Testimonio: salva su vida por atenderse oportunamente del cáncer de mama

Desde Ajuchitlán del Progreso, en la región de Tierra Caliente, la señora María del Refugio Charco Ortiz ha venido por cuatro años a Acapulco para seguir su tratamiento contra el cáncer de mama.
Sin pena mostró la mastectomía, “no me avergüenzo porque soy una mujer fuerte”, dijo la señora que alzó su blusa y con su mano cubrió su seno izquierdo, dejando al descubierto la cicatriz por la extracción de su seno derecho.
Recuerda con precisión que hace cuatro años detectó una “bolita” en su seno derecho sin que le diera mayor importancia, pero un día el dolor del brazo le impidió seguir lavando ropa en el río. Doña Refugio ha venido sola a Acapulco, incluso el día de su extracción de mama.
Madre soltera de cuatro hijas, todas casadas. Doña Refugio se describe: “soy una mujercita que siempre me hago la valiente, que no me quiero dar por vencida hasta que ya mero veo la de a deveras, entonces sí”.
La protuberancia en su seno fue creciendo pero un día, su cuerpo manifestó su enfermedad “ una vez fui al río a lavar y al cargar una piedra yo sentí como que algo me tronó y yo dije: me descompuse” el brazo que es su herramienta de trabajo fue el que llevó a la señora acudir a un médico en Coyuca de Catalán.
Doña Refugio es trabajadora doméstica, por lo que pidió permiso a su empleadora “le dije yo a la señora que ya no aguantaba yo este dolor y que ya me dolía hasta mi espalda”. Por sus actividades diarias, creyó que era cansancio, incluso tomó calcio, vitaminas y otras pastillas para el dolor pero no cesaban sus dolencias. Fueron meses entre que palpó la perturberancia en su seno y acudió a una consulta médica en el hospital de Coyuca de Catalán.
Del hospital en Tierra Caliente, mandaron a doña Refugio a Acapulco, ya en el Instituto Estatal de Cancerología (Iecan), le hicieron estudios como la mastografía y después la biopsia y ocho días después al recibir los resultados le pidieron que le acompañara un familiar.
“No me querían decir los médicos, me pidieron un familiar y pues con trabajo conseguí para venir, para mi pasaje ¿cómo quieren que traiga un familiar?”.
Su filosofía de vida no ha cambiado y en ese entonces le dijo al médico que se negaba a darle los resultados “médico, sé que me voy a morir y no voy a ser eterna; así que médico si me va decir que me voy a morir, dígamelo a mi. Mis hijas ya están grandes y si no se acomiden a ganarse un taco, ya es su flojera”, recordó esa vez las miradas del médico y la enfermera que estaban en el consultorio no parpadeaban, “si Dios me dio la vida, Dios me la va a quitar así que vamos a luchar”.
El resultado era el que esperaba: cáncer de mama avanzado. De ahí, fueron seis quimioterapias y la mastectomía.
Al llegar a su casa compartió a sus hijas y hermanos de lo que parecía un diagnóstico de una muerte cercana, aquella vez sus familiares le reconfortaron alentándola y reconociendo su fortaleza “no te vas a morir carnala, me dijo uno de ellos que es más seguro que se muera uno de nuestros tíos o nosotros”.
Y sí, en esa zona que se ha caracterizado por la violencia entre grupos del crimen organizado también le alcanzó a ella “así fue, mataron a mi hermano y a ver aquí estoy, estaba en mis primeras quimios cuando lo mataron”. Otra tía de ella murió, “y aquí estoy”.
“Cuando me operaron me vine sola. Conforme me dieron de alta me fui sola, ni le dije al médico”, reconoce que con la sonda introducida y el dolor de la recién extracción de su seno derecho se fue por más de ocho horas de camino a Ajuchitlán.
Aun con la recomendación de la trabajadora social que fuera a uno de los albergues, argumentó que no tenía quien le asistiera “allá en mi casa, aunque sea le echo un grito a mi hija y me levanta”.
Reconoció que no ha seguido la dieta alimenticia que le dieron en el Iecan. “Me prohibieron la Coca Cola pero la tomo como siempre, me echo tres a cuatro al día. Va, les digo a mis hijas que no me las pongan en el altar, ¡dénmelas ahorita! Que es para la gente viva, no la muerta”.
Asegura que la fe y ganas de vivir le han mantenido con una calidad de vida casi normal. Su próxima cita era el 8 de febrero pero pidió le reprogramaran sus estudios de seguimiento porque ese día se festeja a el Santo Niño de Atocha y a él le prometió celebrarlo porque es quien también le ha permitido vivir.