parte del Ayuntamiento de Acapulco, Rodríguez Castañeda propuso al presidente municipal Alberto López Rosas, presente en el acto, quitar el nombre de Miguel Alemán a la avenida Costera.

Recordó que el nombre del ex presidente de México (1946-1952), es una referencia del enriquecimiento –“de él y sus amigos”– a costa de los bienes públicos del Estado.

Al hacer uso de la palabra, López Rosas aceptó la sugerencia y comentó que promovería un referéndum sobre el cambio de nombre de la avenida Costera.

En la entrevista, Rodríguez Castañeda comentó que los medios viven “un momento no necesariamente elogiable o al gusto”, al ser protagonistas de la vida política del país.

“Es decir, cuando los medios se convierten en protagonistas de la historia algo ocurre en las estructuras sociales y políticas de un país. Sin embargo, creo que es producto de un redescubrimiento que hacen de sí mismo los medios, de su capacidad de convocatoria, de su capacidad de influencia en la toma de decisiones, y en eso creo que hay medios que lo hacen con corrección, con ponderación, y hay quienes están abusando de eso para convertirse en una forma como jueces, ministerios públicos, etcétera, que marcan algunas veces el derrotero de algunos actos de justicia, que por ende se vuelven de injusticia.

–¿Son un contrapeso eficiente a excesos como toallagates,(en el caso del presidente Vicente Fox) o de choferes que cobran como secretarios (el nicogate de Andrés Manuel López Obrador)?

–Creo que no son necesariamente contrapesos, sino que en la pugna política abierta, mucho más abierta que antes, que se da después de la transición electoral estrictamente, pues los medios se dan cuenta de que alguna manera resulta buen negocio ejercer la libertad que antes no ejercían a cabalidad. Y claro que en ese ánimo pues los medios son utilizados por actores políticos en el juego de fuerzas y provisionalmente llegan a producir caídas de funcionarios, sobre-enjuiciamientos públicos de funcionarios. Y yo creo que la palabra contrapeso no es exacta, pero yo creo que sí se han vuelto de una enorme importancia de un ejercicio de vigilancia a ratos excesiva.

–Carlos Puig, quien fue colaborador de la revista Proceso –en su columna del diario Milenio, de este domingo–, retomaba una idea que han manejado algunos medios como Crónica, de que se le está dando demasiada voz a los políticos, a los escándalos, a los dimes y diretes, y que los medios deberían ponerse de acuerdo para dar fin a este escándalo. Le corresponde esto a los medios o hay que ir a fondo?

–Ahí es muy difícil establecer un parámetro o una regla. Creo que cada medio sabe qué hacer con sus recursos económicos, humanos y técnicos. Yo creo que efectivamente el escándalo se ha vuelto un bien negocio para algunos medios. Repito no es gratuito, no es inocente. Los medios representan también intereses muy fuertes, tanto económicos como políticos, y no son casos aislados aquellos que son objeto de manipulación por parte de algunas fuerzas políticas que para desgracia del país ya están interesadas en la sucesión de 2006 que tratar que este país marche de la mejor manera en el campo económico-social y aún en el político, y los medios son objetos de usos, por supuesto a sabiendas, y también porque está resultando buen negocio el escándalo político.