Imponen 20 años de cárcel a un sargento por la tortura sexual contra Inés Fernández

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

Participantes en la conferencia de prensa en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro en la Ciudad de México Foto: Tlachinollan

A 13 años de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) emitió sentencia en contra del Estado mexicano, y a 21 de la tortura sexual contra la me’phaa de Barranca Tecoani, municipio de Ayutla, Inés Fernández Ortega, el Tribunal Segundo de Distrito de Acapulco impuso 20 años de prisión al sargento segundo de infantería, Humberto García de León, uno de los 11 implicados.
En conferencia de prensa que se transmitió por Facebook ayer desde el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) de la Ciudad de México, el abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra y el representante de la Oficina del Alto Comisio-nado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, Alan García, reconocieron la trascendencia de esta sentencia que se emitió el 1 de marzo.
“Resulta relevante que el juez haya valorado en términos jurídicos las pruebas que se desahogaron en la Corte Interamericana”, dijo Vidulfo Rosales.
En tanto que Alan García dijo que la lucha que libró Fernández Ortega desde 2002, cuando fue violada por militares después de que irrumpieron en su comunidad y en su casa, es “una de las más notables estampas de dignidad”. Por este caso la Coidh emitió sentencia en el 2010.
La líder indígena dijo que “hubiera querido que fueran más años, no se me hace justo que sólo sean 20 años de prisión”.
Además cuestionó, “¿qué pasó con los demás?, ¿dónde está el castigo contra los otros nueve militares que también llegaron y entraron a mi casa?, ¿por qué la autoridad no los castigó?
Rosales Sierra recordó que de los 11 militares acusados, Salva-dor Aguilar Otañez también fue detenido, pero fue asesinado en su celda del Campo Militar Número Uno el 17 de en-ro de 2016, y falta la detención de los otros nueve.
Destacó que la noticia de la sentencia llegó en un momento en el que vale mucho la pena, porque reincorpora los estándares para juzgar en México con perspectiva de género, y se logra una condena en contra de un elemento del Ejército “en un contexto político de militarización acendrada”, y hay un debate de si se debe dar más facultades para labores de seguridad pública a los militares.
Explicó que el caso Inés Fernández mostró qué es lo que ocurrió cuando se les dio facultades para realizar labores de seguridad, “hubo afectación no sólo a ella sino a toda la comunidad producto de una incursión militar del Ejército en tareas de seguridad”.
Agregó que ojalá el caso abone a este debate y el Estado mexicano considere que dar facultades al Ejército genera situaciones como la de Inés, y otras situaciones graves que ocurrieron en gobiernos pasados y ocurren hoy.
Agregó que la sentencia llega también cuando hay un grave problema de violencia contra las mujeres en el país, y las políticas públicas no son claras.

“Espero que ya crean en la palabra de las mujeres indígenas”

La indígena violada por militares el 22 de marzo del 2002 en Barranca Tecoani, se dijo insatisfecha por la sentencia, sin embargo, acotó que deja el caso al gobierno para que siga investigando, “lamentablemente no creyeron en mi palabra, espero que ahora en adelante ya crean en la palabra de las mujeres indígenas”.
Llamó a las mujeres a que no callen las agresiones, “todas deben denunciar para que haya justicia y las autoridades deban creer en la palabra de las mujeres, por eso pido a todas que denuncien, para que las autoridades cumplan con su obligación de proteger sus derechos”.
Agregó que no quiere que una mujer más sea víctima de agresión por militares, “no es justo que como mujeres tengamos que luchar para encontrar justicia, no quiero que mis hijas, sus hijas sufran lo que yo sufrí”.
Pero satisfecha por su lucha de 21 años, expresó: “hoy 8 de marzo puedo decir que una mujer me’ phaa le ganó al poder militar”.
Fernández Ortega narró en su lengua, auxiliada por una interprete, todo lo que tuvo que pasar desde que fue agredida sexualmente hasta esta resolución del Tribunal Segundo de Distrito.
“A pesar de los obstáculos de las autoridades que no creían en mi palabra continué luchando, bajé muchas veces a Ayutla caminando ocho horas con mis hijos, uno de ellos en la espalda, brincaba troncos atravesados, pero en México no se me hizo justicia”, reprochó.
Denunció que, por el contrario, fue objeto de burlas y recibió amenazas cuando llegó hasta a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), “mi esposo fue golpeado, a mi hermano Lorenzo, quien me ayudó, lo mataron y nadie investigó a los responsables, mis hijos han sido hostigados y amenazados estos años y han crecido con miedo, pero yo seguí luchando porque quiero la justicia que no encontré en México”, insistió.
Contó que todos estos años han sido difíciles, “porque como mujer indígena tuve que luchar y dejar solos a mis hijos, a mi hija Noemí de 9 años la dejé por exigir justicia, pero no dejé de luchar porque no quiero que otras niñas vivan lo que yo he vivido”.
También asistió a la conferencia Norma Jiménez, sobreviviente de tortura sexual en San Salvador Atenco, quien por su parte se dijo conmovida por los resultados de la lucha de Inés, de quien opinó es un referente, “un pilar a donde volteamos a ver las mujeres cuando nos faltan fuerzas”.
Dijo que aún cuando su testimonio sigue impactando, casos como el suyo se siguen repitiendo, “afortunadamente su caso no quedó en el olvido porque se sostuvo muy a pesar de las trabas que el Estado le ha puesto”.

“Nos inspiran a seguir adelante”

Alan García rindió “un homenaje” a Inés “por su gallardía, por los arrestos que tuvo para denunciar y sobreponerse a los obstáculos e inercias para de-fender la verdad durante casi 21 años”.
Celebró su resistencia y fortaleza para desmontar las estructuras militares y de impunidad que existen “lamentablemente” en México, y añadió que luchas como la de ella “nos inspiran a seguir adelante”.
El representante del Alto Comisionado opinó que la sentencia recupera la obligación del Estado de actuar con diligencia ante las denuncias de agresiones a las mujeres.
Recordó que esta es la segunda sentencia de esta naturaleza, la anterior fue la que ganó Valentina Rosendo Cantú, también indígena me’phaa, de Caxitepec, municipio de Acatepec, violada por militares en el mismo 2002.
“La fortaleza de estas mujeres ha simbolizado una fuente de inspiración a otras que han enfrentado la violencia sexual”, destacó.
Añadió que la sentencia de Inés es importante porque se da en un contexto de militarización, “en un contexto en el que las fuerzas armadas han reforzado su presencia en el espacio público sin los debidos controles”.
Dijo que si desde un principio se hubiera prestado atención al ca-so de Inés, probablemente México hoy no estaría enfrentando este contexto de inseguridad, violencia e impunidad generalizada.
En un boletín de prensa, Tlachinollan recordó que al no encontrar justicia en México, y ante la imposibilidad de impugnar la justicia militar, Inés Fernández Ortega acudió a la CIDH donde por primera vez fue escuchada y respetada su palabra y en agosto del 2010 “el Tribunal de las Américas (la Coidh) dictó sentencia contra el Estado mexicano, condenándolo por haber violado los derechos de Inés y su familia, y obligándolo a sancionar a los responsables y a reparar de manera integral los daños”.
Agregó que “la ausencia de justicia contra los perpetradores es una real amenaza contra las mujeres indígenas que siguen en total indefensión”, pero que esta sentencia del juez segundo de Distrito le da la razón a Inés y reivindica su palabra.
“Después de 21 años Inés rompió el muro de la impunidad y pudo acceder a la justicia”, celebró el organismo.
“En el presente caso la persistencia de Inés y el acompañamiento de organizaciones sociales y de derechos humanos hicieron posible que se condenara al militar que mancilló la dignidad de Inés Fernández Ortega”, subrayó.
Consideró que la de Inés es una lucha emblemática y un triunfo para las mujeres que luchan en México contra la militarización y la violencia institucional castrense y que han entregado su vida para que nunca más se atente contra la dignidad de las mujeres”.

Encabeza la defensora Inés Fernández marcha en Ayutla para eliminar la violencia contra las mujeres

Inés Fernández acompañada de mujeres y niñas en una marcha en Ayutla Foto: Centro Comunitario Gú wa Kúma

Jacob Morales Antonio

La indígena me’phaa defensora de los derechos de las mujeres, Inés Fernández Ortega, víctima de violación por soldados del Ejército en 2002, encabezó una marcha el viernes en Ayutla en el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Mujeres.
La marcha fue en la cabecera municipal, partió de la Unidad Deportiva y terminó en la explanada central, la Plaza de la Paz, con decenas de mujeres que exigieron un alto a los feminicidios en la región Costa Chica.
A la movilización se sumaron niñas y mujeres que llevaban sus pancartas en las que exigían la erradicación de la violencia patriarcal además de consignar, “nos queremos vivas, libres y sin miedo, mujer libérate de las garras de la violencia; señor, señora no sea indiferente porque matan las mujeres en la cara de la gente; mujer escucha y únete a esta lucha y alcemos la voz”.
También lanzaron un alto a la desaparición y asesinato de mujeres, una de las hijas de Inés, según un boletín del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, llevaba una pancarta donde se leía, erradicar la violencia no es tarea de una sino de todas y todos”.
Fernández Ortega llevó otro mensaje donde se leía “toma el coraje, une las manos y lucha con nosotras”. Las participantes llevaron globos de color naranja que se extendían en las calles principales de Ayutla.
En el mitin en la explanada frente a la Casa de los Pueblos, Fidela Vargas contextualizó la movilización en un escenario de alta violencia en el municipio de Ayutla. Desde el 2017 nueve municipios de la Montaña y la Costa Chica tienen alertas por violencia de género, Ayutla y Tlapa son los principales focos rojos.
Inés Fernández culminó con un saludo de resistencia, “hermanas guerreras del mismo dolor que luchan por un mundo donde la violencia no exista. Compañeras, gracias por habernos acompañado en esta marcha de la dignidad y por la vida. Nosotras como mujeres debemos ser respetadas, pero hay quienes creen que no tenemos derechos. Sin embargo, tenemos que denunciar la violencia que vivimos. Las mujeres y niñas no debemos de callarnos, sino alzar la voz como el trueno cuando llegan las tormentas. Nosotras las mujeres indígenas de Ayutla debemos de alzar la voz para que no sigan los feminicidios”.
Al final el comunicado menciona que, “este grito estridente de resistencia debe ser escuchado por las autoridades municipales, estatales y federales. No hay atención a la ola de la violencia contra las mujeres indígenas y afromexicanas, al contrario, las instituciones fomentan y reproducen estereotipos machistas y las reprimen. Para las autoridades sólo existe la ley de las balas y el garrote, sin que generen las condiciones sociales y culturales para que las mujeres y las niñas no sigan en el círculo de la violencia”.

Presentan el documental Inés Fernández: pelear por la justicia desde el fogón de la Montaña

Por separado, el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan presentó el documental Inés Fernández: pelear por la justicia desde el fogón de la Montaña, en el contexto del Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Mujeres.
“Ya no quiero saber más, que niñas y mujeres han sido víctimas de tortura sexual por parte de elementos del Ejército”, dice la me´phaa Inés Fernández Ortega en documental.
El video es de cinco minutos y 37 segundos, resume el caso de la indígena que el 22 de marzo de 2002 sufrió violación por militares en Ayutla.
Como parte de las sentencia emitida en 2010, por la Corte Interamericana de Derechos Humanos que encontró culpable al Estado mexicano por la falta de investigación y sanción de los responsables, se ordenó entre otras acciones la creación de un centro comunitario para la atención a las mujeres indígenas de ese municipio.
En el documental Fernández Ortega dice que el centro comunitario es una representación del gobierno por lo que sufrió a manos de los militares que irrumpieron en su casa. El centro fue inaugurado el 17 de septiembre de 2021.
Fernández Ortega exige en el video cárcel para los soldados, “quiero y exijo que se castigue a los militares” expresa en su lengua materna.
Además demanda “ya no quiero saber más, que niñas y mujeres han sido víctimas de tortura sexual por parte de elementos del Ejército”.
El video muestra el quehacer del día a día de las mujeres en el centro comunitario Gúwa Kúma, donde imparten cursos y capacitación a las mujeres, además de dar atención jurídica y psicológica a las víctimas de violencia machista.
Pero también se muestra el día a día de Inés en su casa, realizando labores del hogar y de campo entre las milpas.

 

La me’phaa Inés Fernández ratificó la acusación contra un militar que la violó hace 20 años

Ines Fernández acompañada de familiares y amigos al salir de la audiencia en el Juzgado Segundo de Distrito ubicado en el bulevar de Las Naciones en Acapulco Foto: Jesús Trigo

Jacob Morales Antonio

En unos 15 días el juez segundo de distrito del Poder Judicial de la Federación emitirá la sentencia por la tortura sexual contra la indígena me’phaa Inés Fernández Ortega, pero el militar inculpado podría recurrir a una apelación y después a un amparo.
Este lunes y luego de que hace ocho días se suspendió la audiencia de vista final, ayer se realizó y duró aproximadamente 45 minutos.
A la salida del Juzgado Segundo de Distrito, localizado en la zona Diamante de Acapulco, el abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Rogelio Téliz García, defensor de Inés Fernández, informó que en la audiencia la indígena me’phaa volvió a ratificar la denuncia en contra del militar preso desde 2013 en el Campo Militar Número 1 de la Ciudad de México.
El abogado recordó que este proceso judicial comenzó en 2013, y la audiencia celebrada este lunes es “importantísima”, porque en un estimado de 15 días se tendrá una sentencia por parte del juez.
Indicó que en la audiencia los abogados del militar acusado pidieron su libertad debido a que para ellos no hay las pruebas suficientes para acreditar la tortura sexual. Pero “doña Inés volvió a señalar al militar como responsable de haber cometido actos incorrectos en su persona”, en 22 de marzo de 2002, en su casa de la comunidad Barranca Tecoani, municipo de Ayutla.
Confió en que se haga justicia y pronto se tenga la sentencia contra el agresor. Recordó que en 2018 Valentina Rosendo Cantú en un proceso similar en el Juzgado Séptimo de Distrito de Chilpancingo, emitió una sentencia condenatoria a 35 años de prisión a tres militares por el mismo delito.
El defensor abundó que en este contexto se debe de tomar el mismo precedente y se tiene que poner un ejemplo claro ante estas agresiones que los militares realizaron contra las mujeres indígenas. Teliz García agregó que en el caso de Inés también se debe de juzgar con perspectiva de género
Indicó que la sentencia podría ser emitida en 15 días sin embargo debido a que esta tiene que ser informada a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh), el juez podría tardar más tiempo para hacer un análisis minucioso.
Debido a que el 30 de agosto de 2010, la Coidh declaró que el Estado es responsable por la violación de los derechos a la integridad personal, a la dignidad y a la vida privada, de igual manera encontró responsable al Estado por la violación del derecho a no ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en el domicilio.
Una vez que se emita la sentencia dijo que el militar y sus abogados pueden presentar una apelación y si vuelven a perder se pueden ir a un juicio de amparo.
El abogado lamentó que la justicia sea lenta en México, porque Inés lleva 20 años desde los hechos y no hay una sentencia, ni una condena final y confió en que el juez emita una sentencia conforme a derecho.
Pero manifestó su preocupación de que el gobierno mantenga en todas las instancias a los militares “es preocupante porque va a influir en muchas decisiones cuando el Ejército nunca rinde cuentas”.
La señora Inés Fernández Ortega en su lengua materna solicitó justicia porque no es sólo para ella, sino por todas las mujeres indígenas que han sido agredidas por los miembros del Ejército.

 

Demandan ONG y víctimas que se ratifique la condena a los soldados que violaron a Valentina Rosendo

 

Representantes de organismos de derechos humanos y víctimas de tortura sexual exigieron que se ratifique la sentencia a los dos militares que violaron a la indígena me’ phaa Valentina Rosendo Cantú, luego de que los soldados interpusieron un recurso de apelación.
En conferencia ayer en Chilpancingo el representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en México, Alan García dijo que la sentencia de 19 años de prisión emitida por una juez federal en contra de dos militares que violaron a Valentina Rosendo Cantú, “es relevante e histórica” y marca un “precedente importantísimo” en el país para evitar la impunidad. Los Organismos no Gubernamentales (ONG) que lo acompañaron pidieron que se ratifique.
En la conferencia de prensa estuvieron representantes del Centro de Derechos Humanos de La Montaña, Tlachinollan, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, del Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio, de la Asociación por lo Justo, del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad (CCTI) y del Centro Regional de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón (Centro Morelos).
Valentina Rosendo Cantú dijo que esperaba muchos años más de cárcel para los militares que la atacaron sexualmente, y no solamente los 19 que les impusieron, pero se siente satisfecha porque la sentencia marca un precedente para otras mujeres que han sido víctimas de tortura sexual.
Inés Fernández Ortega, otra víctima de tortura sexual por militares en 2002, dijo que espera que también en su caso se emita una sentencia similar a la de Valentina contra sus agresores.
El 1 de junio la juez del Juzgado Séptimo de Distrito de Chilpancingo, Iliana Fabricia Contreras Perales emitió la sentencia condenatoria contra los militares Nemesio Sierra García y Armando Pérez Abarca, por violación y tortura sexual contra la indígena me’phaa Valentina Rosendo Cantú ocurrida en 2002.
El director de Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, organismo que dio seguimiento y acompaño jurídico al caso, declaró que la sentencia decretada desde un estado azotado por la impunidad y las violaciones a los derechos humanos impone límites a los abusos militares, y se establece un referente en beneficio de las mujeres víctimas de tortura sexual en el país, donde impera la impunidad y el Ejército era intocable ante sus acciones letales.

Las luchas de las guerrerenses son referentes y vitales, dice una vícima de San Salvador Atenco

La conferencia de prensa para hablar de la sentencia fue en un salón del hotel Paradise Inn de Chilpancingo, en donde Norma Jiménez, sobreviviente de tortura sexual de San Salvador Atenco, Estado de México, dijo que los casos de Valentina e Inés Fernández son referentes y vitales para que otras mujeres emprendieran su lucha por la justicia.
Mencionó el caso de las 25 mujeres detenidas y torturadas en 2006 en San Salvador Atenco que son acompañadas por cuatro organizaciones convocantes, y 17 agrupaciones solidarias que iniciaron la campaña Rompiendo el Silencio, “porque entendimos que lo que nos ocurrió no fue un hecho aislado, y nos llenó de esperanza y fortaleza”.
Por su parte, Inés Fernández Ortega, indígena me’ phaa de la comunidad de Barranca Tecoani, municipio de Ayutla, quien también fue violada sexualmente por militares en 2002, pidió que en su caso también se haga justicia y que los militares que la agredieron acaben en la cárcel.
Solicitó a los asistentes que la acompañen en el proceso y que no la dejen sola, “para que mi caso llegue a la justicia”.
Valentina Rosendo hizo una reseña de todo lo que ha vivido en los 16 años de su lucha en busca de justicia, desde que en el 2002 fue violada por militares en su comunidad de Barranca Bejuco, municipio de Acatepec, pueblo que abandonó y tuvo que aprender el español para poder buscar justicia.
Dijo que por todo lo que ha pasado esperaba muchos más años de cárcel para los militares que la atacaron, y no solamente 19, pero aún así se siente satisfecha porque significa una base de esperanza para otras generaciones de mujeres que también han sido víctimas, e igual que ella buscan justicia.
Se quejó de que en México el gobierno nunca la escuchó, y por el contrario siempre la tachó de “mujer mentirosa”, que no quería a los militares en su comunidad porque siembra amapola. También denunció que fue víctima de hostigamiento y amenazas y por eso tuvo que buscar justicia fuera del país, “porque aquí en México no hay castigo para los militares violadores”.
Dijo que por eso hay muchas mujeres asesinadas y violadas, porque no se investiga ni castiga a los culpables, “no hay ningún hombre en la cárcel” y en seguida demandó a la juez que no libere a los militares que la violaron para que sirva de escarmiento a otros victimarios, pero también por la seguridad de ella.
Anunció que seguirá la lucha para que se haga justicia en otros casos como el de las mujeres torturadas sexualmente en San Salvador Atenco y el de Inés Fernández Ortega.
Abel Barrera mencionó que Valentina tuvo que salir del estado “porque si no aquí la mataban”, incluso en Chilpancingo en una ocasión quisieron quitarle a su hija.

La violación sexual se ha intensificado y convertido en un patrón coercitivo de amenaza hacia las mujeres: Centro Prodh

Por su parte, Gabriela Carrión, abogada del Centro Prodh, dijo que a partir del testimonio de Valentina Rosendo muchas mujeres han roto el silencio y citó que de 100 entrevistas de Amnistía Internacional en el país, 72 reconocieron haber sido víctimas de violencia sexual y a raíz de los casos de Valentina e Inés Fernández 100 mujeres se han acercado a ese organismo para denunciar lo que les pasó.
Contó que se han encontrado que son más frecuentes los casos de violación tumultuaria que las agresiones se cometen, incluso frente a sus familiares como padres e hijos, y que también la violencia se comete contra mujeres embarazadas. Dijo que la violación sexual se ha intensificado y convertido en un patrón coercitivo de amenaza hacia las mujeres.
Mientras tanto las investigaciones son nulas y a siete años de la reforma judicial no hay acciones mínimas para frenar los casos de tortura sexual, expuso.
Dijo que la sentencia por el caso de Valentina Rosendo es un primer paso para que todas las mujeres que han sido víctimas busquen justicia y haya un alto a la impunidad.
Calificó la sentencia como “relevante e histórica”, que marca un “precedente importantísimo” porque es un reconocimiento negado hace muchos años y finalmente tuvo una sanción.
Por su parte María Corina denunció que en México no hay voluntad de investigar cuando son los militares los implicados en las violaciones graves a los derechos humanos, y puso como ejemplo los casos de Valentina e Inés, “que son un precedente importante para que se sigan investigando los casos de tortura sexual cometidos en contra de las mujeres en México”.
María de la Luz Estrada, del Observatorio Nacional de Feminicidio explicó que la de Valentina Rosendo es una sentencia histórica porque materializa los estándares o criterios para juzgar con perspectiva de género la tortura sexual, para que la palabra de las víctimas sea fundamental para lograr la justicia. Agregó que por ello las mujeres reconocen la lucha de Valentina y de Inés.
En un boletín Tlachinollan dijo que la investigación por la violación de Valentina inició ante la justicia militar en México, donde la denuncia interpuesta no prosperó. “Por ello, luego de un largo proceso ante el Sistema Interamericano, el 31 de agosto de 2010 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) emitió una sentencia contra el Estado mexicano.
Añadió que este órgano ordenó a México 16 medidas de reparación, dentro de las cuales se ordenó investigar los hechos en el fuero civil y proceder a identificar, juzgar y sancionar a las personas responsables, para así garantizar el acceso a la justicia de Valentina Rosendo Cantú.
“Gracias a esta y otras sentencias dictadas por la corte en 2014 México modificó parcialmente el Código de Justicia Militar (CJM), estableciéndose que las violaciones de derechos humanos cometidas por militares contra personas civiles se investigarían en tribunales civiles”.
Sin embargo cuestionó que a pesar de ese avance la reforma sigue siendo insuficiente y, por el contrario, en diciembre de 2017 el Ejecutivo federal publicó la Ley de Seguridad Interior (LSI), la cual da mayores facultades a las Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública, poniendo en riesgo el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos.
Tlachinollan agregó en su boletín que además de abordar la responsabilidad de los militares, la sentencia de la Corte Interamericana se refiere a la violencia sexual como un acto de tortura, lo que implica que “una violación sexual puede constituir tortura aun cuando consista en un solo hecho u ocurra fuera de instalaciones estatales”.
Agregó que el tribunal concluye que la violación sexual en el presente caso implicó una violación a la integridad personal de Rosendo Cantú, constituyendo un acto de tortura.
Tlachinollan consideró que la sentencia judicial dictada por la jueza Contreras a favor de Valentina Rosendo confirma el razonamiento y la jurisprudencia asentada por el tribunal interamericano, al señalar que la violación sexual es un medio especial de tortura, pues impacta en la dignidad de las mujeres.
Sin embargo, manifestó que los sentenciados Armando Pérez Abarca y Nemesio Sierra García apelaron esa resolución y los expedientes fueron remitidos ante el Primer Tribunal Unitario del Vigésimo Primer Circuito, con residencia en Chilpancingo, y que el magistrado José Luis Arroyo Alcántar de este Tribunal resolverá sobre el recurso.
Concluyó que para las organizaciones participantes la lucha de Valentina y la sentencia que ha logrado sientan un precedente muy relevante para la exigencia de justicia de las mujeres de Atenco y para las demás sobrevivientes de tortura sexual en México.
Dijo que los organismos que han acompañado a Valentina Rosendo hacen un llamado respetuoso al magistrado José Luis Arroyo Alcántar, para que resuelva “conforme a derecho y de manera imparcial, tomando en cuenta todas y cada una de las pruebas que obran en la causa penal 62/2013”.
Consideró que esta “es una oportunidad histórica para seguir demostrando al mundo que México cumple con sus obligaciones internacionales, y que sí es posible garantizar el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de tortura sexual”.

 

Está abandonado el centro para mujeres indígenas que ordenó la Coidh en Ayutla, señala Tlachinollan

 

A casi 8 años de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh) por la violación sexual de militares a la indígena Inés Fernández Ortega, en la que ordenó la instalación del Centro de Atención para la Mujer Indígena, la Infraestructura construida en Ayutla se encuentra abandonada y deteriorándose desde 2015, debido a que el gobierno de Enrique Peña Nieto pretendió darle un uso distinto al ordenado por la Corte, pero la beneficiaria de la sentencia se opuso.
El director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, (organismo que brindó acompañamiento al caso de la indígena), consultado vía telefónica declaró que el Estado mexicano incumplió la sentencia o cuando menos ha sido omiso y moroso para atender la medida de reparación ordenada por la Corte en el caso de Fernández Ortega.
La Coidh emitió la sentencia por el caso Fernández Ortega el 30 de agosto de 2010, por la violación sexual ocurrida el 22 de marzo de 2002 en la comunidad me’ phaa de Barranca Tecoani, municipio de Ayutla.
En dicha sentencia la Corte estableció que el Estado mexicano facilitará los recursos necesarios para que la comunidad indígena de Barranca Tecoani establezca un centro comunitario, que se constituya como un centro de la mujer en el que se desarrollen actividades educativas en derechos humanos y derechos de la mujer, “de conformidad con lo establecido en el párrafo 267 de la presente sentencia”.
El 6 de marzo de 2012 el entonces secretario de Gobernación del gobierno de Felipe Calderón, Alejandro Poiré Romero acudió a Ayutla a expresar una disculpa pública a Fernández Ortega en acatamiento a la sentencia, y entonces los gobiernos federal y estatal asumieron el compromiso con la víctima y con la dirigencia de la Organización del Pueblo Indígena Me’ Phaa (OPIM), de poner en marcha el Centro Comunitario de Atención a las Mujeres como parte de la sentencia de la Corte.
El secretario Poiré Romero regresó a Ayutla el 11 de septiembre de ese año y colocó la primera piedra del Centro Comunitario que debió ser entregado y puesto en operación en 2015.
“La obra se terminó a principios del 2015, pero quedó abandonada, sin servicios de energía eléctrica y de agua y sin mobiliario, “todavía no alcanza a ser un centro comunitario con todos sus componentes y le hace falta mobiliario para la atención a las mujeres indígenas”, informó ayer Abel Barrera.
El defensor de derechos humanos denunció que desde entonces ya no se le dio ningún seguimiento de los gobiernos federal y estatal. El gobierno estatal intentó en algún momento ponerlo en funcionamiento sin que tuviera las condiciones adecuadas y dignas.
“No se ha concluido como debe de ser, la infraestructura quedó inconclusa, quedó abandonada y se ha ido deteriorando el edificio, hay goteras, hay filtraciones de agua y no hay un seguimiento o mantenimiento. El inmueble se mantiene cerrado”, denunció.
Informó que hace dos años el gobierno federal mediante la Secretaría de Gobernación propuso que se trasformara en un Centro de Atención a las Mujeres Indígenas (CAMI) de los que opera la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Cdi).
La propuesta del gobierno federal fue desechada por la beneficiaria Inés Fernández quien acordó con las autoridades que haría llegar una propuesta para el funcionamiento del Centro a fin de que no se incumpliera lo que estableció en su sentencia la Coidh.
Barrera Hernández informó que la propuesta de la indígena la entregaron hace 8 meses a la Secretaría de Gobernación, y que se elaboró con base a experiencias de organizaciones que están empoderando a las mujeres pero que todavía no han tenido respuesta.
Dijo que Inés les hizo ver a las autoridades que el Centro Comunitario forma parte de una sentencia con el que se busca garantizar la atención digna a las mujeres indígenas, con componentes que impliquen una atención integral a las mujeres y que no es un proyecto que responda a otro tipo de necesidades, como sería el CAMI.
Barrera informó que el Centro incluye un albergue para niñas indígenas y que por lo mismo tiene otra finalidad.
“En la misma sentencia de la Corte establece que el Centro tiene que ver con una reparación comunitaria para las mujeres indígenas, lideradas por Inés Fernández que fue la víctima”, mencionó.
Pero dijo que como esto implica recursos financieros y se requiere de un modelo de financiamiento a nivel federal, mismo que tendría que ser a manera de fideicomiso para que se garantice el subsidio a este Centro, ha quedado estancada la negociación, y que el gobierno de Enrique Peña Nieto insiste en su propuesta de que se convierta en CAMI, “lo que implicaría que funcionarios de otras dependencias presten un servicio al Centro de Atención Comunitario”.
Para Barrera Hernández el gobierno federal está incumpliendo la sentencia de la Corte y quiere darle una cobertura al Centro, similar a la que hizo con Ciudad Mujer en Tlapa “que fue un proyecto grande y pionero de la Secretaría de Desarrollo Social, inaugurado por el presidente de la República pero que no funciona, está abandonado”, dijo.
Agregó que también el CAMI es un modelo obsoleto, sin compromiso con las mujeres indígenas y burocrático, “sólo para crear una imagen y generar estadísticas pero nada tiene que ver con una institución que las mujeres sientan y que realmente las apoye y se les proteja”, que es lo que se estableció en la sentencia de la Corte en el caso de Inés Fernández.
Insistió en que lo que quiere hacer el gobierno federal es que los funcionarios trabajen a “destajo” en las instalaciones del Centro y que solamente hagan presencia, pero que no den seguimiento a los casos. Advirtió que un modelo así no cumple las directrices que marcó la Corte Interamericana.
El defensor de derechos humanos expresó que el Centro no fue propuesto con esa finalidad, pero que el gobierno no quiere entender el espíritu que estableció la Corte Interamericana en su sentencia.
“Es una actitud de indiferencia, no quieren atender la esencia de la sentencia en la medida reparatoria, y no quieren apostarle a proyectos exclusivamente para las mujeres indígenas, lo que implica escuchar sus propuestas e invertir recursos para un funcionamiento adecuado”, advirtió.
Se quejó de que, mientras, el proyecto original está estancado y las instalaciones están abandonadas y deteriorándose por el incumplimiento de las autoridades.
Dijo que el gobierno estatal está supeditado a lo que ofrece el gobierno federal y éste le pide al estatal que lo resuelva, “y, como siempre, responde que no tiene recursos, por eso la solución que quieren darle es asignar el modelo de la CAMI y eso es inviable porque no está resolviendo la sentencia de la Corte”.
Denunció que las instalaciones están abandonadas desde hace más de dos años. Dijo que la obra quedó con acabados y pintura, “pero es sólo el cascarón, sin el mobiliario para funcionar”.
Mencionó que la obra debió haberse entregado en 2015 y que ese año debió funcionar.

 

 

En este año 20 mujeres indígenas me’phaa han sido asesinadas en Ayutla y Acatepec, denuncia la OPIM

 

En medio de una violencia que ha dejado 20 asesinatos de mujeres me’phaa en lo que va del año, solamente en los municipios de Ayutla y Acatepec, y la negativa del gobierno estatal a abrir el Centro de Atención a la Mujer Indígena en Ayutla, se celebra este 25 de noviembre el Día Internacional Contra la Violencia Hacia las Mujeres.
La presidenta de la Organización del Pueblo Indígena Me’phaa (OPIM), Obtilia Eugenio Manuel se quejó de que los gobiernos estatal y federal no tienen voluntad para revertir el ambiente de violencia que se acentúa en contra de las mujeres.
Informó que en lo que va del año, 20 mujeres me’phaa han sido asesinadas en diferentes sitios del estado.
Detalló que los casos emblemáticos son dos mujeres de La Ciénega, municipio de Ayutla, quienes fueron asesinadas en Acapulco donde trabajaban para ayudar al sustento de sus familias; en Tres Cruces asesinaron a tres; otra fue asesinada en Tlapa, y dos más en Barranca de Guadalupe.
“Con todo esto, no nos pueden decir que no hay violencia contra las mujeres, y todavía el gobierno estatal se niega a abrir el Centro de Atención a la Mujer Indígena de Ayutla, en donde debieran ser atendidas las mujeres víctimas de violencia y sus familiares”, dijo.
La presidenta de la OPIM denunció que el gobierno estatal se ha negado a declarar la alerta de género, aun cuando siguen matando a las mujeres.
La dirigente indígena lamentó que los gobiernos federal y estatal todavía no hayan inaugurado el Centro de Atención a la Mujer Indígena de Ayutla, que se construyó como parte de la sentencia que emitió la Corte Interamericana de Derecho Humanos (Coidh) por el caso de la violación de la indígena Inés Fernández Ortega.
Dijo que el gobierno estatal ha argumentado que no se ponen de acuerdo en quién va a administrar el Centro.
Aclaró que, cuando menos la OPIM no quiere adueñarse de la institución, sino que pide que las mujeres que pertenecen a esta agrupación formen parte, porque es lo que dice la sentencia de la Coidh.
Sin embargo, explicó que las autoridades estatales se están aprovechando de las diferencias para no abrir las instalaciones de ese centro con lo que se está retrasando la atención a las mujeres indígenas e incumpliendo el resolutivo de la sentencia de la Corte Interamericana.
Eugenio Manuel demandó que ya basta de que el gobierno argumente que alguien quiere adueñarse del Centro, “en la sentencia se define cómo debe trabajar. Establece que se tiene que hacer un fideicomiso para que pueda funcionar ese centro”, explicó.
Añadió que en la misma resolución menciona que, en ese Centro tienen que participar todas las mujeres indígenas, “y si Inés Fernández Ortega quiere participar, así dice la sentencia, pero nadie ha dicho que alguien es el dueño, ni Tlachinollan, ni Inés son los dueños, ese es un organismo colectivo”.
Insistió que en el caso de la OPIM, simplemente pide su inclusión, y que ya se abra para que las mujeres indígenas reciben el apoyo a través de ese Centro.