El director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández consideró ayer que no es “real” que en Guerrero haya un crecimiento anual de casi el cero por ciento en la población, como reporta en su Segundo Conteo de Población y Vivienda 2005, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); afirmó que más bien “hay un crecimiento mayor” que por “el fenómeno de expulsión de alta densidad” hacia Estados Unidos, éstos no son registrados.
Dijo que ante esa situación, dicho sector “no forma parte en las políticas públicas (del gobierno del estado), ni de una estrategia de cómo garantizar que los que estén naciendo se queden en el lugar de donde son originarios”.
Este miércoles, el INEGI dio a conocer los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda 2005, mediante el cual informa que en los últimos años la tasa de crecimiento anual en la entidad disminuyó de 1.6 en el 2000, a 0.2 en el 2005; sin embargo, reporta que la tasa de natalidad es de las más altas en el país y que la migración hacia Estados Unidos y otros estados del norte del país la contrarrestan.
Entrevistado al término de la sesión del IFE ayer en Chilpancingo, Barrera Hernández aseguró que “esta baja (poblacional) no es real, más bien se tendría que hablar de un fenómeno de expulsión, de alta densidad hacia Estados Unidos y que no está siendo registrada, y por lo tanto al no ser registrada no forma parte en las políticas públicas ni de una estrategia de cómo garantizar que los que estén naciendo se queden en el lugar donde viven”.
Indicó que por eso, más bien “hay un crecimiento mayor, porque si checamos, las familias indígenas y campesinas siguen teniendo más de cinco hijos; esto no ha bajado realmente, a pesar de todas las campañas de esterilización simulada, campañas de control natal. La gente ha visto que los hijos es el único capital que pueden tener para poder tener un ingreso. Es una fuerza de trabajo, que puede ayudar a paliar las necesidades, entonces es alta la población, está creciendo”.
Dijo que “lo delicado es que ahora ya no se registra, es invisible, ya no aparece en la estadística nacional, porque lo que menos controla la información es el flujo migratorio; y al llegar a Estados Unidos o al llegar a los campos de Sinaloa, ya no hay forma de contabilizarlos o no existen porque son ilegales; en Sinaloa por ser gente flotante, pues tampoco los documentan”.
Indicó que lo único que está documentando el INEGI es que “hay baja población”, pero no investiga cuál es la causa; “no tiene el dato duro, lo infiere y se está infiriendo en esta información, que se debe a la migración pero hace falta mayor trabajo de campo, se han desmantelado los pueblos y ahora no existe otra forma más que la migración”.
Señaló que es precisamente ese fenómeno el que “está creando una gran crisis entre los pueblos indígenas y campesinos de Guerrero; primero, porque no están encontrando en el estado alternativas para poder trabajar y sobre todo para tener condiciones de educación, de salud. Eso es grave, es un foco rojo que nos indica que la población sigue creciendo en Guerrero, pero no están encontrando en el estado las oportunidades propicias para poder desarrollarse”.
Dijo que esto refleja además que “hay desinterés, poca visión pro parte de las autoridades, sobre todo para arraigar a la población, para generar alternativas y para entender el fenómeno demográfico. No hay una planeación, ni previsión para poder evitar crisis”.
Barrera manifestó que el fenómeno de la migración “es una violencia silenciosa en la que se está expresando; como ocurre con la muerte que encuentran ya sea en campos agrícolas de los estados del norte o de Estados Unidos, esas son muertes que no se cuentan. Desgraciadamente ahora los guerrerenses son invisibles a las estadísticas”.
Más tarde, destacó que “el otro factor en esta expulsión y salida masiva de la población, es la expresión del fracaso de los programas de gobierno; son programas de gobierno inmediatistas, que no están pensados para producir, para desarrollar capacidades, son meramente consuelo de gente que está indefensa, es una de paliar y maquillar la pobreza”.
“No se le ha apostado al desarrollo serio de los pueblos, se sigue dando caridad gubernamental y yo creo que en ese sentido es un llamado a las autoridades. Se tiene que hacer una autocrítica del por qué siguen fracasando los poderes, no sólo echar la culpa a otros gobiernos, porque si la gente ha puesto a las nuevas autoridades es para que con responsabilidad histórica vean en donde está la raíz y también ver hasta donde están los desafíos y retos”, apuntó.
Las estadísticas según Barrera “no perciben el dolor, el sufrimiento, la muerte, el hambre, el estomago vacío y son frías; en cambio, las políticas que pudieran enaltecer la vida tiene necesariamente que partir de las necesidades básicas. Hoy vemos un gran distanciamiento entre los tres niveles de gobierno y la población más pobre, por eso cada comunidad, cada individuo busca como paliar sus necesidades”.
A pregunta expresa, Barrera indicó que “el compromiso (del gobierno de Zeferino Torreblanca) que se ha visto ahora es, sobre todo pensar que sí se va a invertir, sí se va a apoyar a las organizaciones, a las comunidades, es que, a quiénes se les va a dar el dinero, primero, sean garantes de que lo va a ejercer, segundo de que realmente pueda ayudar a resolver determinados problemas. Eso es lo que estamos viendo en los principios básicos de su acción política”.
Pero la “realidad”, según dijo “es que hay mucha buena voluntad, pero no hay realmente un pulso y una ubicación de los problemas que padece la gente; es decir, sigue habiendo este alejamiento de la autoridad hacía los problemas concretos de la gente, se trata más bien de trabajar todavía desde el escritorio”.
Sobre el diagnóstico que realizará la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, afirmó que “la autoridad dijo que no le puede apostar a que una investigación va a detonar una política social, eso es un elemento que puede contribuir, pero no podemos pensar que ahí está la varita mágica”.