La búsqueda de oro destruye el Amazonas

El pueblo indígena de los Munduruku reclama hace tiempo al gobierno brasileño que proteja su territorio de los garimpeiros" –buscadores de oro–porque, desde su punto de vista, destruyen...

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16 octubre,2019 4:31 pm
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El pueblo indígena de los Munduruku reclama hace tiempo al gobierno brasileño que proteja su territorio de los garimpeiros” –buscadores de oro–porque, desde su punto de vista, destruyen los lazos sociales en la región, porque algunos indígenas ingresan al negocio ilegal mientras que otros luchan en contra.

En la Travessa Treze de Maio y la Travessa Joao Pessoa de la localidad brasileña de Itaituba el oro se convierte en dinero.
Cuando los “garimpeiros” -buscadores de oro- llegan a Itaituba tras pasar semanas en fangosas minas en la profundidad de la selva brasileña, se dirigen primero a esas calles para vender en pequeñas tiendas como Ouro e Joias, Gold Minas y D’Gold lo que con mucho esfuerzo le arrancaron a la tierra.
Los carteles colgados en esos locales prometen impresionantes ganancias a los buscadores de oro. Un joven sostiene gruesos fajos de billetes ante la cámara.
Pero el trabajo de los “garimpeiros” es duro. Con agua disuelven la tierra y las piedras del suelo de la explotación minera a cielo abierto en la que trabajan. Luego el barro es sacado con una manguera hacia arriba y filtrado.
“Te despiertas a la mañana a las 4:00 y bajas al agujero. Trabajas. Pides agua y llega el agua. Luego te piden material. Nunca haces una pausa”, relata un hombre que buscó oro durante cuatro meses a cientos de kilómetros de Itaituba, en el estado de Pará.
“Se trabajan doce horas. Luego se sale del agujero, se cena, se duerme y al día siguiente se hace otra vez lo mismo”, describe.
Es un negocio duro y, sin embargo, uno que atrae una y otra vez a hombres de todo el país a la región del Amazonas para probar suerte en las minas. “Al fin de cuentas es así: Es la manera más rápida de hacer dinero”, dice el ex buscador de oro.
Los “garimpeiros”, que trabajan solo con sus manos en los agujeros, reciben el 30 por ciento del oro. Los hombres que trabajan con máquinas reciben el 16 por ciento. En dos semanas en las minas se puede ganar lo mismo que en dos meses de un trabajo normal, asegura el ex buscador de oro.
Brasil es rico en recursos naturales. En el país más grande de Latinoamérica hay yacimientos de mineral de hierro, manganeso, bauxita, cobre y estaño. Se estima además que con 2.400 toneladas Brasil dispone de más del 4,4 por ciento de los yacimientos de oro aún no explotados en el mundo.
Para el presidente derechista de Brasil, Jair Bolsonaro, los recursos naturales suponen un enorme potencial económico. “Debajo de la selva hay riqueza”, dijo en una ocasión.
Por eso, cuando se trata de cuestiones ambientales, el aguerrido ex militar no tolera ninguna injerencia del exterior. Detrás de las críticas a su relajada política ambiental suele vislumbrar fuerzas oscuras que se quieren hacer con la riqueza de la región del Amazonas.
“No se trata de los indígenas o de los malditos árboles, se trata de los minerales”, señaló hace poco ante mineros en Brasilia.
En general, en las reservas indígenas es ilegal la extracción del oro. Según los “garimpeiros”, obtener un permiso es prácticamente imposible.
“Me encantaría legalizar mi mina para poder trabajar como corresponde”, dice el jefe de la asociación local de buscadores de oro, Leo Rezende. “Si mi mina fuera legal, se podría gravar el oro, lo que sería bueno para toda la región”.
Pero la explotación del oro genera además enormes daños a la naturaleza. Para que los “garimpeiros” puedan buscar este metal precioso, en primer lugar hay que talar y quemar bosques. Por lo tanto, junto a los buscadores de oro son el mayor peligro para la selva amazónica junto con los leñadores y los agricultores.
“Cuando hoy en día hablamos sobre la Amazonía, sobre incendios y minería ilegal, también debemos hablar sobre los daños que causa el mercurio”, dice el médico Erik Jennings, que trata a indígenas en la región.
El mercurio se utiliza para extraer partículas de oro del barro y para concentrar. Así es como esa sustancia tóxica llega una y otra vez al medio ambiente.
Desde los años 90, Jennings recibe pacientes que tiemblan y tienen el cuerpo entumecido porque estuvieron en contacto con vapores de mercurio o consumieron pescado contaminado con mercurio. “Es un problema serio porque la población aquí se alimenta sobre todo de pescado”, dice el neurocirujano.
El pueblo indígena de los Munduruku reclama hace tiempo al gobierno que proteja su territorio de los buscadores de oro ilegales. Desde su punto de vista, los “garimpeiros” destruyen los lazos sociales en la región, porque algunos indígenas ingresan al negocio ilegal mientras que otros luchan en contra.
“Los mayores se cansan y los más jóvenes participan en la búsqueda de oro”, dice la estudiante Alessandra Munduruku. “Llevar la minería a los territorios indígenas significa llevar la muerte, no sólo a nosotros sino también a las generaciones futuras”.
Texto y Foto: DPA
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