Isabel Zapata: paisajes con ballenas, pulpos y caracoles

Adán Ramírez Serret

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6 septiembre,2019 8:33 am
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Adán Ramírez Serret
 
Una ballena es un país de Isabel Zapata (Ciudad de México, 1984), es un libro que mientras lo leía me recordaba uno de esos grabados en donde es posible sumergirse. Aquellos en donde existe un mundo en miniatura, una serie de objetos que se descubren cada vez más y más según se acerca el observador. Un grabado de Alberto Durero, por ejemplo, que de hecho, Isabel Zapata utiliza una hermosa ilustración de un rinoceronte de este artista. En la cual se aprecia la maravilla del dibujo pero también algo increíble, que pareciera que en verdad es un rinoceronte y entonces podemos ver la belleza del animal per se. Y en cuanto más y más se observa, se descubren detalles en las hermosas líneas, e incluso, el universo del manto que lo cubre.
En el poema La creación del rinoceronte, Isabel logra con el lenguaje algo muy similar a aquello de Durero. Valga decir que las herramientas son muy diferentes. El dibujo muestra mucho, se presiente el animal pero en las obras plásticas nunca sucede nada. Nunca dirá más una imagen que mil palabras. La imagen, un objeto o un animal en un grabado, una pintura o una fotografía es una de las formas de detener el tiempo para observar. En cambio, en el lenguaje, en este poema (que es extraño, sencillo, original), lo que hay es acción: una serie de historias reales pero fantásticas que van de un rey de Portugal, pasan por Alberto Durero (quien al parecer y de manera sorprendente nunca conoció un rinoceronte); hasta sultanes indios quienes regalan rinocerontes.
Este libro de poemas es una especie de habitación de coleccionista. De una naturalista un tanto misántropa que crea conciencia a partir de lo que muestra. La inteligencia de los pulpos, su belleza amorfa; la rica vida sexual de un caracol que es hermafrodita y es capaz de copular durante tres horas y las razones por las cuales no pisarlo: “Porque duermen siestas de una semana. / Porque Leonardo da Vinci los preparó con mantequilla y perejil. / Porque caminan con el estómago. / Porque crujen, pero saben amar sin rigidez”. Además, Isabel Zapata en este universo de poemario ilustra con anécdotas y reflexiones la inteligencia de los tlacuaches, la sensibilidad de los perros y la barbaridad de los humanos.
La conciencia que crea es interesante porque es quizá la opuesta al naturalista que mantiene seres disecados o muerto algo que debería estar vivo. En el poema Se aprovecha todo, por ejemplo, denuncia mostrando la voracidad de los humanos que vemos como un acto generoso que se utilicen absolutamente todas las partes de un cerdo. No es un libro panfletario sino que pareciera que hace activismo mostrando la libertad de pensamiento.
En Miembro fantasma cuenta la dolorosa historia de la extinción de la bellísima especie del tigre de Tansania. Utiliza el increíble recurso del fragmento. La herramienta tan útil de la poesía de tomar la forma que más convenga. A veces versos sencillos, “Se llamaba Benjamín y dicen que murió de frío. / Que saltaba como canguro en vertical. /Que era un tigre rayado por ceniza”.
Este poemario es extraño como todo buen ejemplar que se jacte de serlo. Pequeños relatos, historias extrañas, especies extintas, y, claro, ballenas, cachalotes que son tan grandes… “Vista desde arriba una ballena es una isla de piedra /flotando a la mitad del océano”.
Este libro es, pues, muchas cosas, un conjunto de poemas, una serie de historias, una habitación con raresas y un paisaje de ballenas, pulpos y caracoles en el cual perdernos en los detalles.
(Isabel Zapata, Una ballena es un país, Ciudad de México, Almadía, 2019. 96 páginas).
 
 

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